La segunda mano se quita el estigma de "pobre"

Pandemia y cambio de hábitos acercan un nuevo tipo de cliente a un mercado que crece en plena crisis

Residuos 09/02/2021
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La elitista editora de la revista Vogue en Estados Unidos, Anna Wintour, sorprendió hace justo un año con un alegato a favor de la economía circular. Su mensaje fue claro: comprar menos ropa, cuidarla, llevarla todo el tiempo posible y, cuando ya no la queramos, pasarla a otra persona. Una señal inequívoca de que el mercado de segunda mano comenzaba a romper fronteras sociales. Doce meses después de esta bendición desde la cima del lujo, el negocio de los objetos usados crece y amplía clientes.

La pandemia ha acelerado una corriente de fondo que avanzaba desde hace tiempo, en especial en el mercado anglosajón y nórdico. El nuevo impulso nace de una mayor concienciación medioambiental, la necesidad económica fruto de la crisis y la llegada de nuevas generaciones de consumidores acostumbrados al mundo digital y al intercambio de productos.

El último informe de ThredUP y GlobalData, referente en el sector, estima que el negocio mundial de la ropa usada se multiplicará hasta superar los 52.600 millones de euros en el 2024; Research Nester cifra en 24.000 millones de euros la venta de muebles de segunda mano, con un crecimiento del 6,4% anual hasta el 2025; mientras que la consultora Persistence Market Research calcula que la facturación de teléfonos móviles reutilizados llegará a los 36.000 millones de euros dentro cinco años si continúa aumentando al ritmo actual.

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Todas las previsiones van al alza. El negocio global de todo tipo de objetos de segunda mano se incrementará entre un 15% y un 20% hasta el 2026, según Boston Consulting Group. Un nicho de mercado que ya han comenzado a explotar cazadores de tendencias profesionales: las Kardashian han abierto hace poco un marketplace de moda second hand.

RopaCómo iniciar y mantener un hábito de no usar ropa nueva

Los fundadores de Percentil, una tienda online de ropa y accesorios usados que opera en España, Alemania y Francia, han vivido en carne propia este cambio de paradigma. Lourdes Ferrer, consejera delegada de la compañía, recuerda que hace diez años, cuando explicaba que se dedicaba al comercio de segunda mano, algunas personas la miraban con carita de pena. Pensaban que lo hacía por falta de recursos, y no como un negocio en el que creía de forma decidida.

Fuente: La Vanguardia (.com)

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