Toneladas de guantes y mascarillas. La factura de la pandemia

No tardaron en aparecer cientos de cubre bocas, guantes y botellas de sanitizante arrojados a la naturaleza. Expertos apuntan que es un escenario peligroso que debe mitigarse, mientras se impulsa la utilización de materiales de protección amigables con el ambiente.

Residuos 06/07/2020
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Durante las primeras semanas de la pandemia del coronavirus, muchos pensaron que semejante crisis por lo menos traería un respiro al planeta y al medio ambiente. En redes sociales, se viralizaron videos de delfines nadando en canales de Venecia, ballenas en la bahía de Acapulco nadando a sus anchas gracias a la ausencia de turistas, mantarrayas y otros animalitos aparecieron en Holbox, y la lista es larga. Pero no todos eran verdaderos.

¿Y qué tal las emisiones de CO2 que se dejaron de emitir porque la economía del mundo estuvo paralizada el primer semestre del año? ¿qué hay de eso? Sí, el consumo de combustibles fósiles en el mundo bajó 30% en abril; y de hecho, según un estudio publicado en Nature a finales de mayo, debido al confinamiento, las emisiones diarias de CO2 disminuyeron en abril 17% en comparación con el promedio del año pasado, y en algunos países llegó hasta 26%. A pesar de eso, resulta que a principios de junio el mundo alcanzó su máximo histórico de niveles de CO2 en la atmósfera. ¿Por qué? Según los expertos, se necesita mucho más que una pandemia para corregir el rumbo, porque el dióxido de carbono se puede quedar en la atmósfera hasta mil años. Llevamos décadas emitiéndolo en cantidades abrumadoras.

Pero hay un problema aún más grave y que es fácil de identificar sin instrumentos más sofisticados que nuestros ojos: el daño que están provocando en el ambiente los materiales de protección desechables que generan millones de personas alrededor del mundo durante la pandemia.

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En abril, el Politécnico de Turín estimó que tan solo en Italia, la reapertura demandaría cerca de mil millones de mascarillas y 500 millones de guantes desechables al mes. Citando este dato, la WWF italiana hizo un llamado a disponer de ellos de manera responsable. “Si tan solo 1% de estos se tiran de manera equivocada, esto resultaría en 10 millones de cubre bocas al mes dispersados en el ambiente”, dijo el comunicado. “Considerando que cada cubre bocas pesa 4 gramos, eso resultaría en la dispersión de 40,000 kilogramos de plástico en la naturaleza: un escenario peligroso que debe mitigarse”.

La WWF recordó que cada año llegan al Mediterráneo 570,000 toneladas de plástico, el equivalente a tirar al mar 33,800 botellas de plástico cada minuto –¡cada minuto!–.  Y los cubre bocas, los guantes y las botellitas de alcohol en gel no tardaron en aparecer. “Es la primera vez en 10 años que hemos encontrado este tipo de basura en el fondo del mar”, dice Julie Hellec a Gatopardo, vocera y encargada de la limpieza de playas de la organización Opération Mer Propre en Francia.

Las fotos y videos de los guantes, mascarillas y botellas de sanitizante que el equipo de limpieza subacuático ha encontrado en el fondo del mar llegaron a medios internacionales a principios de este mes. “Tan solo esta mañana encontré 10 litros de basura plástica en la playa”, dijo Hellec, quien cada semana recorre las playas de la Costa Azul recogiendo plásticos. “En ese volumen había 6 guantes y un cubre bocas. Es un problema catastrófico porque lo que encontramos en playas es solo 5% de lo que llega al mar. Todo esto pudo evitarse”los-efectos-de-la-pandemia-en-el-medio-ambiente-2-1920x1280

Guantes y tapabocas circulan por el mar
Las corrientes del mar se encargan de circular la basura por todo el planeta. Según Jahir Mojica, director general de SUEMA (consultora para la gestión sostenible de los residuos sólidos), en las playas de Quintana Roo el efecto es muy claro porque llegan desechos plásticos con etiquetas escritas en alfabetos asiáticos. Mojica dice que también han detectado guantes y cubre bocas en las playas, aunque aún no los han cuantificado.

Pero México genera suficiente basura por sí mismo. Basándose en las estadísticas de uso globales (cada persona usa entre uno y dos cubre bocas desechables por semana), Mójica estima que tan solo en la Ciudad de México la población en general producirá 25,000 toneladas de residuos plásticos de marzo a diciembre provenientes de 500 millones de artículos de protección desechables, y alrededor de 100 millones de mascarillas tipo N95. “De ahí la importancia de los cubre bocas reutilizables en la población en general y algunos trabajadores del Estado, claro que con las medidas de sanitización y cuarentena que se requieren para su reuso”, añade a Gatopardo.

En cuanto a trabajadores públicos de servicios urbanos, Mojica estima para este año una generación de 150 toneladas de residuos proveniente de 9 millones de guantes y mascarillas desechables. Otra parte importante vendrá de hospitales, aunque es menos de 10% de lo que produciría la población general de la Ciudad de México. Mojica estima alrededor de 2,000 toneladas de residuos plásticos hospitalarios, provenientes principalmente de 70 millones de guantes de látex, 20 millones de tapabocas desechables, 15 millones de batas, y 5 millones de mascarillas N95.los-efectos-de-la-pandemia-en-el-medio-ambiente-1

Desechos plásticos inevitables
Aunque sea mucho menos de lo que produce la población general, los materiales de protección desechables en los hospitales serán prácticamente inevitables. Así lo asegura Edgar Sevilla, quien fue presidente y es miembro fundador de la Asociación Mexicana de Bioseguridad. Sevilla, trabaja en un hospital COVID y tiene más de 10 años de experiencia en manejo de bioseguridad en hospitales públicos. No tiene permitido hablar en nombre de su hospital, por lo que lo hace a título personal. Dice que, aunque hay protocolos para esterilizar equipos de protección como las mascarillas N95, que incluyen tratamiento con rayos ultravioleta avalados por organismos internacionales, es difícil que los trabajadores acepten reutilizarlos.

“En algunos hospitales se ha intentado implementar sistemas para darle tratamiento a los N95, pero el personal se ha resistido en diferentes niveles a utilizar el material tratado”, dice Sevilla. “El personal desconfía del proceso, y la verdad es que por salud mental de todos solo se ha implementado en algunas áreas”.

El especialista explicó que cada día 25 personas aproximadamente atienden a cada paciente COVID-19 en terapia intensiva, y cada persona utiliza un kit de protección que incluye guantes, bata, una mascarilla N95, gorro, caretas y/o goggles. Los goggles y las caretas se pueden reutilizar, pero lo demás es desechable. Las mascarillas N95 y los gorros son los mismos durante un turno completo de aproximadamente 8 horas, y los guantes y las batas deben cambiarse por cada paciente. El logro de algunos hospitales fue dejar una sola bata de tela por cada cama, para que cada vez que el personal atiende a ese paciente utilice esa misma bata (conocida como bata de aislamiento).

Es poco lo que se puede reutilizar sin poner en riesgo al personal de salud. Por eso “no estamos pensando en el ambiente; estamos pensando en la seguridad de los trabajadores”, aclaró Sevilla. Según la Secretaría de Salud, al 14 de junio se han contagiado de coronavirus 32,388 trabajadores de la salud en México, más de 20,000 de ellos en la Ciudad de México.  El material de protección para ellos sigue siendo escaso.

“Según los expertos, se necesita mucho más que una pandemia para corregir el rumbo, porque el dióxido de carbono se puede quedar en la atmósfera hasta mil años. Llevamos décadas emitiéndolo en cantidades abrumadoras”.los-efectos-de-la-pandemia

Debido a la pandemia, los hospitales que atienden pacientes con Covid-19 han triplicado sus desechos peligrosos y biológico-infecciosos (RPBI), y aquellos hospitales encargados de atender a pacientes críticos han incrementado sus desechos hasta 6 veces, según Sevilla. En el caso del hospital en el que él trabaja, que antes generaba entre 4 y 6 toneladas de residuos al mes —más de 4 veces mayor al promedio de 1 tonelada en la capital—, ahora durante la pandemia genera unas 25 y 26 toneladas al mes.

“Cuando veo las noticias de los tiraderos clandestinos en Puebla pienso ‘eso no es nada, ¡es lo que nosotros estamos produciendo en un fin de semana!’”, dijo Sevilla, refiriéndose a los depósitos clandestinos con 2.5 toneladas de desechos hospitalarios que incluían residuos biológicos como sangre que encontraron en Puebla este mes. “Apestaba horrible, pero jamás pensamos que fuera algo así, venían en las madrugadas a descargar, pero ni quién dijera nada, hasta que los vecinos vieron que salía un perro con (el hocico untado de) sangre y fue que se avisó a Protección Civil”, dijo a AFP Juana Montiel, una ama de casa de la zona.

La NOM-087-2002 indica cómo deben clasificarse y disponerse los residuos hospitalarios, y aunque los hospitales contratan empresas para el manejo de éstos, los propios hospitales son también responsables de que se cumplan con las disposiciones para el manejo de los residuos, según el reglamento de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente en Materia de Residuos Peligrosos.

“En el hospital verificamos que nuestros desechos sí lleguen a recibir el tratamiento y disposición final adecuada”, dice Sevilla. Pero claramente hay otros que no lo están haciendo, y está en manos de las autoridades multar e incluso proceder penalmente en contra de los responsables del mal manejo de los RPBI.los-efectos-de-la-pandemia-en-el-medio-ambiente-6

Alternativas sustentables para el ciudadano común
Hace un año, el 25 de junio de 2019, la Ciudad de México prohibió el uso de productos plásticos de un solo uso, y enlistó como ejemplo bolsas, tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, globos y varillas para globos, vasos y sus tapas, charolas para transportar alimentos, aplicadores de tampones, fabricados total o parcialmente de plásticos. La medida entraría en vigor el 1 de enero de 2021, pero ya desde enero de 2020 en diferentes establecimientos como supermercados y restaurantes dejaron de entregar bolsas de plásticos y popotes. En Tabasco, Oaxaca y otros estados hay legislación similar.

Las leyes se promulgaron para reducir la contaminación por plástico, que se ha convertido en un problema tan grave en el mundo que ha derivado en microplásticos que entran a la cadena alimenticia humana después de que animales como peces se los comen en el mar.

Pero ante la incertidumbre sobre las formas de contagio del coronavirus, la población general de varios países volvió a sus bolsas de plástico y no escatiman al usar guantes y cubre bocas desechables durante la pandemia. En lugares como California suspendieron la legislación en contra de las bolsas de plástico debido al coronavirus.  “La industria del plástico está explotando el miedo que tienen las personas para matar toda esta legislación”, dice Marcus Eriksen a Gatopardo, director de The 5 Gyres Institute, una organización en Estados Unidos que estudia la contaminación por plástico en los océanos del mundo.

“Pero ante la incertidumbre sobre las formas de contagio del coronavirus, la población general de varios países volvió a sus bolsas de plástico y no escatiman al usar guantes y cubre bocas desechables durante la pandemia”.
“Las personas dejaron de llevar sus propias tazas y popotes a las cafeterías por miedo a contagiarse, pero lo último que yo quiero ver en la calle son botes de basura desbordados de tazas desechables y popotes que tocaron la boca de las personas durante una pandemia”, dice Eriksen. “¡Utilicen sus reutilizables personales ahora más que nunca!”.

Ante la escasez de cubre bocas desechables en el mundo, organismos como los CDC (Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) han señalado que el uso de mascarillas de tela es seguro y recomendable para la población en general, y han publicado guías para su elaboración.

En México, algunos emprendedores encontraron oportunidades en medio de la crisis. Braulio Sosa, un estudiante de administración de empresas de 20 años, puso a la venta su marca de cubre bocas reutilizables hechos de dos capas de plástico PET reciclado y de algodón, y dos capas internas de desperdicio textil de polipropileno que actúan como filtro. Son cubre bocas “de uso rudo”, y se pueden lavar y esterilizar hasta por 18 meses. Sosa incluso vio una oportunidad para poner a prueba el concepto de tienda en línea de ropa ambientalmente amigable, e inició con la venta de mascarillas en un modesto marketplace. Dice que ha vendido unos 80 en un mes, sin publicidad ni promoción de ningún tipo.

Es muy clara la diferencia en el nivel de riesgo que tiene el común de la población y el personal de salud, según Eriksen. “Nadie de la comunidad de la lucha contra el plástico se opondría a que los trabajadores de este sector utilicen los materiales que necesitan para protegerse”. Pero el resto de la población tiene opciones que protejan al medio ambiente. Solo deben anteponer la información disponible sobre las vías de contagio al miedo irracional, tomando las medidas de protección adecuadas.






 

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