
Tres dimensiones posibles del debate sobre el futuro del cambio climático
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La gente está sufriendo. La gente está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva, y de lo único que se puede hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¡Cómo te atreves! Así habló Greta Thunberg en las Naciones Unidas el 23 de septiembre de 2019.
Greta, una joven de dieciséis años sin educación universitaria, ha tenido la perspicacia, la claridad y el coraje de decir lo que no han dicho los economistas con doctorados por valor de diez mil millones de dólares: que el crecimiento económico continuo es, en el mejor de los casos, insostenible y probablemente mucho peor: una ilusión maligna que nos lleva a destruir nuestra biosfera, nuestra civilización y nuestro futuro. El proyecto de hacer de la economía global actual cuatro u ocho veces más grande es un pacto de suicidio.
El gráfico anterior sitúa nuestra economía del siglo XXI en su contexto de largo plazo. Muestra el tamaño de la economía global (Producto Mundial Bruto) desde 1 EC hasta 2020. Las unidades son trillones de dólares estadounidenses/internacionales ajustados a la inflación (dólares constantes de 2011). La principal fuente es el Banco Mundial, con datos históricos de Angus Maddison. (Los valores anteriores al siglo XX son, por necesidad, estimaciones de Maddison).
Se destacan los años 1900, 2000 y 2020. En algún momento del 2020 el tamaño de la economía mundial superará los 127 billones de dólares. Cuando lo haga, será el doble de grande que en el año 2000. La economía habrá duplicado su tamaño en sólo 20 años. Esto no debería ser una sorpresa. Un crecimiento sostenido del 3,5% lleva a que se duplique cada 20 años. (Recuerda la regla del 70.)
En el futuro, si mantenemos las tasas actuales de crecimiento -de tres a cuatro por ciento anual- la economía volverá a ser el doble de grande en 2040 o poco después, haciéndola cuatro veces más grande que en 2000. La atmósfera de la Tierra, los océanos, la tierra y la biósfera acogerán cuatro economías del tamaño del año 2000.
Y para 2060 o 2070, otra duplicación llevará a la economía mundial a ocho veces su nivel de 2000. Y aún quedará tiempo más que suficiente en este siglo, para duplicarla de nuevo, al menos un aumento de 16 veces el tamaño en un solo siglo, si mantenemos el rumbo. Si logramos esto, estaremos repitiendo el aumento generado en el siglo XX, 18 veces.
Por supuesto, no lo haremos. No haremos que la economía global sea 8 o 16 veces más grande. Dentro de una o dos generaciones casi todos en el planeta vivirán en una economía post-crecimiento: ya sea porque hemos tenido la sabiduría de terminar con el crecimiento exponencial desbocado y poner a la biósfera en primer lugar, o porque no lo hemos hecho.
El fin del crecimiento, ineludible a medio plazo, traerá numerosos problemas, como por ejemplo, cómo afrontar las reivindicaciones de equidad de los pobres si ya no podemos confiar en las convenientes ficciones de "si crece la marea se levantan todos los barcos" y "cualquiera (¿todos?) puede volverse rico". Si bien el fin del crecimiento debe llegar para casi todos dentro de unas pocas décadas, debe llegar primero para aquellos de nosotros que somos más ricos, para que el crecimiento pueda continuar en los lugares donde la gente es más pobre. Aquellos de nosotros que disfrutamos de las vacaciones en avión necesitamos salir de la escalera de crecimiento primero para que el crecimiento pueda continuar para otros y entregarles agua corriente y refrigeradores. El fin del crecimiento pone en claro una serie de problemas morales.
Pero el fin del crecimiento también resolverá muchos problemas. Nos veremos forzados a tomar menos de la productividad de nuestra economía y la recompensa en forma de productos de consumo y más en forma de tiempo libre y ocio de baja emisión - más tiempo con la familia, más tiempo con los amigos tomando café o vino, más tiempo con la cultura y la naturaleza; más discusión, poesía, romance, literatura y contemplación. La mayoría de las personas de la clase media global en rápida expansión (¿metastasis?) están viviendo vidas de alta tensión, baja calidad y tiempo empobrecido. Salir de la escalera de crecimiento puede ser parte de un cambio civilizacional, cultural y espiritual más grande en el que redescubrimos el significado y el propósito más allá de obtener y gastar.
Thunberg no es ni sabia ni profeta. Y uno no necesita serlo para ver lo que es absolutamente, ineludiblemente obvio: el crecimiento debe terminar y terminará pronto. Pero tenemos una opción: Podemos negar el hecho del inminente fin del crecimiento y continuar en el cuento de hadas y agotar y dañar masivamente el planeta en un último intento frenético de exprimir una o dos duplicaciones más, o podemos ser tan maduros como una joven de dieciséis años, admitir lo obvio, seguir adelante con los cambios necesarios y cosechar los beneficios de una vida más lenta, más sana, más sostenible y más agradable.
Fuente: Climaterra (.com)
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