Según estudios, Venezuela perdió más de 4 millones de hectáreas de sus ecosistemas naturales en casi cuatro décadas

La Amazonía guayanesa, al sur del río Orinoco, conserva el 85 % de sus formaciones boscosas, pero se trata de una zona donde la recuperación ante cualquier disturbio, como minería y deforestación, es sumamente lenta

Arbolado28/02/2025Marcos BachMarcos Bach
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MARCOS BACH

El 78 % del territorio venezolano conserva sus coberturas naturales, no sólo bosques sino también otros como herbazales, arbustales y sabanas, aunque con distintos niveles de intervención. Ese es uno de los hallazgos de Mapbiomas Venezuela, una iniciativa que genera mapas y datos sobre el uso y la cobertura del suelo en el país, basándose en imágenes satelitales, y que tuvo su más reciente actualización en noviembre de 2024. De acuerdo con el análisis, cerca del 62 % del territorio son formaciones boscosas y entre 1985 y 2023 se perdieron alrededor del 4 % de los ecosistemas naturales en todo el país. Esto último, implica la pérdida de más de 4 millones de hectáreas en casi cuatro décadas.

Las imágenes permiten identificar dos regiones contrastantes en Venezuela: al sur del río Orinoco se concentran el 79 % de las formaciones boscosas, mientras que al norte, donde reside más del 90 % de la población y se localizan los principales centros urbanos e infraestructuras, se ubican el 94 % de las áreas transformadas por usos agrícolas. En esta región norte, además, predominan las formaciones herbáceas y arbustivas del país.

Para Rodrigo Lazo, coordinador técnico del programa Amazonía en Provita, organización que participa en la elaboración de MapBiomas, “es como tener dos Venezuelas: una al norte del río Orinoco, totalmente intervenida, y otra al sur, con grandes extensiones de bosque, pero donde la minería y la actividad agrícola comienzan a expandirse”.

Lazo también comenta que ahora se puede decir claramente que el mayor porcentaje de cambio está ocurriendo al norte y no al sur del país. “Pero esa información, que se ve tan sencilla en un mapa, no existía antes porque en Venezuela las estadísticas son muy gruesas, están desactualizadas o tienes sólo estudios regionales que son poco detallados”, comenta.

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Elaboración: Mapbiomas Venezuela.

Así cambió el país en casi cuatro décadas

En los 39 años de análisis, se detectó la pérdida de 4.16 millones de hectáreas de coberturas o ecosistemas naturales, de las cuales 3.62 millones se han perdido en el norte y 540 mil, en el sur.

La región norte ha visto un incremento en la superficie alterada por actividades humanas, principalmente agrícolas, pasando del 40 % en 1985 al 48 % en 2023, lo que ha afectado bosques, herbazales y arbustales.

En 1985 las áreas agrícolas (38.9 %) y las formaciones boscosas (36.1 %) ocupaban superficies similares. Sin embargo, en 2023 las áreas agrícolas ya superaban a las formaciones boscosas en cerca de 17 %. “La zona norte está altamente intervenida y se debería hacer todo lo posible para que no siga transformándose, porque tiene altos niveles de endemismos”, dice Tina Oliveira, coordinadora de Sistemas de Información Socioambiental en la ONG Wataniba.

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Elaboración: Mapbiomas Venezuela.

Al sur del país el panorama es completamente distinto y la pérdida de formaciones boscosas es considerablemente menor, pues sólo se ha transformado el 1.7 %, entre 1985 y 2023. El 85 % de la región continúa dominado por las formaciones boscosas (52 563 500 hectáreas) y solo el 2 % de su superficie se destina a usos agrícolas.

Esta realidad contrasta con la de otros países como Colombia, que en 2023 perdió 44 274 hectáreas de bosques amazónicos y en 2024 la cifra pasó a cerca de 68 000 hectáreas.

Para la Amazonía venezolana, Oliveira considera que la actividad agrícola está relativamente contenida, en gran medida, debido a que “esos suelos se encuentran en el Escudo Guayanés y son muy pobres en nutrientes, a diferencia de los suelos amazónicos colombianos que tienen una influencia de la Cordillera Andina, muy rica en sedimentos”.

En nuestra Amazonía todo depende de la maravillosa bomba de ciclaje de nutrientes. Si tú rompes ese equilibrio, se acabó todo. Es muy difícil y lento que la Amazonía venezolana se recupere.

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Elaboración: Mapbiomas Venezuela.

Una minería que crece velozmente

Desde hace varios años la minería en estados amazónicos como Bolívar preocupa a los expertos. Mapbiomas encontró que actualmente la superficie dedicada a esta actividad en el país no representa una gran extensión, pero sí creció exponencialmente en 39 años, al pasar de 23 000 hectáreas en 1985 a 203 900 en 2023, es decir, un incremento de 789 %.

Por ejemplo, el estado Bolívar tiene una superficie de uso minero 13 veces mayor a la de 1985 y la del estado Guayana Esequiba es 8 veces mayor. Este último territorio se encuentra en disputa con Guyana desde hace más de un siglo, pero Venezuela decidió anexarlo oficialmente a su mapa en 2024.

Wataniba, como parte de Mapbiomas Venezuela, ha hecho énfasis en que si bien el área que ocupa la minería es relativamente “pequeña”, lo cierto es que ha tenido una tasa de crecimiento alta. Es decir, el cambio en superficie desde 1985 ha sido notable en términos porcentuales. La organización destaca que la minería tiene muchos impactos no relacionados con la extensión territorial que no pueden verse en las imágenes de satélite y, probablemente, el mayor impacto ecológico de la minería de oro es en el agua y en ecosistemas acuáticos.

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Así se ve la devastación ambiental generada por la minería ilegal en Yapacana, a 200 kilómetros de la frontera de Guainía, entre Colombia y Venezuela. (2022).

Las especies acuáticas pueden fijar el mercurio, que se va acumulando a lo largo de las redes tróficas, llegando a las especies depredadoras, muchas de ellas de consumo humano. Agregan en Mongobay, estas especies suelen ser migratorias, recorriendo grandes distancias, de manera que la contaminación llega a las poblaciones humanas locales u ocasionales. Es por esta razón que una gran parte de la Amazonía venezolana y, en general de las cuencas de los ríos Orinoco y Cuyuní, están afectadas y muchas especies de consumo humano tienen altos valores de mercurio en sus tejidos y, por tanto, las poblaciones que se alimentan de ellas.

Según los expertos que han participado en la elaboración de los mapas de MapBiomas, la minería ha impulsado otras actividades, como la agricultura, lo que ha modificado las coberturas vegetales en Venezuela, donde muchas áreas han sido intervenidas para producir alimentos destinados a las zonas mineras. Rodrigo Lazo agrega que “desaparecen partes del bosque, las utilizan dos o tres años para producción agrícola y después las abandonan. El problema es que la regeneración de ese bosque es muy lenta y los suelos son pobres”.

Preocupaciones y retos

Mapbiomas Venezuela también destaca el progresivo aumento de las áreas urbanas, que han crecido más de un 60 % en los últimos 39 años, al pasar de 216 400 hectáreas en 1985 a 347 000 en 2023.

Respecto a este tema, Carlos Enrique González, geógrafo y coordinador del Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica y Modelado Ambiental (LSIGMA) en la Universidad Simón Bolívar, comenta que se está impulsando la iniciativa MapBiomas Urbano, junto a especialistas del Departamento de Planificación Urbana de la misma universidad, para estudiar cómo evolucionan estas ciudades, con las conurbaciones que existen entre ellas y otros fenómenos como las tasas de crecimiento. Rodrigo Lazo añade que las ciudades más grandes al sur del Orinoco están muy cerca del río y es en esa zona de la Amazonía venezolana donde están ocurriendo los mayores cambios en las coberturas vegetales.

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Elaboración: Mapbiomas Venezuela.

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Balsa minera en el río Caura, donde ya se practicaba minería ilegal. Foto: Fritz Sánchez

González no solo expresa preocupación por la expansión urbana desordenada y la falta de planificación ambiental, sino también por el avance acelerado de los cultivos de palma aceitera en las planicies deltaicas del río Orinoco. “En otros países, como Indonesia y Malasia, la expansión de la palma aceitera ha generado graves problemas ambientales, como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el desplazamiento de comunidades locales. En Venezuela, este fenómeno ha pasado desapercibido en gran medida, pero no por ello deja de ser alarmante”, advierte el investigador.

González y su equipo trabajan en identificar y documentar el proceso de ocupación y expansión de estos cultivos, que están transformando el uso del suelo en zonas de alto valor ecológico. “La palma aceitera está avanzando sobre ecosistemas frágiles, como los humedales y las selvas tropicales del delta del Orinoco, lo que podría tener consecuencias irreversibles si no se toman medidas urgentes”, señala. Además, destaca la necesidad de implementar políticas que equilibren el desarrollo agrícola con la conservación ambiental, promoviendo prácticas sostenibles y evitando la degradación de los ecosistemas.

MapBiomas Venezuela hace un gran esfuerzo en la generación de mapas y datos sobre el uso y la cobertura del suelo en el país, lo cual es fundamental para la planificación y gestión del territorio. Para Mylene Gutiérrez, especialista en sistemas de información geográfica de Provita, uno de los principales retos es la mejora en la calidad de los datos y la incorporación de mucha más gente, tanto expertos como ciudadanos, para fortalecer las capacidades locales. “Nosotros estamos generando los mapas, pero hay expertos que han trabajado en las regiones que nos pueden ayudar, incluso usuarios que hacen ciencia ciudadana. Es un proceso de retroalimentación que nos puede ayudar a generar datos cada vez más precisos”, concluye.

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