Compostaje comunitario: una idea desconocida que se transformó en un hábito
En el barrio Nuevo Golf funciona un proyecto de tratamiento de residuos orgánicos con recolección y desarrollo a cargo de un grupo de vecinos. Su historia
06/05/2024Marcos BachTodo empezó en 2020 con la limpieza de microbasurales que abundaban en diversas esquinas del barrio. Siguió con la recolección de material reciclable. Y derivó en un proyecto más ambicioso y desconocido para sus integrantes, que hoy se convirtió en un hábito para cientos de vecinos y vecinas: el compostaje comunitario.
Mientras la política municipal destina millones de pesos en un deficiente y cuestionado sistema de recolección y tratamiento de la basura, el barrio Nuevo Golf cuenta con una experiencia de avanzada en torno a los residuos de la mano de un proyecto del Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (Opisu) en conjunto con la cooperativa Caminantes y el trabajo diario de nueve vecinos y vecinas.
En Que Digital explican que, el trabajo territorial en el barrio derivó en el surgimiento de “La Primera Abonos del Barrio”, un proyecto de tratamiento de residuos orgánicos domiciliarios en el cual un equipo de promotoras socioambientales recolecta residuos orgánicos de las familias del barrio para ser tratados mediante un proceso de lombricultura.
“Lo que antes parecía basura, es todo un círculo que hace que nada termine siendo basura”, resume Andrea, una de las promotoras, y destaca que las distintas etapas del compostaje “hoy por hoy se transformaron en un hábito para muchas familias del barrio”.
El compostaje es un proceso biológico a través del cual los residuos orgánicos, que normalmente se desechan en las casas junto al resto de la basura, se convierten en un “compost”, es decir, un abono natural nutritivo para las plantas que a su vez “devuelve” a la tierra aquellos nutrientes extraídos durante el proceso de cultivo de los alimentos.
El proyecto de compostaje comunitario en Nuevo Golf surgió a partir del trabajo que años atrás empezó a llevar adelante en el barrio, con una de sus coordinaciones territoriales, el Opisu, organismo que tiene como función “promover la integración urbana, social y productiva de las villas, asentamientos y complejos habitacionales de la Provincia de Buenos Aires con el objetivo de garantizar el acceso a un hábitat digno y justo”.
Desde allí fue convocada la cooperativa Caminantes, que desde 2012 trabaja en Mar del Plata en temáticas vinculadas a la sustentabilidad y la permacultura.
Y el objetivo de base de transformar la basura en un recurso empezó a hacerse realidad hasta consolidar hoy un funcionamiento modelo -mientras las políticas municipales lejos están de avanzar en ese sentido pese a la existencia de normativa que impulsa cambios- que termina con la comercialización de humus y líquido lixiviado producido a partir de los residuos orgánicos.
LA EXPERIENCIA EN PRIMERA PERSONA
Andrea tiene 37 años y hace 10 que vive en Nuevo Golf. En 2020, mientras formaba parte de la organización social Libres del Sur, se sumó el proyecto a través del Opisu.
“Empezamos a limpiar con carros sectores del barrio, con rastrillos y palas, porque había muchos puntos de arrojo de basura. Y de la mano de la limpieza vino el tema de la bolsa verde y el reciclado y ahí empezamos a pensar en que los vecinos nos ayudaran a reciclar”, relata sobre los orígenes de la iniciativa que hoy también mantiene una fuerte impronta en el reciclado de plásticos, vidrios, cartón y otros materiales, al igual que lo hacen otras dos cooperativas.
Hoy en un predio de Marcelo T. de Alvear 3845 se acopia el material reciclable para después venderlo y funcionan cinco composteras con una capacidad total de 12 mil litros a través de las cuales se compostan más de 1.500 kilos de residuos orgánicos por semana.
“Esto arrancó en 2020, en pandemia. Después de un tiempo, más o menos dos años, vino la cooperativa Caminantes con el proyecto del compostaje que lo veíamos como muy lejano. De los nueve compañeros que éramos ninguno sabía qué era el compostaje, no lo conocíamos”, recuerda.
A partir de ese momento, relata, empezaron a capacitarse con la cooperativa en torno al compostaje y tras varios meses de aprendizaje empezaron con su difusión a las y los vecinos del barrio.
“Estuvimos unos cinco o seis meses capacitándonos, nos fue muy bien y ahí empezamos a salir a hablar con el vecino, a sumarlos a este proyecto y hoy somos 300 vecinos en total. Y tenemos abarcadas a unas 500 familias con bolsitas verdes”, resume.
¿Cómo es el día a día del proyecto? Los nueve promotores recorren el barrio de lunes a viernes de 13 a 17 y una vez por semana dejan y retiran de las viviendas que se sumaron a la iniciativa un balde para los residuos orgánicos destinados al compostaje y una bolsa verde para juntar los materiales reciclables.
“Hoy por hoy estamos muy contentas porque todos los vecinos nos ayudan, toda la concientización nos vino muy bien porque ellos mismos reciclan, nos piden la bolsa verde”, destaca Andrea y señala que, en ese contexto, “la bolsa que saca el vecino para la recolección domiciliaria es mínima”.
“Lo que antes parecía basura es todo un círculo por el que nada termina siendo basura”, concluye y destaca que la separación de residuos tanto para el reciclado como para compostaje “se transformó en un hábito para muchas familias del barrio”. A su vez, resalta la importancia de replicar iniciativas de este tipo hacia otros barrios.
LA BASURA COMO RECURSO
Según describen desde Caminantes, el proceso para llegar a la producción de humus que luego es comercializado a través de la cooperativa requiere de distintas etapas como la recolección, compostaje, cosecha y tamizado, embolsado y acopio.
A su vez, explican que el lixiviado que también es comercializado en botellas es el resultado del líquido que se produce tras la descomposición de los desechos orgánicos, en gran medida apoyado por el proceso digestivo de la lombriz. “Este líquido se está recolectando y almacenado en recipientes plásticos de 200 litros para ser fraccionado y comercializado en botellas de 1 litro y bidones de 5 litros”, detallan.
Por otro lado, también emerge un subproducto de la fabricación de compost a escala comunitaria: lombrices rojas californianas (Eisenia foetida), que al cosechar el compost se pueden separar con diversas técnicas, y si bien una parte se vuelve a insertar en el nuevo proceso, la mayoría puede ser comercializada, junto a composteras domiciliarias o por separado para replicar la experiencia.
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