¿Qué es la geoingeniería? ¿Por qué podría agravar la crisis climática en los Polos?

Un reciente análisis aseguró que ciertas tecnologías destinadas a salvar el Ártico y la Antártida podrían tener efectos adversos graves sobre ecosistemas frágiles, además de retrasar la acción climática más urgente, según alertaron expertos consultados por Frontiers in Science

Cambio Climático02/10/2025Marcos BachMarcos Bach
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MARCOS BACH

Un reciente análisis publicado en Frontiers in Science advierte que las cinco propuestas de geoingeniería más debatidas para el Ártico y la Antártida no solo presentan problemas de viabilidad y costos elevados, sino que también podrían suponer graves riesgos ambientales, sociales y políticos.

El trabajo, encabezado por el profesor Martin Siegert de la Universidad de Exeter y la doctora Heidi Sevestre de Arctic Monitoring and Assessment Programme Secretariat, sostiene que estos planes tecnológicos desvían recursos y atención de la reducción urgente de emisiones de gases de efecto invernadero, considerada la única vía comprobada para frenar el cambio climático.

Divulgada el 9 de septiembre de 2025, la evaluación examina en detalle las propuestas de geoingeniería más desarrolladas para las regiones polares. Los autores concluyen que, lejos de ser soluciones efectivas, estas ideas podrían dificultar la neutralidad de carbono para 2050, al reducir la presión sobre responsables políticos e industrias emisoras.

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Proyectos experimentales para la Antártida implican riesgos singulares, desde la alteración de ecosistemas hasta complejas barreras legales bajo tratados internacionales (Universidad de Leeds)

Las cinco propuestas y sus limitaciones

El informe analiza las 5 iniciativas:

  1. La inyección de aerosoles estratosféricos (SAI), mediante partículas reflectantes en la atmósfera para disminuir el calentamiento.
  2. Cortinas o muros marinos, estructuras flexibles para impedir que el agua cálida derrita plataformas de hielo.
  3. La gestión del hielo marino, que incluye bombear agua de mar sobre el hielo o esparcir microesferas de vidrio para aumentar su reflectividad.
  4. La extracción de agua basal desde debajo de los glaciares.
  5. La fertilización oceánica, que consiste en añadir nutrientes para estimular el fitoplancton, organismos que fijan carbono.

Según describen en Infobae, ninguna de estas tecnologías tiene pruebas sólidas en el mundo real. No existen experimentos de campo para cortinas marinas ni reflexión del hielo, la inyección de aerosoles solo se simuló en computadora y los ensayos de fertilización oceánica fueron inconclusos. La extracción de agua basal no fue más allá de perforaciones limitadas.

La investigación señala que las condiciones extremas del Ártico y la Antártida complican incluso operaciones básicas y que sería necesaria una presencia humana sin precedentes, no contemplada en la mayoría de proyectos.

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Desde aerosoles en la atmósfera hasta fertilización oceánica, ninguna de las opciones propuestas superó pruebas de campo ni cuenta con respaldo científico suficiente para una aplicación masiva (Florencia Brunetti/Handout via REUTERS)

Riesgos ambientales, altos costos y vacíos regulatorios

El estudio identifica riesgos ambientales intrínsecos en cada propuesta. Manipular el hielo marino podría requerir infraestructuras masivas y materiales que oscurecerían la superficie; la inyección de aerosoles plantea amenazas a la capa de ozono y alteraciones climáticas globales; las cortinas marinas afectarían hábitats y rutas migratorias; la extracción basal podría contaminar entornos subglaciales y la fertilización oceánica modificaría los ciclos químicos marinos y las poblaciones de organismos.

En cuanto a costos, los autores estiman que cada iniciativa superaría los USD 10.000 millones en implementación y mantenimiento. La construcción de cortinas marinas podría requerir hasta USD 80.000 millones en una década para una longitud de 80 kilómetros. El informe advierte que estas cifras subestiman el gasto real, porque no contemplan los impactos ambientales y logísticos adicionales.

El análisis destaca la ausencia de marcos regulatorios internacionales para la mayoría de estas tecnologías. No existen normas para la inyección de aerosoles ni para la gestión del hielo marino; las cortinas marinas y la extracción de agua basal quedarían bajo el Tratado Antártico, mientras que la fertilización oceánica, considerada contaminación marina, está restringida por Naciones Unidas. Cada proyecto requeriría complejas negociaciones y nuevas estructuras de gobernanza.

Debate y conclusión: la prioridad sigue siendo la reducción de emisiones

Los autores insisten en que, aunque alguna propuesta ofreciera beneficios, ninguna podría implementarse a la escala y velocidad necesarias para enfrentar la crisis climática en el tiempo disponible. Además, advierten que estas tecnologías pueden resultar atractivas para quienes desean evitar recortes en emisiones y califican de engañosos los argumentos sobre la protección de pueblos indígenas mediante la gestión del hielo marino. Sostienen que solo una descarbonización rápida y profunda puede alcanzar estos objetivos sin añadir riesgos adicionales.

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Las alternativas tecnológicas podrían ocasionar daños imprevistos, requieren inversiones multimillonarias y carecen de un marco legal efectivo para gestionar su impacto (Imagen Ilustrativa Infobae)

El debate divide tanto a la comunidad científica como a las poblaciones afectadas. Algunos expertos cuestionan la eficacia y los riesgos legales y ambientales; otros defienden la investigación exploratoria y plantean que las tecnologías podrían ganar tiempo. Aun así, los autores recalcan que apostar por estas cinco propuestas podría desviar recursos y urgencia de los cambios sistémicos necesarios.

Estas ideas suelen ser bien intencionadas, pero están equivocadas… Desplegar cualquiera de estos cinco proyectos polares probablemente iría en contra de las regiones polares y del planeta.

El profesor Siegert.

Por su parte, la doctora Sevestre insistió en la necesidad de abordar la causa y no solo los síntomas: “Si, en cambio, combinamos nuestros recursos limitados para tratar la causa en lugar de los síntomas, tenemos una oportunidad real de alcanzar la neutralidad de carbono y restaurar la salud del clima”.

El equipo remarca que compartir el tiempo, el dinero y la experiencia entre iniciativas validadas para la neutralidad de carbono y proyectos especulativos de geoingeniería supone un error estratégico, y que es fundamental no sustituir la acción climática inmediata y probada por métodos sin respaldo suficiente.

Los autores concluyen que lograr la neutralidad de carbono permitiría estabilizar el calentamiento global en dos décadas, con beneficios tangibles para las regiones polares, el planeta y todas las formas de vida.

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