Lecturas ecosocialistas para ganar un planeta

Un repaso sobre los libros de reciente publicación que no te puedes perder para seguir el debate ecosocialista

Cambio Climático 06/01/2021
Cambio Climatico
Bangladesh. Foto: Unicef

Si entendemos al ecosocialismo como el movimiento crítico y de lucha en favor de un futuro que aúne las aspiraciones del ecologismo y el socialismo, sería desde luego algo pretencioso afirmar que su fantasma recorre hoy Europa, y más aún nuestro país. Sin embargo, en los últimos meses hemos asistido a un significativo esfuerzo editorial por enriquecer el debate ecosocialista con afinidades marxianas. Algunos de los títulos recientes más importantes en el campo han llegado por fin (o lo harán próximamente) al público hispanoparlante, contribuyendo así a la actualización de un ámbito de gran vitalidad crítica. Se trata de un espacio crucial para conocer los dramáticos desafíos que la degradación medioambiental representa para la vida en el planeta, así como para pensar, imaginar y construir alternativas ecosociales que garanticen una existencia genuinamente sostenible. Y por supuesto, para ello, es imprescindible problematizar desde qué perspectiva se hacen estas propuestas.

A este respecto, quizá una de las obras más destacadas de los últimos años sea Capital fósil, del profesor y activista sueco Andreas Malm, libro publicado originalmente en 2016 que ganó el prestigioso premio de pensamiento marxista Deutscher Memorial Prize ese mismo año, y que ha sido publicado en castellano por Capitán Swing, con traducción de Emilio Ayllón Rull.

El libro de Malm es una de las contribuciones actuales más relevantes en lo referido al papel de la apuesta por los combustibles fósiles en el origen del calentamiento global y su vínculo inseparable con las exigencias políticas del capital. Pero además de su contribución al estudio histórico, a lo largo de su obra Malm incide en múltiples aspectos centrales para el debate teórico alrededor de las perspectivas en que se ha leído y se lee la catástrofe medioambiental en que habitamos —con una particular disputa tanto del paradigma ricardiano-maltusiano dominante como del determinismo de las fuerzas productivas, hegemónico durante largo tiempo entre muchos marxismos—.

Desde su publicación, el trabajo de Malm, que extiende su estudio hasta la consolidación de la economía fósil, la desregulación neoliberal global y los enormes dilemas que una transición o ruptura con este modelo implican, ha marcado un punto de inflexión en su ámbito de estudio e inspirado la crítica y la práctica ecosocialista, convirtiendo al propio autor en referente clave de este movimiento. Tal es así que desde Capital fósil las contribuciones de Malm han alcanzado a los más diversos ámbitos del debate ecosocialista marxista, desde la disputa teórica frente a los “nuevos materialismos” y el hibridismo en The Progress of This Storm, hasta otras cuestiones relativas al activismo medioambiental (How to Blow Up a Pipeline), la geoingeniería (Has It Come to This?, editado junto a J. P. Sapinski y Holly Jean Buck) o la inquietante relación entre el calentamiento global y la pandemia del covid-19. Sobre este vínculo, entre la gula expropiadora y deforestadora del capital global (con el extractivismo y la agroindustria como pilares de sus fantasías de crecimiento infinito) y la amenaza constante de pandemias zoonóticas como la que hoy padecemos, el ensayo urgente de Malm, El murciélago y el capital, ha sido recientemente publicado en castellano por Errata Naturae, con traducción de Miguel Ros González.

Seguramente la contribución más destacada de los últimos años sobre la cuestión epidemiológica y su conexión con el capital global proceda del biólogo evolutivo Rob Wallace, del que Capitán Swing ha publicado hace poco su libro de 2016 Grandes granjas, grandes gripes, traducido por J. M. Álvarez-Flórez. Se trata seguramente de la colección de ensayos de divulgación científica más destacado sobre un tema de extrema pertinencia, en vista de la pandemia actual. El trabajo de Wallace pone de manifiesto con suma minuciosidad la relación entre el modelo de producción agroindustrial capitalista y la creciente aparición de enfermedades infecciosas y pandemias con potencial letal. Con prosa lúcida y plagada de detalles, algunos verdaderamente escalofriantes, Wallace une su erudición en biología y epidemiología a profundas reflexiones ecológicas, políticas y económicas desde un marco metodológico marxista relacionado con la “escuela de la fractura metabólica” —que se concentra sobre todo alrededor de John Bellamy Foster, Paul Burkett y otros autores vinculados a la emblemática editorial y revista socialista Monthly Review—.

Por medio de una propuesta holística propia de la tradición radical en las ciencias naturales de figuras como Stephen Jay Gould, Richard Levins, Richard Lewontin o Hilary y Steven Rose, Wallace también contribuye a explorar aquellas alternativas agrícolas que se han erigido frente a los modelos dominantes del agronegocio, como alternativas racionales a las amenazas para la existencia en el planeta que conllevan estos últimos. El libro de Wallace se une en espíritu crítico y rigor científico a otros que han abordado esta misma temática y han aparecido en estos meses, como Llega el monstruo (publicado también por Capitán Swing con traducción de María Julia Bertomeu y Lucía Barahona), actualización que Mike Davis ha hecho de su clásico de 2005 El monstruo llama a nuestra puerta (El Viejo Topo).

Con motivo de la pandemia del covid-19 y el foco puesto en esta, Wallace ha completado recientemente los argumentos adelantados en Grandes granjas, grandes gripes en su libro Dead Epidemiologists, que espera su oportunidad de ser traducido. Mientras esperamos, hace apenas unos meses nos dejó, junto a otros compañeros, uno de los artículos más reveladores sobre la pandemia actual: ‘Covid-19 y los circuitos del capital’.

En definitiva, Grandes granjas, grandes gripes es una obra de extraordinaria relevancia para entender la correlación que existe entre los efectos de la degradación del entorno, característica del crecimiento sin fin capitalista, y todas las esferas que se degeneran a su paso en lo más esencial para la vida y su reproducción (salud, alimentación, cuidados, etc.).

Resulta estimulante que el trabajo de Wallace, en lo relativo al vínculo entre epidemiología y reproducción social, se inserte así en una de las líneas de estudios centrales al marxismo desde el fundacional La situación de la clase obrera en Inglaterra de Friedrich Engels, de 1845, reeditado hace poco por Akal; un trabajo al que volver siempre a la hora de reflexionar sobre estos temas. Desde una perspectiva histórica, un complemento exquisito a esta materia también sería El mapa fantasma de Steven Johnson (Capitán Swing), una lección histórica, escrita con un potente pulso narrativo, sobre la lucha frenética por la vida y contra el tiempo, las consecuencias de la fractura campo-ciudad a la que empuja el capital, y el hacinamiento de la población en urbes sin condiciones ecológicas adecuadas. El libro además nos introduce al papel de personajes cuyas contribuciones, con el paso del tiempo, han resultado esenciales para el desarrollo original del pensamiento ecológico.

Desde el ámbito teórico, una de las contribuciones metodológicas recientes más destacadas del ecosocialismo marxista ha sido sin duda El ecosocialismo de Marx, del joven académico japonés Kohei Saito, publicado originalmente en 2017 y que también ganó el Deutscher Memorial Prize en 2018. El libro aparecerá por fin traducido al castellano en primavera de la mano de la editorial Bellaterra, que acaba de iniciar una nueva etapa.

Se trata del estudio contemporáneo más notable sobre la evolución del pensamiento ecosocialista de Marx, con incursiones pormenorizadas en sus cuadernos sobre ciencias naturales hasta hace muy poco inéditos, que ponen de manifiesto la profunda y creciente reflexión e interés del pensador alemán por las cuestiones ecológicas, desde la degradación del suelo (causada por la agricultura intensiva y extensiva capitalista) hasta el cambio climático. El trabajo de Saito, que explora el vínculo entre ecología y la inacabada crítica de la economía política en Marx, es fundamental para comprender hoy la complejidad de la obra de este y la evolución de su pensamiento, algo esencial ante la acumulación de crisis ecosociales a que nos aboca el fetichismo por el crecimiento del capital, ese “sujeto automático”. De este modo, El ecosocialismo de Marx se une así a otras aportaciones teóricas ecosocialistas igualmente ineludibles, como son las de John Bellamy Foster (La ecología de Marx, disponible en castellano en El Viejo Topo; pero también The Ecological Rift, escrito junto a Brett Clark y Richard York, y sus recientes The Robbery of Nature, con Clark, y The Return of Nature, ganador del último Deutscher Memorial Prize) o Paul Burkett (Marx and Nature, Marxism and Ecological Economics o Marx and the Earth, junto a Foster), entre otros.

Por último, mención aparte merece El capitalismo en la trama de la vida, de Jason W. Moore, libro publicado originalmente en 2015 que ha sido traducido al castellano por María José Castro Lage para la edición de Traficantes de Sueños, que apareció hace unos meses. Se trata de un trabajo denso y exigente, que combina algunas afinidades marxianas con otras vinculadas al análisis de sistemas-mundo, para examinar lo que Moore da en llamar la ecología-mundo. Obra abundante en formulaciones complejas, desde un primer momento su contribución al debate teórico generó una enorme controversia. Traficantes de Sueños se ha preocupado de acompañar la publicación del libro de un curso de enorme interés, lo cual ha servido al mismo tiempo, de forma involuntaria, para situar en algunos círculos las posiciones de Moore como paradigmáticas ante los dilemas ecosociales actuales.

Y quizá en esto último sí quepa señalar algunas cuestiones que deja entrever esta maniobra a propósito de una cierta doble subalternidad intelectual en nuestro ámbito particular. Por un lado, porque manifiesta un grado de dependencia de los marcos dominantes “foráneos”, particularmente anglófonos, al tiempo que el esfuerzo editorial alrededor de la obra y su “puesta en escena” llega al público general “autóctono” sin que este disponga de las herramientas para conocer los debates que generó la propia obra en su momento, dentro del propio espacio anglófono. Y es que conocer ese debate —que incluyó reacciones encontradas de destacadas figuras dentro del ecosocialismo marxista como fueron las de Malm, Saito, Foster y Burkett o el destacado antropólogo sueco Alf Hornborg— se antoja esencial para encuadrar el trabajo de Moore dentro de las complejidades del ecosocialismo marxista actual. Desconocer este contexto, así como las respuestas del propio Moore a aquellas críticas o la defensa que recibió de otros autores, empequeñece las posibilidades de comprensión crítica de la obra y allana su potencial para que se imponga de manera acrítica como paradigmática, una vez se asume la subordinación de nuestro ámbito a aquel procedente de la academia y el mundo editorial anglosajón.

Pero la subalternidad intelectual resulta doble porque, al tiempo que la ola editorial ecosocialista de algunas de las obras más destacadas en el campo llega con cierto retraso a nuestro idioma, ese mismo esfuerzo podría inducir al público a adjudicar a estas contribuciones de una eminencia que pocas veces reciben las significativas contribuciones autóctonas. Así, desde las más consagradas —como son el legado ecosocialista pionero de Manuel Sacristán, la economía ecológica y la ecología política de Joan Martínez Alier o el trabajo ecofeminista de Yayo Herrero— a otras más recientes —como la radical aportación de Jaime Vindel al ámbito de los imaginarios de la energía en su Estética fósil (Arcadia) o esfuerzos colectivos como el contenido en el volumen Como si hubiera un mañana, coordinado por Juanjo Álvarez y Manuel Garí para Sylone—, a pesar de su relevancia para el diálogo “hacia dentro” y “hacia fuera”, parecieran a veces adquirir significación en el debate autóctono solo ante el destacado impulso de las contribuciones foráneas. Y por supuesto, si a esto añadimos la riqueza crítica que florece en América Latina en particular y en el Sur Global en general frente al extractivismo, al despojo del territorio, al saqueo y la degradación de los recursos naturales, a la crisis de los cuidados o a la superexplotación, la inseguridad y la insalubridad en el trabajo, entre otros temas, comprenderemos que quizá algunos de estos paradigmas deban ser reconsiderados como tales, especialmente a la hora de repensar la posibilidad totalizadora de una teoría y una práctica crítica de las condiciones históricas concretas.

En todo caso, el enorme esfuerzo editorial que vivimos debe ser más que bienvenido por lo que significa para el enriquecimiento del debate ecosocialista, especialmente ante el futuro incierto que deja la pandemia. Trabajos como los aquí mencionados serán herramientas fundamentales para la empresa titánica que el ecosocialismo tiene por delante, con la esperanza movilizadora que ofrece un planeta por ganar. Este que pisamos. El único del que disponemos para vivir y reproducir la vida.

Fuente: El Salto Diario (.com)

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