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Chelo Escrig Rondán, portavoz del Instituto Tecnológico del Plástico, es licenciada en Química y exhorta a «no confundir el consumo de este material con el problema de la mala gestión de los residuos»
Residuos07/09/2019 Fuente: La VerdadEl Instituto Tecnológico del Plástico, ubicado en el Parque Tecnológico de Valencia, lleva más de treinta años investigando sobre este elemento. Según sus cifras de 2018 esta entidad de innovación, que cuenta con más de 620 asociados y en la que trabajan más de 160 profesionales, está inmersa en más de 170 proyectos relacionados con el plástico, un elemento muy habitual en el empaquetado y embalaje de muchos productos agrarios, además de emplearse directamente en distintas variedades durante su producción en el campo, y que cada día es más contestado ante su proliferación como residuo, particularmente en el mar.
-¿Hay mayor interés por desarrollar envases y embalajes más sostenibles ante la mala prensa que está adquiriendo el uso de plásticos en la agroindustria?
-Los plásticos se han convertido en centro de los ataques de una sociedad que está preocupada por la acumulación de basura en el medio ambiente. Y aunque los residuos plásticos forman parte de esta basura su no utilización, eliminación y/o reducción no es la solución al problema como se está haciendo creer. Se trata de un doble problema social: un comportamiento consumista y una mala gestión de la basura que se genera. Nosotros somos los primeros en poner encima de la mesa que hay un problema respecto a la existencia de una enorme cantidad de residuos abandonados en el medio ambiente. Los plásticos tienen tantas prestaciones y ventajas que una buena parte de los productos que utilizamos en nuestro día a día están fabricados con este material. Pero no hay que confundir el consumo de este material con el problema de la mala gestión de los residuos que se realiza cuando ha acabado la vida del producto. Es cierto que, junto al ciudadano, la industria y la administración también pueden llevar a cabo acciones que permitan solucionar este problema. Y, de hecho, ya hace tiempo que toda la cadena de valor del plástico está trabajando para poner en el mercado productos más sostenibles medioambientalmente y procesos de transformación más eficientes, y por lo tanto con un menor impacto en el medio. Aunque no hay que olvidar que estos productos también requieren una gestión al final de su vida útil. Se trata pues de un doble reto: seguir fabricando productos innovadores que cada vez tengan más y mejores prestaciones, y por otra parte asegurar su sostenibilidad medioambiental. En el caso de los envases utilizados en el sector agroalimentario los materiales plásticos proporcionan innumerables ventajas, como sus propiedades barrera, que permiten alargar considerablemente la vida útil de los alimentos, con lo que evitan el desperdicio alimentario y permiten asegurarnos de que vamos a consumirlos en condiciones de seguridad alimentaria.
«Es necesario que los consumidores acepten su parte de responsabilidad y que la administración siga apoyando»
-En concreto ¿qué hacen ustedes para combatir el problema de los plásticos?
-Estamos trabajando de la mano de las empresas del sector en el desarrollo de nuevos productos para el sector del envase y el sector agrícola, especialmente, sin olvidar el respeto al medio ambiente. Estos nuevos productos deben mantener las características y funcionalidades que se les requiere; tener las propiedades térmicas, mecánicas y barrera adecuadas para cumplir los requerimientos que se les exige y ser mucho más sostenibles. En este sentido, desarrollamos nuevos materiales a partir de fuentes de origen renovable, para reducir la dependencia de las fuentes fósiles. También incorporamos material reciclado a cada vez un mayor número de aplicaciones, incluso aquellas destinadas al contacto alimentario. De esta forma resolvemos el problema del residuo convirtiéndolo en un recurso, porque al final de su vida útil los plásticos pueden ser recuperados. No solo trabajamos en el desarrollo de nuevos procesos de reciclado, sino también en nuevas aplicaciones de alto valor añadido. Otra línea de investigación muy importante es la de materiales que sean biodegradables o compostables. Aquí es importante analizar caso por caso todo el ciclo de vida de un producto para que tenga el menor impacto ambiental posible. Por ejemplo, hemos desarrollado unas mallas compostables para frutas y verduras que ya han llegado al mercado. En este caso es interesante contar con una solución compostable porque podemos desechar los restos de producto junto con la malla en el contenedor apropiado para que tras un tratamiento de compostaje estos restos sean valorizados en forma de abono o compost. Esto es igualmente apropiado en el caso de las cápsulas de un solo uso de café y otras aplicaciones de envase. En el caso de los plásticos agrícolas, desarrollamos distintos proyectos en los que también participan empresas del sector. El resultado han sido acolchados, tutores o sistemas de microrriego biodegradables, que resultan muy interesantes en cultivos de matad que se enredan y es muy complicado separar. Ahí el compostaje es la mejor opción para todo el conjunto. Otros trabajos han permitido desarrollar tuberías y goteros para microirrigación con una mayor vida útil al incorporar aditivos que evitan el crecimiento de algas y bacterias en su interior, impiden la colonización de insectos o de raíces que las obstruyen y también la acción de los roedores.
-¿Cree que la industria agroalimentaria está lo suficientemente concienciada sobre este asunto?
-El agroalimentario es un sector puntero en innovación porque debe dar respuesta tanto a las necesidades de los consumidores como a una legislación muy exigente. Por eso sus empresas están muy comprometidas con la I+D+i y trabajan habitualmente con centros tecnológicos como Aimplas. De hecho, estas empresas forman los consorcios de distintos proyectos de I+D. Concretamente, en el último año, más de 400 empresas de diferentes sectores han participado de la mano de nuestro centro tecnológico en proyectos de este tipo. Un 34% de ellas pertenecen al sector del envase y embalaje.
-¿Pero considera que la industria está haciendo lo necesario o, en su caso, qué pasos se deberían dar?
-Como decía, toda la cadena de valor está concienciada e implicada en la importancia de implantar el modelo de la llamada economía circular. Es un nuevo paradigma productivo en el que se minimizan los residuos a la vez que son a su vez empleados nuevamente como recursos. De este modo se ofrecen múltiples soluciones que permiten aprovechar todo su valor. La apuesta del sector por la I+D demuestra que esta industria está en el buen camino y debe seguir avanzando en él.
-En todo caso, ante la conciencia social que se está extendiendo en contra del plástico ¿cree que llevamos camino de que acaben desapareciendo los plásticos en la industria agroalimentaria?
-La sociedad tal y como hoy la conocemos no podría existir sin plásticos, y el sector agroalimentario no es una excepción. De hecho, no hay motivos para renunciar a todas las ventajas que nos ofrecen. Por lo tanto, rotundamente no, nunca. Seguiremos utilizando plásticos cada vez con mejores prestaciones y más sostenibles. Para ello es imprescindible seguir investigando. Pero la industria sola no puede resolver el problema del mal uso de los productos o de la mala gestión de sus residuos. Es necesario que los consumidores acepten su parte de responsabilidad y que la administración siga apoyando con infraestructuras para la recogida selectiva y campañas de concienciación. Todos los desarrollos citados no servirán para nada con una mala gestión de los residuos. Pensemos en la monda de una naranja: es biodegradable, pero si la tiramos al suelo y no al contenedor de orgánico para su correcta gestión, ¿cuánto tiempo permanecerá en el suelo?
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