De Simoca a Tecnópolis: pequeños ecologistas usan un robot para cuidar el planeta

Alumnos de jardín de infantes de la escuela Josefa Díaz de Simoca presentarán el proyecto “Reutilizar”en la Feria Nacional de Innovación Educativa. Los niños y sus padres recolectaron botellas de plástico y con ellas hicieron juguetes didácticos. Otra parte fue donada a una fundación para su reciclado.

Noticias Generales31/10/2019 Fuente: La Gaceta (Tucuman-Argentina)

Existen palabras que guardan dentro de sí el poder de mejorar el mundo. Una de ellas es “reutilizar”. En un mundo donde el crecimiento de los residuos se convirtió en uno de los mayores problemas ecológicos, esta palabra describe una acción clave. Fue la palabra elegida por niños de cinco y cuatro años de la escuela Josefa Díaz, de Simoca, para nombrar a su proyecto de concientización sobre clasificación y reciclado de basura. Gracias a este proyecto lograron despertar el interés por el destino de los desechos en su escuela, en sus familias y en la comunidad en general.

Acompañados por su maestra, Jessica Cárdenas, realizaron una serie de actos que impactaron en ellos y en los vecinos. “Para ellos todo esto es un juego, pero saben que al mismo tiempo le están haciendo un bien a la comunidad”, cuenta Cárdenas. “Gracias al proyecto estamos seleccionados para representar a Tucumán en el nivel inicial en la Feria Nacional de Innovación Educativa que se realiza hasta el 2 de noviembre en Tecnópolis, Buenos Aires”.

Inicio de esta historia

Todo empezó con un análisis en donde estos pequeños ecologistas evaluaron cuál era el material que más se desechaba. “Salimos a recorrer las calles, son niños muy chiquitos así que analizamos a través de la observación y de esta manera ellos concluyeron que el elemento más descartado era el plástico”, revela Cárdenas. Luego de esto los chicos comenzaron a juntar botellas de plástico a las que llenan con residuos del mismo material: bolsas, envoltorios de golosinas y otros.

Luego entregan esas botellas a una organización sin fines de lucro llamada “Huella Verde Simoca”, que a su vez envía las botellas a una fundación de Buenos Aires, “Botellas de amor”, que las convierte en listones de plástico destinado a la construcción de viviendas para la población vulnerable.

Junto a las familias

Las familias de los niños también comenzaron a involucrarse. “Cuando un niño tan pequeño te enseña cómo tenés que tratar la basura para cuidar el ambiente, no podés no escucharlo; eso permitió que los padres también se comprometieran con el proyecto”, opina Jessica.

Se realizaron talleres junto a los padres en donde se reutilizaron materiales en la elaboración de juguetes para el jardín. “Hicimos juegos didácticos, baleros, autitos hechos con botellitas de champú, muñecas hechas con medias. Incluso hicimos basureros para el resto de la escuela primaria, los armamos con diferentes compartimentos: amarillo para plástico y metales, azul para cartones y papeles y verde para el vidrio. Esto logró que los niños de otros grados también comiencen cuestionarse sobre el tema”, dice la docente .

Entre los elementos y herramientas creados con materiales reutilizados se destaca una “robot basurera” a quien los niños bautizaron con el nombre de Flor. Fue creada utilizando un tacho de pintura de 20 litros vacío y decorada con la técnica cartapesta, que son capas de papel cortadas a mano y unidas mediante un pegamento.

“A eso le incorporamos la programación y la robótica gracias a la colaboración del profesor Adrián Gordillo, de la Coordinación de Educación Digital”, dice Jessica y continúa: “hicimos una votación previa para que los alumnos eligieran entre un conejo, un león, un sapo y un monstruo; ganó el monstruo, mejor dicho la monstrua; porque luego ellos decidieron el género y el nombre”.

Los niños dirigen la robot utilizando el celular como joystick a través de una aplicación, también cuenta con un sensor para evadir objetos y la opción de trazar un recorrido predeterminado.

Cuidado del ambiente

“El eje principal del proyecto es el cuidado del medio ambiente y sobre el impacto de la basura en nuestra localidad. Pero se trata como un tema transversal. La robótica se utiliza como una estrategia para llamar la atención de los niños y permite que, mientras juegan, se acostumbren a la clasificación por color de los desechos”, subraya Ruth Monserrat, la directora.

El proyecto “Reutilizar” no sólo cambió la conducta dentro de la escuela y en las familias: los niños también salieron a recorrer la localidad para sensibilizar a los vecinos sobre el asunto. “Con telas en desuso hicimos 300 bolsitas para el súper y salimos a repartirlas por Simoca junto con folletos hechos por los chicos. Las personas los escuchaban con atención y hasta se cruzaban de calle para saber de qué se trataba”, relata Cárdenas.

Una tablet para Flor

Las autoridades municipales se enteraron del proyecto y donaron una tablet para manejar a Flor. Incluso enviaron a un arquitecto para charlar con los niños sobre mejoras e ideas que generen conciencia ecológica. En esta charla los niños le contaron de los diferentes colores para clasificar la basura y surgió la idea de instalar dos islas de contenedores en Simoca, una en la tradicional feria de comida que se realiza allí todos los fines de semana y otra en la plaza principal. Actualmente los niños intentan conseguir los tachos de 200 litros desechados para poder concretar este plan convirtiéndolos en estos contenedores.

En Simoca aún no cuentan con una planta clasificadora de basura pero eso no desalienta a estos pequeños, acompañados por sus docentes, están movilizando a la comunidad para instalar desde ya estas prácticas saludables y responsables: de alguna manera nos están diciendo que cuidemos el mundo donde ellos van a crecer y desarrollarse en unos años.

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