
Los árboles pueden ser poderosos aliados en la lucha contra el calentamiento global, porque pueden absorber CO2. Pero plantarlos no es de por sí la única herramienta adecuada para abordar la crisis climática
Mientras varias regiones, desde la Amazonia hasta el Ártico, sufren por el avance de las llamas, los expertos advierten que potencian el cambio climático; el dióxido de carbono que liberan y la desaparición de vegetación, claves del impacto
Arbolado01/09/2019 Fuente: Kendra Pierre-Louis (NY Times)La c uenca del Amazonas está en llamas. Del otro lado del Atlántico, se queman vastas franjas de la sabana centroafricana, y las regiones árticas de Siberia arden fuera de control. Si bien el fuego en América del Sur se convirtió en una crisis internacional, apenas representa una parte de las numerosas regiones del mundo que están actualmente en llamas. Y la severidad y extensión de esos incendios a zonas que raramente se incendiaban alimentan los temores de que el cambio climático esté exacerbando los riesgos.
El aumento de las temperaturas y de las sequías "seguirá potenciando las chances de que se produzcan incendios", advirtió John Abatzoglou, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Idaho, que también señaló el riesgo de "fuegos globales incontenibles" si la tendencia al calentamiento se perpetúa.
Los incendios forestales contribuyen al calentamiento global no solo por el dióxido de carbono que liberan en la atmósfera, sino también por la desaparición de árboles y vegetación que absorben esas emisiones de efecto invernadero. Durante este año también crecieron exponencialmente los incendios en algunas regiones árticas que históricamente rara vez se quemaban.
Desde julio, el fuego calcinó 2,5 millones de hectáreas de bosque siberiano, y en Alaska los incendios consumieron más de un millón de hectáreas de tundra y bosques nevados, lo que según los investigadores sugiere que la combinación de cambio climático e incendios forestales podría alterar de manera permanente la composición de los bosques de la región.
Por razones geográficas, económicas, políticas y climáticas, los incendios forestales no pueden ser categorizados de manera genérica: cada uno es diferente y puede entrañar un combo de causas distintas. "Están los fuegos intencionales, provocados para desmontar tierras. También los hay en regiones remotas que probablemente no deberían estar quemándose, por lo menos no con esta severidad, de no ser por el cambio climático", dijo Abatzoglou.
Alrededor del mundo, esos factores a veces interactúan de maneras diametralmente opuestas.
La Amazonia e Indonesia
La crisis en la Amazonia es un ejemplo de fuegos intencionales para limpiar tierras desmontadas y dedicarlas al cultivo o el pastoreo de ganado. En el caso de Brasil, ese proceso se ve impulsado por el aumento de la demanda internacional de soja y carne, en especial desde que China se convirtió en un país más rico.
Entre 2004 y 2012, la deforestación en la región había descendido, pero eso cambió en 2012. El presidente Jair Bolsonaro impulsó la expansión de los agronegocios y rechazó cualquier idea de ampliar la protección de los grupos indígenas que viven en la selva, lo que implica que el ritmo de la deforestación podría acelerarse aún más.
Los primeros informes dejan entrever que los incendios de este año, coincidentes con la temporada seca en la Amazonia, podrían empeorar, en parte porque la guerra comercial entre Estados Unidos y China -uno de los mayores importadores de soja- obligó al régimen a buscar proveedores para reemplazar a los productores rurales norteamericanos. De todos modos, "aún no se sabe a ciencia cierta la extensión del área quemada", advirtió Laura Schneider, profesora del Departamento de Geografía de la Universidad Rutgers.
La drástica diferencia es que actualmente la agricultura industrializada en la Amazonia hace que los terrenos deforestados queden desmontados de manera permanente. Y, sin embargo, se sigue quemando: antes de resembrar, los productores suelen quemar los campos para limpiar los rastrojos de la cosecha anterior. Eso explica los incendios actuales.
El mismo patrón se repite en el sudeste asiático, donde entre 1990 y 2005 se perdió el 71% de los bosques de turba de Sumatra, Borneo y Malasia peninsular. En muchos casos, esos bosques fueron reemplazados por campos productores de aceite de palma, un insumo que se usa para casi todo y que constituye uno de los cultivos más importantes de la región. Este mes, Indonesia declaró una emergencia por los incendios.
El Ártico
Aunque ambos casos involucran la quema de turba, los fuegos en Indonesia son bastante distintos de los que ocurren en el extremo norte del planeta, incluido el Ártico. Durante este verano boreal, los fuegos arrasaron la región, incluidas Alaska, Groenlandia y Siberia, lugares que en el pasado no solían incendiarse.
Los fuegos allí se ven potenciados por el aumento de las temperaturas, que secan la vegetación y las vuelven más proclives a quemarse. Muchos investigadores señalan que esas mayores temperaturas árticas son señal de que el cambio climático es más acelerado en esa región que en el resto del mundo. Durante este verano boreal, por ejemplo, en algunas partes de Alaska se batieron temperaturas récord: el 4 de julio, en Anchorage se registraron 32°C, cuando la temperatura promedio para esa fecha es 23°C. Y así como aumentaron los focos de incendio, también las emisiones de dióxido de carbono, que alcanzaron los niveles más altos desde que se empezaron a tomar registros, en 2003.
Tan solo durante los primeros 18 días de agosto, los fuegos en el Ártico emitieron 42 megatones de dióxido de carbono. Esa cifra elevó el total para los meses de junio, julio y la primera parte de agosto a más de 180 megatones, o sea, unas 3,5 veces más de lo que emite Suecia en todo un año.
Para los expertos, los incendios no solo son una señal del cambio climático, sino que también pueden exacerbarlo, debido al hollín que libera la quema de turba, rica en carbono. Cuando el hollín se deposita en los glaciares cercanos, el hielo absorbe la energía del sol en vez de reflejarla, acelerando el derretimiento del glaciar.
California y África
Mientras que los incendios en el Ártico son inusuales, no todos son tan inesperados. En algunos lugares, tiene gran incidencia el ciclo de estaciones de los incendios, y uno de los mejores ejemplos es la costa oeste de Estados Unidos.
A nivel mundial, la mayoría de los incendios son provocados por los humanos, ya sea accidental o intencionalmente. Sin embargo, una de las razones por las que California parece tener incendios todos los años es porque ese estado así como gran parte de la costa oeste son zonas que los investigadores llaman "ecosistemas adaptados al fuego". Algunos paisajes, a lo largo del tiempo, han evolucionado y no solo toleran el fuego, sino que lo necesitan.
Un patrón similar se observa en los incendios de algunas regiones subsaharianas. Según Abatzoglou, los ecosistemas de sabana que están al norte y al sur de la selva tropical africana se queman de manera bastante predecible cada dos o tres años.
"Es realmente el ecosistema más proclive a incendiarse de todo el mundo -dijo-. Tiene la combinación exacta: es lo suficientemente húmedo como para que haya buena cantidad de combustible y lo suficientemente seco para quemarse".
Sin embargo, el cambio climático tuvo efectos drásticos sobre los incendios forestales. Una investigación publicada este año deja entrever que los incendios en California son 500% más grandes de lo que habrían sido de no mediar el cambio climático.
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