
La mayor central nuclear de Francia vuelve a la actividad tras la paralización por medusas
Gravelines reactivó sus reactores tras la interrupción causada por la presencia masiva de medusas en sus sistemas de enfriamiento
Al mismo tiempo, esta ola verde sigue sin penetrar en el sur y en el este
de Europa. A medio y largo plazo, esto es un obstáculo para que Los
Verdes además de marcar la agenda comunitaria puedan también disputar la
hegemonía política a los grupos conservadores, socialdemócratas y
liberales europeos y liderar un futuro esperanzador en la UE. Esto solo
será posible con referentes verdes fuertes y potentes en países como
España. Pero el espacio verde de aquí, marginal en solitario o
arrinconado en Unidas Podemos, no ha sido hasta el momento capaz de
florecer ni estructurar la vida política de nuestro país.
La ecología política en España, no obstante, es tan o más
necesaria que en otros países europeos. Por un lado, la ciudadanía
española es una de las más afectadas por el cambio climático, la contaminación del aire o la pérdida de biodiversidad. Por otro lado, impulsar una transición ecológica justa y ambiciosa en forma de Green New Deal
generaría enormes oportunidades sociales y económicas, poniendo a
España a la cabeza de Europa en la prosperidad del futuro. De hecho, la
crisis de los chalecos amarillos dejó bien patente que la ecología es una cuestión de igualdad y justicia social. Ya que, como afirma Naomi Klein, el cambio climático lo cambia todo:
las cuestiones ecológicas atañen directamente a nuestros derechos,
empleos, salud, costumbres y calidad de vida. Por eso, para abrir
horizontes de esperanza para la ciudadanía en el siglo XXI, no basta con
asumir algunas propuestas ecologistas de forma sectorial, sino que es
imprescindible transversalizar y poner la ecología en el centro de la
acción política. El espacio verde es ese proyecto capaz de reconciliar
la lucha por llegar a fin de mes con la lucha contra el fin del mundo.
Pero mientras marcaba los debates políticos más allá de los Pirineos, la
perspectiva ecológica apenas se vislumbró en la campaña electoral de las
últimas elecciones generales del 28A. Una ausencia que,
paradójicamente, demuestra que el tablero político estatal, tras el
cierre del último ciclo político, deja libre el espacio ecosocial.
Además, las movilizaciones de la Juventud por el Clima desde el 15M climático
apuntalan una hegemonía cultural naciente con capacidad de tener su
propia expresión política. Pasada la ola de indignación que emergió hace
cinco años, existe el caldo de cultivo ahora para una respuesta
constructiva frente al cambio climático, la desigualdad de género, la
cuarta revolución industrial o la complejidad de las interdependencias
territoriales, sociales y ecológicas. Es decir, hay espacio para un
proyecto de país transformador a la altura de los grandes retos de
nuestro tiempo.
Para conseguirlo, la ecología
política española debe afrontar una profunda refundación. Desde EQUO,
partido verde español miembro del Partido Verde Europeo, tenemos que ser
los primeros en hacer nuestra parte. En 2011, al calor de las
movilizaciones del 15M, supimos aglutinar el espacio verde español en
una misma fuerza política, ponernos a la vanguardia en la defensa del
ecofeminismo o la celebración de primarias y, más adelante con una
presencia institucional sin precedentes, ser determinantes en avances políticos de calado como el plan Madrid Central o el fin del carbón.
Sin embargo, el pasado 26M terminamos este ciclo político extenuados,
malheridos colectivamente y sin rumbo estratégico. La pérdida de
presencia institucional a todos los niveles, el haber quedado fuera del
Parlamento Europeo y el declive en afiliación e ilusión han menoscabado
nuestra capacidad de iniciativa e influencia política. Si bien
mantenemos posiciones institucionales notables en Madrid, País
Valenciano, Euskadi o Baleares, este cierre de ciclo político ha vuelto a
dejar el espacio verde reducido, difuso y en disputa. Por supuesto,
esta situación tiene mucho que ver con las propias dinámicas del espacio
del cambio y con una restructuración continua e inacabada del tablero
político estatal. Pero tampoco podemos obviar nuestros propios errores y
las estrategias políticas, organizativas y comunicativas que nos han
relegado a una visión sectorial y supletoria de lo verde.
Ante esta situación y aprovechando un periodo de relativa paz electoral que
se abre ahora, empecemos un proceso de reflexión profundo que permita al
espacio verde romper los techos de cristal que le impiden ocupar el
lugar que requiere el momento histórico. Con audacia e innovación, es el
momento de redefinir el papel y objetivos de la ecología política
española dentro de una Europa cada vez más verde, revisar nuestras
estructuras organizativas actuales, repensar nuestros liderazgos
colectivos y recuperar la ilusión con la ola verde. Y debemos hacerlo
sin apriorismos, sin dogmas, con apertura y a sabiendas de que existen
otros actores políticos que hoy se acercan a los postulados de Los
Verdes Europeos, como Más Madrid, Compromís, los Comunes, MES y otros
sectores progresistas.
El espacio verde de mañana no será un partido ecologista que solo hable a un nicho ecologista, ni otro
que ponga por delante la unidad de la izquierda como fetiche. Sino que,
en la línea de Los Verdes Alemanes o de Alexandria Ocasio-Cortez, tiene
la oportunidad de ser un proyecto transversal, plural y cooperativo
para la mayoría donde la transición ecológica, el feminismo y la
justicia social sean los ejes centrales que lo cambien todo. Un espacio
político que, al mismo tiempo, tenga claro que su referencia a nivel
europeo es el espacio de futuro: Los Verdes Europeos.
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