Día Mundial del Agua: cada gota vale oro en la producción de alimentos

Las estrategias de la agroindustria para revalorizarla, con herramientas más eficientes. Siembra Directa, riego y las nuevas pruebas en la Patagonia.

Agua y Glaciares06/04/2020
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Tierra, sol y agua son los tres recursos naturales vitales para la vida. Dicen desde la FAO que la escasez de agua puede ser uno de los grandes retos de los años venideros. En un contexto en el que, ante la pandemia de coronavirus la producción de alimentos ha tomado una mayor relevancia (con consumidores ávidos por stockearse), y en conmemoración del Día Mundial del Agua, resulta oportuno repasar algunas de las estrategias que desde el campo y la agroindustria se están tomando para hacer un uso más eficiente de cada gota. En definitiva, de esto dependerá la seguridad alimentaria.

En esta oportunidad, el lema para el Día Mundial del Agua (que se celebra desde 1993) es “El agua y el cambio climático”. El agua utilizada para producir los alimentos es mucha más de la que se usa para tomar. Por eso, la agricultura es, por lejos, el mayor usuario de agua, con casi el 70 por ciento del consumo total, y hasta un 95 por ciento en algunos países en desarrollo.

En este sentido, hay que saber lo que es la huella hídrica (HH), que, para ser concretos, es la cantidad de agua necesaria para fabricar o producir un producto o bien. Así, Vilella contó que producir un kilo de carne bovina requiere 15.000 litros de agua, un kilo de cerdo 4.000 litros o un kilo de cereales 2.000 litros.

“El agua es un recurso básico fundamental para el desarrollo de muchos sectores productivos pero la gestión del uso del agua es compleja y requiere de muchos actores sentados en una misma mesa, por eso, desde la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) se decidió crear hace 7 años el Programa Red Aqua, justamente, pensado para facilitar los enlaces que permitan una mejor gestión del agua en la producción”, explicó el director Adjunto del Proyecto Red Aqua, Diego Heinrich.

En el marco del programa, además de tener estrechos lazos con líderes en la materia como Holanda (porque también hay que saber administrar el exceso de agua), Australia y España, se ha puesto en marcha un proyecto llamado Freatdata, que tiene que ver con la colocación, en una primera instancia en campos de la chacra Los Surgentes-Inriville, una red de freatímetros digitales, que transmiten datos en tiempo real del estado de las napas permiten tomar decisiones agronómicas.

Ahora bien, ¿qué se ha estado haciendo para que cada gota sea convertida de la manera más eficiente en granos, frutos, leche o carne?

Cuidar la gota de agua que llega al suelo producto de precipitaciones es una de las estrategias que se han adoptado. En este sentido, la siembra directa, tan difundida en la producción de cultivos extensivos en Argentina (más del 90% de la superficie) se una herramienta clave.

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Es simple, cuando se practica la siembra directa, las gotas, en vez de caer directamente sobre la tierra desnuda, generando en terrenos pendientes una corriente de agua hacia las zonas más bajas, lavando nutrientes y arrastrando (literalmente) el suelo, lo hacen sobre un colchón vegetal que no sólo impide o reduce esta corrida de materia orgánica, sino también protege esa gota del sol evitando que se evapore rápidamente. Además, en suelos que son de filtración lenta, permite que esas gotas vayan ingresando de a poco, como si fuera un colador.

Otra estrategia, algo más reciente, es la utilización de lo que se llaman cultivos de servicio. Que tienen muchos beneficios, pero entre ellos, está el plus de “hacer suelos”. Esto es, con sus raíces, mantener los suelos vivos, porosos, permeables para recibir cada gota.

Riego eficiente

El formato más común de irrigación artificial es a través de mantos. En terrenos con una leve pendiente, se aporta agua desde la zona alta para que corra por el surco entre los cultivos o frutos. Pero este sistema es el más ineficiente de todos, porque se desperdicia mucha agua y no es aprovechada totalmente por los cultivos.

En este sentido, hay otros formatos que aportan a la revalorización de cada gota. Uno de ellos son los distintos formatos de riegos por aspersión, en los que el agua llega como una lluvia sobre los cultivos.

El tercer formato, el más eficiente pero también que requiere mayor inversión, es el riego por goteo que puede ser superficial o, bien directo a las raíces, enterrado.

Energías alternativas que ayudan

“Una evaluación de potencialidad de riego en Argentina realizado entre 2008 y 2013 por la FAO determinó que hay tierras y agua disponibles mayormente en las provincias patagónicas, alrededor de 6 millones de hectáreas potencialmente irrigables”, contó Heinrich. Claro que las inversiones que demandarían hoy son imposibles de pensar. Pero el potencial está. “El desafío es grande porque hay que ver no sólo disponibilidad de agua, también de energía, de desarrollo de cadenas de valor regionales, personal, etc”, esgrimió Heinrich.

Respecto de los cursos de agua que pueden servir para la producción agrícola, Argentina es emblemática en este aspecto. El Río Negro, por ejemplo, que nace de la confluencia de los ríos Neuquén y Limay, lleva de 800 a 1000 metros cúbicos por segundo que terminan salinizando en su desembocadura al Océano Atlántico.

Ya hay en Argentina desarrollos de empresas y productores que están tratando de aprovechar esta agua.

En algunos de estos sitios, con suelos que pueden servir para la producción de alimentos, la traba es que los registros hídricos son muy bajos. Puntualmente para estos casos, se está evaluando utilizar energías alternativas como la eólica o la solar, para hacer funcionar las bombas que permitan extraer el agua de ríos o arroyos convirtiendo zonas desérticas en vergeles.

Los criterios ambientales importan cada vez más en la decisión de compra de los consumidores frente a las góndolas del mundo. Esta situación fomenta caminos más sustentables en la producción y el uso del agua es fundamental en ese proceso. Por eso, la reducción de la huella ambiental (en general, e hídrica en particular) puede ser una oportunidad para hacer más competitivas las exportaciones de alimentos.

Fuente: Clarín (Argentina)

 

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