
La transición energética es, sin duda, una de las mayores prioridades globales del siglo XXI. Sin embargo, en medio de este fervor por un futuro verde, surge una pregunta incómoda: ¿Estamos ante una burbuja en el sector de las energías limpias?
EE.UU. está listo para iniciar otra guerra por el petróleo. Como si los billones y billones de dólares ya gastados para “liberar” a Kuwait y llevar la democracia a Irak no fueran suficientes, ahora Estados Unidos está dispuesto a castigar a Irán por, supuestamente, suministrar los drones usados en un ataque con misiles contra instalaciones petrolíferas en Arabia Saudí.
Antes sólo los gobiernos tenían fuerzas aéreas, pero los aviones teledirigidos han democratizado la violencia desde el cielo. Los Houthis, con ayuda y consejo de Irán, lo han perfeccionado a un nivel que nadie más ha hecho.
Bernard Hudson, ex director de antiterrorismo de la CIA.
Nadie sabe lo que sucedió realmente aún, de dónde vinieron los drones, o quién los controló, pero los precios mundiales del petróleo se han disparado. El aumento de los precios de la energía podría ser un obstáculo para una economía mundial que ya está mostrando signos de desaceleración.
Imagina un mundo en el que cada país sea capaz de satisfacer sus necesidades energéticas internamente, usando únicamente la abundante energía solar, eólica, geotérmica, hidroeléctrica o mareomotriz. Piensa en cómo cambiaría la política mundial si Europa no tuviera que depender de Rusia para que el gas natural calentara sus hogares en invierno.
¿Qué pasaría si los Estados Unidos no tuvieran que violar sus reservas de vida silvestre y sus parques nacionales sólo para presumir de ser el mayor exportador de energía del mundo? ¿Y si no tuviéramos que hacer la pelota a gobiernos totalitarios?
Los líderes políticos se lamentan por el alto coste, según ellos, de la transición renovable. Puede costar trillones, lloran. Sin embargo, el Costs of War project del Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown descubre que Estados Unidos ya ha gastado más de 5,6 billones de dólares en operaciones militares en la era posterior al 11 de septiembre. Además, desde 2001, el ejército estadounidense ha añadido 1.200 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Eso es más que muchas naciones.
Todo ese dinero y todas esas emisiones no tienen en cuenta el coste humano de los militares que han muerto o han resultado heridos en esas guerras, ni la carga impuesta a millones de civiles que han sido desplazados como resultado de ellas.
La transición a las energías renovables va más allá de la reducción de las emisiones de carbono. Se trata de desmantelar las construcciones geopolíticas actuales que apoyan la noción de que el acceso al petróleo debe mantenerse a toda costa.
El petróleo distorsiona enormemente las relaciones internacionales. El acceso al petróleo fue uno de los principales factores que llevaron a Japón a invadir a sus vecinos antes de la Segunda Guerra Mundial. Ha sido una de las principales causas de las aventuras europeas en Oriente Medio. Es lo que causó que Irak invadiera Kuwait y que Estados Unidos invadiera a su vez a Irak.
La energía renovable puede reequilibrar la estructura económica del mundo. Las naciones ya no verían los recursos naturales de sus vecinos y conspirarían para capturarlos para sí mismas. Los déspotas ya no gobernarían sus países como feudos apoyados por fortunas asombrosas basadas en el petróleo.
La energía renovable no sólo puede reducir las emisiones de carbono, sino que también puede eliminar una de las principales causas de conflicto entre las naciones. ¿Cómo le pones precio a eso?
La transición energética es, sin duda, una de las mayores prioridades globales del siglo XXI. Sin embargo, en medio de este fervor por un futuro verde, surge una pregunta incómoda: ¿Estamos ante una burbuja en el sector de las energías limpias?
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