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Una investigación adelantada en la Universidad Nacional de Colombia estableció que el aprovechamiento de estos residuos contribuyen a disminuir la contaminación en el agua y el agotamiento de la capa de ozono. Un litro de aceite usado puede llegar a contaminar cerca 40.000 litros de agua, que equivale al consumo de agua anual de una persona en su casa
Residuos26/02/2021El aprovechamiento del aceite de cocina usado contribuye a disminuir sus impactos en el agua, el agotamiento de la capa de ozono, la acumulación de residuos orgánicos en los litorales del mar o de lagunas o embalses y hasta en el cambio climático. Una investigación adelantada por la magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia, Paola Andrea Torres Ulloa, así lo corroboró.
La profesional analizó la cadena de aprovechamiento y valorización del aceite de cocina usado que se genera en Bogotá, hasta cuando se transforma en materia prima para la industria oleoquímica (jabones, detergentes, lubricantes, solventes, biodiésel y bioplásticos), con el fin de determinar si en realidad es una alternativa positiva para el medio ambiente.
“Teníamos que indagar si la solución que se planteaba en la norma, que era aprovechar el aceite, realmente era sostenible para la ciudad”, comentó Torres, quien sostuvo que la idea surgió a partir de la entrada en vigencia del acuerdo 634 de 2015, con el que la Secretaría Distrital de Ambiente buscó controlar y regular el manejo de este tipo de residuos.
Como primera medida se optó por analizar el ciclo de vida (ACV) del producto. Una metodología que permitiría identificar los impactos que se pueden presentar a lo largo del proceso de reutilizar el aceite de cocina. “Quisimos comparar el aprovechamiento versus el escenario actual, el cual es tratar el aceite de cocina como residuo”, explicó.
El primer paso consistió en acercarse a las empresas dedicadas a aprovechar el aceite de cocina usado, que también fueron gestoras del acuerdo 634, ante la desconfianza de establecimientos como restaurantes de cederles este residuo.
Se trabajó con cuatro plantas activas en Bogotá y a partir de estas se hizo conexión con otros actores como transportadores, con quienes se implementaron mesas de trabajo en las que participaron la Secretaría Distrital de Ambiente y el Ministerio de Ambiente. Esto permitió conocer el método para reaprovechar el aceite, las características de las plantas en las que se lleva a cabo, las cantidades aproximadas que se recogían y la logística del proceso, manifestó Torres.
Al término de esta primera etapa, el estudio se centró en una sola empresa para analizar el protocolo desde la generación del residuo en restaurantes u otros lugares, hasta su tratamiento previo a la exportación, lo cual incluyó consumos de energía, combustibles y vehículos utilizados, entre otros factores.
El inventario de las emisiones se desarrolló conforme a los datos recolectados en entrevistas con los actores del proceso, referencias bibliográficas e inventarios de emisiones de la base de datos Ecoinvent v3.4., aclaró la autora.
Los resultados de la investigación finalmente lograron establecer que la etapa del proceso que genera mayores impactos ambientales es el pretratamiento, en particular por el uso de energía en el bombeo, así como el proceso de rectificación y deshumidificación a altas temperaturas.
Dichos impactos se compararon con los del escenario en el que el aceite es tratado solo como un residuo, en el cual se presentan dos opciones: ir a parar a un relleno sanitario o al alcantarillado, a través de los lavaplatos para llegar a ríos y plantas de tratamiento. “Comparamos los dos escenarios, calculamos los índices escogidos para el análisis y concluimos que el aprovechamiento es totalmente sostenible, pues se reducen los efectos en comparación con el escenario de residuos en gran cantidad”, aseguró la investigadora.
Adicionalmente, el estudio permitió identificar que, aunque los impactos ambientales más grandes del proceso de valorización están en las etapas de calentamiento y deshumidificación asociados al alto consumo de gas y de energía eléctrica, el aprovechamiento de aceite de cocina usado trae grandes beneficios para el medio ambiente.
Además conlleva beneficios sociales y económicos para la ciudad, pues se genera una ganancia bruta de alrededor de 1.700.000 pesos por tonelada de aceite de cocina usado aprovechado, lo cual impacta de manera positiva al propiciar la creación de cerca de 27 nuevos empleos al año, manifestó Torres.
El estudio recomienda, además, plantear esquemas de integración energética y de reutilización del agua para reducir costos e impactos de las plantas de aprovechamiento.
Solo un litro de aceite usado puede llegar a contaminar cerca 40.000 litros de agua, lo equivalente al consumo de agua anual de una persona en su domicilio, pues contiene aproximadamente 5.000 veces más carga contaminante que el agua residual que circula por las alcantarillas y redes de saneamiento.
Así lo establecieron Iñigo González Canal y José Antonio González, del consorcio Aguas Bilbao Bizkaia, en el estudio denominado ‘Aceites Usados de Cocina: problemática ambiental, incidencias en redes de saneamiento y coste del tratamiento en depuradoras‘. Otros estudios dan cuenta que un litro de aceite puede contaminar cerca de 1.000 litros de agua.
En el informe realizado en la provincia de Vizcaya (España) también se determinó que el costo de depurar el aceite usado que se vierte por el alcantarillado está por el orden de los 0,46 euros litro, que equivale a 460 euros por metro cúbico, es decir, que es 700 veces más caro que lo que paga un ciudadano por el tratamiento de su agua residual.
A nivel medioambiental la liberación de aceites y grasas al medio acuático aporta contaminantes que ponen en riesgo tanto a la vegetación como a las especies que viven allí.
Esta sustancia grasa puede llegar a cubrir la piel y las branquias de los peces, generándoles asfixia y la muerte.
Por esa razón, el aceite usado debería ser recogido por empresas especializadas que se encargen de una adecuada disposición (incineración). Pero, además, podrían ser utilizados para la producción de biocarburantes, jabones y otros usos en la industria química como ceras y barnices, impulsando nuevos renglones productivos y reduciendo su impacto ambiental.
Por otro lado, la inadecuada disposición de aceites de cocina en los lavaplatos o sifones pueden llegar a generar bolas de grasa que terminan taponando las redes de alcantarillado, lo que podría ocasionar desbordamientos de agua residual, incrementando la posibilidad de un perjuicio sanitario en la comunidad.
Fuente: Sostenibilidad Semana (.com)
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