Inundaciones en Misiones: mucho más que lluvia

Las graves consecuencias de la crecida de ríos y arroyos en la provincia exponen los efectos de un modelo extractivo que tiene directa relación con la deforestación. Organizaciones sociales e investigadores denuncian el desmonte, el avance de la soja aguas arriba, la falta de políticas de cuidado del territorio y el accionar de la represas

Noticias Generales06/03/2024Marcos BachMarcos Bach
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Foto: Comunidad Tekoa Tuna’i

MARCOS BACH

Con 530 milímetros de agua caída en el mes, Misiones registró el octubre más lluvioso de su historia. En la amplia mayoría de los casos, estos eventos meteorológicos estuvieron acompañados de vientos de gran intensidad y granizo. Las consecuencias de esta situación convocaron, una vez, la atención de los medios de comunicación de todo el país respeto al agua caída. Pero las causas deben rastrearse en la incidencia del modelo productivo, la deforestación, el avance del cambio climático y la transformación que determinadas prácticas generan en los suelos, napas y cauces hídricos.

El panorama de Misiones incluyó a cientos de familias evacuadas, puentes destrozados, barrios bajo agua, parajes aislados, pérdidas millonarias en cosechas e incluso el cierre del Parque Nacional Iguazú. Los desbordes afectaron a la totalidad de los cauces hídricos que atraviesan o circundan la provincia. Tanto el río Uruguay como el Paraná experimentaron crecidas extraordinarias, que igualaron a las históricas de 1983 o la de 2014.

Mariana Mampay es médica. Su ámbito de trabajo desde hace décadas son las poblaciones rurales, ya que además vive en un contexto de ruralidad, en el municipio de Ruiz de Montoya, donde desde hace más de veinte años lleva adelante el proyecto de granja “El Hormiguero”, un espacio en el cual se aplican los preceptos de la agricultura biodinámica.

“La causa de estas inundaciones es la deforestación que viene avanzando, la pérdida de la capa fértil de la tierra, que es como una piel que tiene la provincia de Misiones, y que quedó dañada. Entonces no puede absorber las lluvias, éstas corren directamente a los cauces de agua y se pasa directamente a los arroyos y ríos” señala la médica.

Si tuviésemos más áreas protegidas con árboles, bien diseñadas, de tal modo que en las pendientes no haya agricultura, sino árboles, que se ataje ese fluir del agua cuando llueve fuerte, yo creo que se podría cambiar mucho.

En diálogo con Agencia Tierra Viva, Mampay advierte que estas inundaciones nuevamente “demuestran que el modelo productivo es el que está fallando, y a lo que nos está llevando el hecho de usar los suelos como un bien capital. Y la verdad que la tierra tendría que ser como el aire, como el sol, estar a disposición de todos y sólo el que la usa debería pagar y no que haya dueños de las tierras y que esos dueños puedan hacer lo que quieran con las tierras, porque son propiedad privada y la consecuencia la tiene toda la humanidad”.

Autor de varios libros y guías sobre naturaleza misionera, el realizador audiovisual y docente Sergio Moya vive en una pequeña reserva natural del norte provincial. Desde allí, permanece en constante estudio de la naturaleza. Parte de sus observaciones se vuelcan en videos que a través de las redes sociales muestran y exponen la riqueza de la fauna y flora misionera, la dinámica del monte y sus formas de conservación. Ante las inundaciones recientes, Moya publicó un material en el cual plantea que “Misiones está bajo agua pero no es solamente por culpa de la lluvia”.

Valiéndose de dos baldes de agua, ejemplificó de manera sencilla, descargando uno de los baldes en un suelo desforestado (“desnudo”) y otro en un suelo bajo cobertura de monte. La diferencia en el drenaje resulta abismal. “Cuando hay cobertura de selva, el agua no se escurre, se absorbe fácilmente, de hecho por eso en Misiones está prohibido desmontar los bordes de los arroyos. Pero no se respeta. El problema es la deforestación, que se evidencia además en el color rojizo de los arroyos y ríos cuando llueve”, indicó Moya.

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Foto: Agencia Télam

En coincidencia, el médico, ambientalista y fundador de la Mesa Provincial No a las Represas, Juan Yadhjian, sostiene que “el piso esponjoso del monte retiene agua de lluvia, pero además funciona como vía de recarga de napas subterráneas. O sea que gran parte del agua que inunda debería quedar en nuestro subsuelo y por lo mismo tenemos parte de responsabilidad de inundaciones más abajo. Las plantaciones de soja en el sur de Brasil, Paraguay, compactan la tierra, por el desmonte previo, impide la entrada de agua al subsuelo, como sí lo hacen las raíces de los árboles del monte. Es bueno resaltar que, en condiciones normales y con la presencia del monte, el 70 por ciento del agua dulce circula bajo tierra, pero con la desaparición de las vías de recarga, gran parte sigue circulando en superficie, inundando las costas”.

El mapa hidrográfico de Misiones muestra que sobre los ríos colectores Paraná, Iguazú y Uruguay desembocan alrededor de 800 arroyos, de los cuáles unos 270 desaguan en el Paraná, 400 en el Uruguay, y 120 entre el Iguazú y el río San Antonio. A 90 kilómetros de la ciudad de Posadas se encuentra la represa hidroeléctrica Yacyretá, que ante el aumento del caudal de agua, para aliviar el embalse, abrió sus compuertas, agravando las inundaciones en las costas del Paraná. Esto provocó evacuaciones de familias costeras en la ciudad correntina de Ituzaingó, en la isla Apipé y en poblados de la costa paraguaya como Ayolas.

También la hidroeléctrica Itaipú, situada entre las ciudades de Hernandarias (Paraguay) y Foz do Iguaçu (Brasil), sobre el río Paraná, se vio obligada a abrir su vertedero, impactando fuertemente en la crecida del Paraná. Otra represa que abrió sus compuertas fue Foz do Chapecó, emplazada en el río Uruguay, cuyo impacto aguas abajo decanta en los poblados misioneros que bordean ese afluente.

“La presencia de represas agrava la situación, porque el agua acumulada puede destruirla, entonces hay que abrir las compuertas y largar agua de golpe. Los gobiernos locales responden al central, que insiste en este modelo productivo que necesita hidrovías para abaratar los costos del saqueo. De lo que no se habla es del desastre ecológico que representa la deforestación casi completa de la cuenca y de las mega represas. La cuenca no puede retener el agua, tal como lo hacía naturalmente cuando existía la selva, y por eso baja rauda, siendo imposible que las represas la puedan retener", determina Federico Soria, técnico en Conservación de la Naturaleza e integrante de la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC).

Por su parte, la periodista misionera especializada en cuestiones ambientales, Cristina Besold, trae a colación un documento presentado ante el gobierno provincial este año por el espacio ambiental Frente Capuera. “En ese informe se evidencia con un mapa y con una imagen satelital, la pérdida de selva en Misiones, la fractura del Corredor Verde, que se creó para conservar, para asegurar los servicios ecosistémicos. Y ese Corredor Verde hoy está fracturado. Los árboles nativos son barreras. Cuando llueve, esos árboles nativos son como paraguas que amortiguan el agua, pero además facilitan a infiltración en las napas. Son los que permiten que el agua de lluvia vaya ingresando a la tierra lentamente. La ausencia de estos bosques nativos genera inundaciones como las que estamos atravesando”, subrayó la comunicadora.

Por estas horas, persisten en Misiones los problemas derivados de las inundaciones, mientras que el pronóstico sigue anunciando jornadas lluviosas. Del modelo productivo y del extractivismo: poco se dice.

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Foto: Agencia Télam

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