Compost: convierta desechos en nutrientes, en su propio jardín

Con el tiempo, los residuos verdes se convierten en humus, que devuelve los nutrientes al ciclo natural y mantiene o incluso mejora la fertilidad del suelo

Residuos 23/06/2022
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Todos los residuos "verdes" que tengamos de la cocina pueden servir para hacer compost

De esta manera se puede prescindir de fertilizantes artificiales o de productos de turba perjudiciales para el medio ambiente en el propio jardín, explica Ralf Menzel, investigador de la Agencia Alemana de Medio Ambiente.

El compost se obtiene a partir de diferentes materiales orgánicos que son sometidos a un proceso biológico.

Básicamente, cualquier residuo verde puede guardarse en una compostera o recipiente plástico con tapa.

Se trata de una enorme cantidad de materia prima llena de valiosos nutrientes que pueden ser devueltos al jardín en forma de compost.

No se deben colocar en la compostera residuos verdes que tengan hongos u enfermedades, ni tampoco malezas con raíces o semillas.

“El proceso de compostaje y temperatura por supuesto no es comparable con las grandes plantas de compostaje”, señala Menzel. Es importante evitar que las semillas infectadas, las esporas y los patógenos entren en la compostera, ya que al distribuir más adelante el abono se vuelven a incorporar a la naturaleza, agrega.


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Por lo general lleva entre seis y doce meses que los desechos se conviertan en un compost que podamos utilizar


¿Cómo hacer el compost?

Los expertos coinciden en que en el caso de los residuos verdes de cocina todo puede ir al compost, pero no hay una postura unánime sobre el resto de los residuos.

La Agencia Alemana de Medio Ambiente considera incluso que el papel de cocina o el periódico pueden compostarse en pequeñas cantidades, como así también algunos lechos de animales, filtros de café, té y cáscaras de huevo.

Por su parte, Hagen Knafla, ingeniero horticultor y especialista en suelos y sustratos, subraya que sólo deben utilizarse residuos de cocina procedentes de frutas y verduras crudas.

El experto considera que los alimentos hervidos y los productos de origen animal deben desecharse en el cubo de basura, de lo contrario los residuos atraerían a las ratas.

El compost debe tener contacto con la tierra, es decir, si se compra un contenedor de abono debe ser un modelo abierto por debajo. Esta es la única manera en que los insectos pueden acceder del suelo y trabajar en los residuos verdes.

La base puede ser una capa de ramas finas, que asegura que la lluvia no se acumule y que los residuos verdes aún reciban aire. Luego se colocan alternadamente los residuos más finos y los más gruesos. Esto también proporciona una mejor ventilación.

La prueba del berro

El proceso de conversión de material vegetal en humus se inicia automáticamente. “Mezclando un poco de tierra con el compost de la temporada anterior se puede acelerar el proceso”, explica Menzel, para quien los llamados iniciadores de compost que se ofrecen en la tiendas no son necesarios.

Por lo general, los procesos de conversión duran entre seis y doce meses. “El compost terminado huele a tierra fresca de bosque”, sostiene el ingeniero.

También puede hacerse la llamada prueba del berro para determinar el grado de madurez del compost. Se mezcla un puñado de abono con tierra de jardín y se coloca en un pequeño recipiente. Después de humedecerlo con agua se siembra el berro. El recipiente se cubre luego con una tapa transparente y se coloca en un lugar claro pero no soleado.

Si las semillas germinan normalmente y no muestran una coloración o crecimiento anormal, el compost está maduro. De lo contrario, aún no es adecuado para utilizarlo como abono.

Knafla aconseja esparcir el abono entre las plantas y en el césped en otoño. “El compost es rico en potasio y este nutriente fortalece el césped para el invierno”, destaca.

No es una produccion propia, la fuente es Prensa Libre (Guatemala)

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