Se juntaron vecinas y armaron una huerta en la vereda

Hace tres años las vecinas de Biarritz y Caracas comenzaron a armar en cajones de verdulería lo que más tarde bautizarían con el nombre “La Huerta de la Cuadra”, te contamos su historia.

Arbolado24/01/2020
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Las vecinas de Biarritz y Caracas armaron una huerta en la vereda de sus casas. Te contamos su experiencia.

¿Cómo se les ocurrió armar una huerta en la vereda?
 
Patricia: Yo tenía en la terraza de mi casa una huerta que fue creciendo y como ya no tenía más lugar empecé a sacar a la vereda dos cajones y un jardín vertical que había armado con pallets. Al principio los guardaba a la noche hasta que una vecina me dice: ¿por qué los metés adentro? No sé, le contesté, bueno si se la llevan hacemos otra. Esa frase siempre la tenemos dando vueltas. Hace tres años que están ahí.
La gente pasaba, preguntaba y en marzo de ese año, en otoño, pintamos los cajones que eran de verdulería, con unas nenas que pasaban por acá. Sembré mis primeras semillas de morrones, transité un circulo de permacultura, una cosa llevó a la otra, hice un curso en Pro Huerta, seguí conociendo gente que se sorprendía de lo que estábamos haciendo y en primavera de ese año hicimos la primer gran movida y ahí conocí a Lili que pasó y compartimos las primeras semillas.


Liliana: yo vivo en la esquina y con mis hijos pasábamos a mirar y un día salió Patricia y nos pusimos a charlar, a los pocos días ella organizaba un evento, me invitó y empezamos a conocernos con la gente del barrio. Esto es así, uno llega al barrio y te saludas con la gente.


Adriana: en febrero de hace dos años pasé con la bici y fue imposible no ver esto, no había visto nunca una huerta en medio de la calle. Paré, toqué timbre y salió Patricia que me contó todo lo que sabía.
Yo trabajo en un jardín de infantes y me dije: ¡yo quiero hacer esto! Había hecho intentos de armar una huerta, pero el jardín que está adentro de una escuela no tiene sol, ni tierra, no se puede cosechar nada, yo quería vivenciar con los chicos este camino. Tenía miedo de que si la hacía en la calle me la rompieran y cómo iba a manejar la frustración con los chicos. Patricia me dijo: “nadie te va a poder robar lo que ellos aprendieron”.
Entonces armamos la huerta en un espacio de una vecina, en la esquina de la escuela, en San Blas y Argerich, donde la tierra era seca. Empezamos a trabajar con los chicos de 6 to. grado, que son los padrinos del jardín, calcularon cuantos cajones necesitábamos, los pintaron e inauguramos. Armamos una compostera también.
Trabajar con los chicos y la tierra en una interacción constante, es mágico. Además, la comunidad está ávida de eso, pasan y agradecen. Aprendimos un montonazo. El primer año instalamos la huerta, el segundo año tuvimos que lidiar con las plagas y los bichos y fue espectacular lo que aprendieron.
 
¿Saben si se armaron otras huertas parecidas?
 
Patricia: sí, las llamamos huertas hermanas, pero estoy segura que son más como Mundo Huerta, donde Adriana es la maestra que lidera el proyecto; La Huerta de la Esquina, iniciada y cuidada por Liliana y su familia. En un centro de jubilados que se inspiró en Mundo Huerta.
Adriana: queda a una cuadra del jardín y la fuimos a visitar con los chicos. Está llena de plantas, toda pintada. Es de una riqueza impresionante trabajar con una huerta.
 
¿Cosechan y comen lo que produce la huerta?
 
Chelo: yo vivo en el edificio de la cuadra y no la conocía a Patricia. Acá hay un limonero y todos dejaban colillas de cigarrillo, latas, botellas, caca de perro en este árbol, era un basurero. Cuando a Patricia se le ocurrió armar la huerta todo comenzó a cambiar, ya no se ve más suciedad.
Crecen tomates, calabazas, la gente se para, habla con las plantas. Tengo una compostera en el balcón, donde crecieron plantas de tomate y tenía tantas que le di a Lili. Así uno va haciendo circular las plantas.
Mi nieto de 3 años está fascinado, aprendió un montón, sabe cómo es el ciclo del tomate, cuando se puede cosechar.
Liliana: el año pasado cosechamos unas 10 calabazas. La gente nos decía: “te las van a robar, sacalas”, es cierto que la gente se lleva, pero eso no es robar, si está en la vereda es para compartir. Distinto sería que dañen las plantas.
 
Tienen una página en Facebook, ¿no?
 
Patricia: Yo soy de sacar muchas fotos, entonces armé el blog: lahuertadelacuadra.blogspot.com.ar y después la página en Facebook: @lahuertadelacuadra.
No tuvimos la intención de que esto sucediera, fue ir escuchando lo que fue emergiendo. Tenía claro que quería que se sepa que esto también está pasando, no solo sucede lo que pasa en los noticieros y es posible. Acá hay condiciones dadas, pero creo que cada uno puede descubrir las propias. Esto se va construyendo, así como fortalecemos los lazos, los cajoncitos también se fueron sumando y ya estamos en la esquina.
 
¿Qué otras actividades hacen juntos?
 
Patricia: con cada cambio de estación nos juntamos amigos y vecinos  a hacer huerta y arte a cielo abierto, cada juntada es mágica. En el marco de esos encuentros un día salimos por el barrio a colocar los dispensers con bolsitas para la caca de los perros.
Adriana: la idea también es ganarse la calle, es fundamental porque cada vez estamos más adentro y más inseguros, esto de tomar mate en la calle es genial.
Patricia: tenemos compostera también. Hay gente que trae su orgánico y lo deja acá.
Liliana: es un aprendizaje además porque a mi mamá, por ejemplo, le cuesta entender cómo se separan los residuos, que no va todo junto, que lo que se recicla tiene que estar limpio, los chicos la tienen más clara.
Patricia: tenemos un acuerdo con la cooperativa El Ceibo. Los vecinos empezaron a traer su material reciclable acá porque, aunque haya campanas verdes, que son pocas, no se sabe a dónde va, quien lo busca, en cambio ahora saben que lo busca El Ceibo que tiene 150 familias que trabajan en la cooperativa. Fuimos a la instalación y vimos el trabajo que hacen, es realmente fabuloso.
 
¿Formaron una asociación civil?
 
Patricia: sí, el año pasado La Huerta de la Cuadra tomó forma de asociación civil, se llama Llantén, un guiño de la naturaleza a la ciudad. Somos parte de este colectivo que va tendiendo redes, ideas y contactos para vivir en armonía con la naturaleza en la ciudad. Para este año nos proponemos  apoyar e impulsar  la creación de más huertas en las veredas, favorecer  el aprender al aire libre y llegar a las instituciones educativas con el proyecto bioescuelas   https://www.facebook.com/llantenasociacioncivil/
 
¿Tuvieron algún problema con el Gobierno de la Ciudad?
 
Liliana: no, el otro día estaban censando los árboles, había dos chicos del Gobierno de la Ciudad tomando medidas en la huerta y en los árboles. Me dijeron que estaban relevando el estado de los árboles de la Ciudad por el tema de las podas.
 
¿Qué les dejó y les deja la huerta?
 
Patricia: derribamos mitos, cuando nos juntamos con los cambios de estación tomamos la calle, tomamos mate en el medio de la calle y los autos nos esquivan. Deja en evidencia claramente la necesidad que tenemos de juntarnos y compartir en comunidad. Es energético. ¡Es magia pura!
Adriana: pasan y nos preguntan: ¿cuánto cobran? En la huerta demás se vive el arte, la poesía…
Liliana: se crean vínculos con los vecinos y con la comunidad. Cuando uno se anima a salir, se empieza a ver que hay algo invisible que nos atraviesa. El mito de la inseguridad nos llevó a meternos adentro, pero si estamos todos en la vereda quien va a entrar a robar, si nos cuidamos entre todos, nos conocemos, charlamos. La huerta me ayudó a apropiarme de este lugar.

Fuente: Nueva ciudad (Argentina)

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