
El Observatorio de Acción Climática: El Espejo Crítico de la Agenda Ambiental Argentina
En un contexto de negacionismo creciente y desfinanciamiento estatal, esta herramienta es fundamental para fiscalizar la inacción
Como efecto del calentamiento, microalgas, hongos y bacterias han formado tapetes que se ven desde el espacio. Posibles nuevos hábitats.
Cambio Climático02/06/2020
El 7 de febrero, antes de que la noticia casi exclusiva fuera covid-19, los medios anunciaron que el día anterior la temperatura en la Antártida, más concretamente en la Base Esperanza, situada en la península antártica, había sido de 18,3 °C, la más alta jamás registrada en el continente blanco. La península es el brazo de tierra que apunta hacia Argentina y Chile, y es el lugar donde se concentra la inmensa mayoría de las bases militares y científicas.
Uno de los efectos del aumento de la temperatura es impresionante: los tapetes de microalgas verdes (porque también las hay rojas) que crecen en la zona han experimentado lo que se conoce como un bloom: “un crecimiento exponencial en un período relativamente corto de tiempo”, explica la bióloga María de los Ángeles Taboada, del Instituto de Ficología, de la Unidad Ejecutora Lillo (Fundación Lillo/Conicet). En algunas áreas, los blooms son tan densos que la nieve se percibe verde brillante y se puede ver hasta desde el espacio.
“Las algas verdes son organismos fotosintéticos que se encuentran en una gran variedad de ambientes, incluido el hielo de los glaciares, y cumplen un rol fundamental: a través de la fotosíntesis, fijan CO2 y producen energía que se moviliza a través de la cadena alimentaria cuando sirven de alimento a organismos consumidores. Además, emiten oxígeno a la atmósfera y contribuyen al ciclo de los elementos al metabolizar nutrientes como el nitrógeno”, explica Taboada.
Biólogos de la Universidad de Cambridge y del British Antarctic Survey, una institución estatal del Reino Unido dedicada a la investigación de la Antártida, pasaron seis años estudiando y midiendo el desarrollo de las microalgas verdes de la nieve utilizando una combinación de datos satelitales y observación terrestre. Y casi dos tercios de los blooms se hallaron en pequeñas islas bajas alrededor de la península, que han experimentado algunos de los calentamientos más intensos del mundo, con el récords de este verano.
“Proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático indican nuevos aumentos globales. Los cambios climáticos en la península ya están influyendo en su vegetación... es probable que aumente hasta tres veces debido a este calentamiento”, señala el paper publicado en la revista “Nature Communications”.
La confirmación de los efectos del calentamiento puede ser la mala noticia. Pero puede haber una cara buena: han descubierto que las microalgas de la nieve formaron enlaces cercanos con pequeñas esporas de hongos y bacterias. “Es una comunidad. Potencialmente, esto podría formar nuevos hábitats. En algún lugar, sería el comienzo de un nuevo ecosistema”, advierte Matt Davey, de la Universidad de Cambridge, uno de los científicos que dirigió el estudio.
El resultado es el primer mapa de algas a gran escala de la península, que se utilizará como línea de base para evaluar la velocidad a la que el continente blanco se está volviendo verde debido a la crisis climática y potencialmente ofrece sustento a otras especies.
“El avance en el monitoreo de estos blooms permitió conocer cómo participan las algas de este tipo de ambientes en el ciclo del carbono (uno de los principales gases contaminantes que se emiten a la atmósfera): determinaron que las microalgas de los blooms antárticos actúan como sumideros de carbono”, explica Taboada.
Concretamente, los británicos contabilizaron unas 1.700 floraciones que captan aproximadamente 500 toneladas de carbono al año, lo que equivale a las emisiones de 875.000 viajes en automóvil en el Reino Unido. De hecho, Davey describió el mapa de algas como “una pieza faltante del rompecabezas del ciclo del carbono en la Antártida”.
“El calentamiento global requiere diversos enfoques y multidisciplinariedad para su análisis y su compresión, en busca de medidas de mitigación que permitan preservar los diversos ambientes del planeta. Y los polos son uno de los sistemas más vulnerables en este contexto -destaca Taboada-. El estudio integrado de las microalgas (su biomasa, su taxonomía, su rol en las redes tróficas, entre otros datos claves) y el manejo de herramientas de teledetección constituyen una excelente dupla para tener información precisa y en tiempo real de lo que ocurre en diversos ecosistemas”.
Fuente: La Gaceta (Tucuman, Argentina)

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