Tucumán: un desarrollo agroecológico para el mundo

Basado en hojas de frutillas, una invención que da un paso en el camino hacia la agroecología

Noticias Generales29/06/2020
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La consigna del Ministerio de Ambiente ha sido clara: un basta a la producción a gran escala, con base agroecológica. Científicos de Tucumán hallaron la forma de cuidar los cultivos, proteger las plantaciones y fortalecerlas, sin fertilizantes, venenos, glifosato o derivados. Este descubrimiento, basado en hojas de frutilla, es fundamental de cara al futuro productivo. La patente internacional se encuentra a nombre del Conicet y de la Estación Experimental.

En medio del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, los científicos del Instituto de Tecnología Agroindustrial del Noroeste Argentino (Itanoa), dependiente del Conicet y de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) lograron un descubrimiento fundamental de cara al futuro agroecológico de la producción nacional. Basado en hojas de frutillas, se dio un paso más en la historia de la producción sustentable y saludable: se trata de un logro biotecnológico que soluciona cuestiones agroindustriales: controla plagas, les permite crear defensas y los hace más productivos.

La agrónoma Paula Filippone, el bioquímico Carlos Grellet y la biotecnóloga Pía di Peto son a quienes les debemos el mérito y la oportunidad dar otro paso más hacia la sustentabilidad. La regla general de la producción agrícola lleva la insignia de Monsanto. Sin embargo, es tiempo de cambiar eso e ir hacía un lugar donde la naturaleza y el ser humano convivan, y no donde el segundo mercantilice al primero. El método agroecológico propuesto por los científicos da ese paso, y avanza hacia la necesaria transformación en las formas de cultivar, producir y comercializar.

La revista Scientific Report, de la editorial Nature, publicó el paper de la investigación. La misma explica los motivos por los cuáles, las hojas de las frutillas funcionan como fertilizante natural y cómo repelente y fortalecedor del sistema defensivo de las células vegetales. “Se sabía que el extracto crudo tenía propiedades muy buenas; ‘fumigábamos’ con el ‘juguito’ y las plantas no sólo quedaban protegidas sino que además aumentaban el rendimiento”, detalló el bioquímico Grellet.

El logro, en definitiva, implicó descubrir la molécula fundamental: hay que encontrar las composiciones actuantes, purificarlas y determinar la estructura química de las mismas. Paula Filippone argumentó que fue un arduo trabajo encontrarla: “Buscamos durante años. Empezamos suponiendo que era una proteína, porque se conocen sus capacidades antimicrobianas; pero las pruebas nos daban resultados raros”. En este sentido, añadió que “logramos aislar varias moléculas; y caracterizar tres, pero aún faltaba trabajo”.

El descubrimiento, además de un paso hacia la agroecología, supone, en principio, un avance en términos científicos. La cualidad más destacable es que hallaron azúcar en la composición molecular, lo cual da indicios de un tipo particular de partículas. “Entonces recurrimos a Alicia Couto, del Departamento de Química de la UBA y referente argentina en azúcares, y su equipo encontró la respuesta”, destacó Filippone.

La molécula encontrada es un glucolípido, es decir, una molécula que presenta una mezcla de azúcar y de grasas. Atilio Castagnaro, director del Centro Científico Tecnológico CONICET en Tucumán, y quien fuese pionero en la investigación de estas moléculas, admitió que el hallazgo constituye toda una nueva perspectiva sobre la presencia de partículas en la naturaleza: “es la primera vez que se encuentra este tipo de molécula en la naturaleza”, destacó.

En este sentido, el extracto que debía realizarse requería de un proceso especial. “Hay distintas maneras de hacer un extracto. Pero necesitábamos un método poco costoso y no tóxico. El resultado fue mi tesis doctoral, que logró el primer lugar en la Categoría Tesis de Posgrado de los premios Biovalor, de la Secretaría de Agroindustria de la Nación”, narro la biotecnóloga Pía di Peto. Y la forma que adquirió el extracto resultó bastante particular.

Se llevó a cabo un macerado en agua con limón de las hojas secas (y molidas) de la planta de frutilla. Lo que continuó el proceso fue la precipitación con etanol (más conocido como alcohol), y lo que añadió la biotecnóloga, en este sentido, fue que “las mejores hojas son las últimas, luego de la cosecha, por lo tanto aprovechamos el material de descarte”. El informe arrojó que en soja y en cítrus, el crecimiento fue estimulado al igual que las defensas de las plantas, y que la actividad antimicrobiana contra bacterias y hongos fue en aumento (el estudio detalla que el Penicillium digitatum y Geotrichum citri aurantii ocasionan importantes enfermedades de poscosecha).

Carlos Grellet concluyó que “las diferentes actividades del extracto dependen de su concentración Si es baja, mata microorganismos; en concentración media, actúa elevando las defensas de las plantas, y la alta estimula la productividad. Esa información es clave para las decisiones de manejo de campos”.

Las investigaciones de esta índole son fundamentales, y están enmarcadas en lo que es objetivo para el Ministerio de Ambiente de la Nación. Una transición a la agroecología y a la producción equilibrada, sustentable y sostenible es menester de cara al futuro del planeta. La puesta en marcha de un programa de este estilo marca el parámetro del camino necesario. Es tiempo de dejar de dañar a la naturaleza, y construir a la par y no sobre ella.

Fuente: Radiográfica (Argentina)

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