
La transición energética es, sin duda, una de las mayores prioridades globales del siglo XXI. Sin embargo, en medio de este fervor por un futuro verde, surge una pregunta incómoda: ¿Estamos ante una burbuja en el sector de las energías limpias?
La secretaría de Energía está terminando de redactar un proyecto de ley de ahorro y eficiencia energética, según adelantaron fuentes oficiales a Ámbito
Energía renovable05/01/2023La secretaría de Energía, a cargo de Flavia Royón, está terminando de redactar un proyecto de ley de ahorro y eficiencia energética, según adelantaron fuentes oficiales. La intención de las autoridades es elevar la iniciativa para su tratamiento al Congreso en marzo, ni bien se inauguren las sesiones ordinarias.
El diario argentino Ámbito explica que el ahorro y el uso eficiente de la energía es imprescindible para la lucha contra el cambio climático y la reducción de la dependencia energética.
Los últimos datos oficiales muestran que, en el acumulado a noviembre pasado, las importaciones energéticas de la Argentina sumaron 7.551 millones de dólares, equivalentes a 9% del total de las compras externas, con una suba de 62% respecto de igual periodo de 2021.
Si bien se espera que las compras de combustibles se reduzcan sensiblemente como consecuencia de la puesta en funcionamiento del gasoducto Néstor Kirchner (que unirá Vaca Muerta con los centros de consumo), el ahorro de energía sigue siendo gravitante en momentos en que el país enfrenta problemas de carencia de divisas.
Escasez que podría acentuarse de continuar las condiciones climáticas desfavorables (la sequía provocada por el fenómeno conocido como “La Niña”) que podría reducir en 10.000 millones de dólares las exportaciones agropecuarias.
Uno de los problemas que trajo el atraso tarifario a lo largo de casi 20 años, con la excepción del gobierno de Mauricio Macri, es que no existe una conciencia de la sociedad respecto al ahorro energético, un aspecto también clave para la reducción del consumo y el cuidado del medio ambiente.
En el armado de la iniciativa, el propósito oficial es incorporar programas de información y concientización sobre ahorro y eficiencia en todos los niveles: residencias, industrial, edificios públicos.
En lo que concierne específicamente a los edificios públicos, de todo el país, se prevén las siguientes medidas:
La propuesta también incluye un marco normativo para el etiquetado de viviendas y programas de formadores para que puedan certificar. Habrá “incentivos para aquel que ahorre y use eficientemente los recursos”, adelantan en los despachos del gobierno.
La norma en elaboración incluye acciones a implementar en el orden residencial como así también medidas para fortalecer los segmentos de la generación y la distribución.
Las acciones para implementar en el orden federal a nivel residencial consisten en:
Identificación de medidas de bajo y moderado costo, de alto impacto en demanda y en emisiones de GEI, con foco en hogares vulnerables.
Actualización de bloque energético de la ENGH.
Elaboración de mecanismo único de cálculo de pérdidas de sistema de distribución.
Implementación de sistema unificado de etiquetado de eficiencia energética de viviendas (para residenciales)
En cuanto al segmento de la generación, se propondrá:
Por último, las mediadas para el fortalecimiento del segmento de la distribución contemplan la estandarización de criterios regulatorios en materia de:
La intención de las autoridades del área económica es buscar “el mayor consenso con todos los bloques políticos del Congreso para que el proyecto se trate en comisiones parlamentarias y salga por unanimidad en el recinto”, según señalan.
La crisis energética producto de la guerra en Ucrania provoco, por ejemplo, que Europa es uno de los continentes que más preocupación manifiesta por el problema energético.
En septiembre pasado, el Parlamento comunitario dispuso un recorte del consumo de energía final (los consumidores) de al menos un 40% para 2030, y del 42,5% en el consumo de energía primaria (la demanda total de energía dentro de un país).
Un área importante de mejora es la calefacción y la refrigeración de los edificios, que representa el 40% de toda la energía consumida en la Unión Europea.
Se estima que alrededor del 75% de los edificios son energéticamente ineficientes. El objetivo es que en 2050 los edificios del Viejo Continente apenas consuman energía.
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