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La familia de Bea Johnson, activista medioambiental francesa, puede guardar en un frasco de cristal todos los desechos que produce a lo largo de un año
Residuos13/10/2020
Este logro, que ya parece bastante impresionante sin ningún tipo de contexto, adquiere aún más valor si tenemos en cuenta que de media cada persona genera 740 gramos de desechos al día, según datos del Banco Mundial. Por persona, esto supone más de 5 kilogramos semanales, y unos 270 kilogramos al año.
El informe What a Waste 2.0 revela que a pesar de que los países de más altos ingresos acogen solo un 16% de la población del planeta, generan aproximadamente el 34% de los desechos mundiales. Por este motivo, el movimiento ‘residuo cero’ o ‘zero waste’, que aboga por que las personas tomen un papel activo en la reducción de los desechos que producen, es relevante porque puede dar algunas claves prácticas para un consumo sostenible y una generación de desechos más razonable, en un momento en el que la humanidad tiene que replantearse sus hábitos ante la situación de emergencia climática en la que se encuentra.
Como afirma el dicho popular con una vuelta de tuerca, “menos es más, pero cero es mejor todavía”. El mejor residuo es el que no se produce, y si bien lograr una reducción tan drástica de nuestros desechos anuales como para que quepan en un bote de cristal es una tarea muy complicada, en este artículo compartimos con el lector algunos consejos sencillos de aplicar en el día a día que sí pueden reducir un porcentaje importante de los residuos que generamos.
El movimiento de residuo cero es conocido como el “movimiento de las 5 erres” por las iniciales de sus principios en inglés, establecidos por Johnson en su libro Residuo Cero en casa: Guía doméstica para simplificar nuestra vida. Los principios son los siguientes:
A efectos prácticos, los principios anteriormente desglosados se pueden concretar en acciones sencillas, y describimos algunas a continuación.
A granel y en bolsas de tela
Una de las prácticas más sencillas de llevar a cabo es comprar los productos a granel o al corte siempre que sea posible, llevando a los mercados o establecimientos nuestros propios envases y bolsas reutilizables. En muchos supermercados empieza a ser habitual ver a gente utilizando bolsas de algodón que traen de casa en el área de la frutería, en lugar de bolsas de plástico de un uso. Otra buena idea es elegir productos de temporada y propios del lugar donde se reside, para evitar el coste medioambiental del transporte de productos desde zonas lejanas.
Agua del grifo
En el libro 101 Ways to Go Zero Waste (101 maneras de volverse residuo cero) la autora Kathryn Kellogg aporta el dato de que hacen falta 3 litros de agua para la producción de un solo litro de agua embotellada. Siempre que la calidad del agua del lugar donde se habita sea buena, es una práctica recomendable consumir agua del grifo almacenada por nosotros mismos en botellas reutilizables en lugar de comprar agua embotellada. Si el sabor es el problema, existen sistemas de filtrado que se pueden utilizar para tratar el agua del grifo.
Envasados reciclables
El movimiento ‘zero waste’ trata sobre todo de producir menos residuos y no tener que llegar a reciclarlos, pero en los casos en los que nos sea imposible prescindir del envasado para comprar un producto, podemos intentar elegir el envasado menos dañino. En primer lugar, cuanto más grande sea el envase, mejor, ya que la proporción de producto respecto al envasado también será mayor. El cartón, el vidrio y el aluminio forman parte de los materiales que mejor se reciclan, por lo que pueden tener preferencia a la hora de entrar en nuestro carrito de la compra.
Adiós al menaje de papel o plástico
El gasto de energía y agua causados por fregar platos es mucho más reducido que el que se consume para la producción de menaje desechable, además de la generación de desechos que tiene como consecuencia. “Elegir utilizar platos y cubertería reales es una forma sencilla de reducir tu consumo de energía”, afirma Kathryn Kellogg en su libro. Esto aplica también al consumo fuera de casa: el café, mejor siempre en una taza que en un vaso desechable.
Evitar consumir productos que dañan el medio ambiente
En los rincones de nuestras casas aún se esconden infinidad de productos que pueden ser medioambientalmente agresivos sin que lo sepamos. Es el caso de la purpurina, algunas bolsas de té o las cápsulas de café, entre otros. Eliminar su consumo o sustituirlos por alternativas más sostenibles es otra práctica sencilla de llevar a cabo para reducir la huella ambiental de nuestras actividades domésticas.
Fuente: BBVA Open Mind (.com)

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