
La ciudades como sistemas con interacciones dinámicas entre historia, ambiental, social y económico.
Un equipo de arquitectas clasifica casas y edificios según su eficiencia energética
Construcción sustentable26/10/2020Así como las heladeras, los lavarropas, los calefones y en general todos los artefactos que consumen energía vienen con una etiqueta que indica su eficiencia, las casas y edificios también pueden obtener una clasificación. En este caso, se las cataloga de la A a la G. La primera es la más eficiente y, la G, la que más energía insumirá para llegar al nivel de confort óptimo.
La iniciativa de etiquetar viviendas surgió en Europa hace algunos años. En Argentina la puso en marcha primero la provincia de Santa Fe y ahora, en Tucumán, un trío de arquitectas locales lanzó un emprendimiento para relevar la eficiencia energética de los hogares. Se trata de un proyecto que está dando sus primeros pasos pero que, confían, tiene mucha proyección durante los años que vienen.
¿Por qué enfocarse en el consumo energético de las casas? Porque en el mapa de la demanda energética, en nuestro país, el sector viviendas alcanza un nivel similar al de la industria. “El parque edificado argentino se lleva un 27% de la energía que se consume en todo el país, hablando sólo del sector residencial. Pero, además, en los hogares el 62% de la energía que se consume es eléctrica y el 27%, gas, que son dos de las energías que más impactan en el medioambiente porque provienen de recursos fósiles. Estas son, además, las que producen los gases de efecto invernadero que generan el cambio climático”, explica María Dolores Juri, arquitecta, técnica consultora en desarrollo sustentable y especializada en bioclima y certificaciones energéticas.
Con esa preocupación en mente, Juri, Florencia Caminos y Mariana Auad fundaron Ecotonos, agencia de sustentabilidad y arquitectura. Las tres son arquitectas y se especializaron por distintas vías en gestión energética y sustentabilidad.
“Utilizamos un software que fue creado por el Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas, en el que se vuelcan datos vinculados al diseño, la orientación, los materiales, la zona, etcétera, de una vivienda, y el programa brinda el resultado. A partir de ese diagnóstico, nosotros podemos proponer soluciones para que esa vivienda sea más eficiente en cuanto al consumo de energía, o plantear que se abastezca de energías limpias, por ejemplo. Hay muchas soluciones posibles, pero lo primero es partir de una buena evaluación y diagnóstico para poder luego plantear alternativas”, describe Caminos, magister en gestión ambiental, docente de la Facultad de Ingeniería de la Unsta y asesora de sustentabilidad organizacional y políticas públicas.
La visión hacia el futuro, para lo cual se precisan leyes que ya están en marcha y en lo que la provincia de Santa Fe es pionera, es que la clasificación de eficiencia de las viviendas impacte en su valuación como propiedad, y que exista un sistema para alentar a construir con la premisa de la eficiencia energética.
Se plantea, por ejemplo, que en las escrituras de las propiedades se consigne la clasificación energética como variable de valor. Y también que se favorezcan las viviendas más eficientes a través de diversos mecanismos. Es necesario entender que una construcción que atienda a esta necesidad repercute en beneficio de todos: de la persona que la habita, porque necesita menos energía para llegar al confort y por ende gasta menos; para la economía macro del país, porque se ahorra energía que en algunos casos se necesita importar; y al medioambiente, porque el impacto es menor, detalla por su lado Auad, certificadora del Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas y auditora en gestión energética para Pymes, además de especialista en patologías de la construcción.
El efecto pandemia, explican las especialistas, ha traído beneficios para la conciencia ambiental, pero también riesgos. Entre los pulgares arriba aparece el hecho de que se ha hecho evidente, en el aislamiento, la necesidad de que una casa sea más eficiente en el consumo energético y en el confort climático. Sin embargo, los ambientalistas están alerta porque temen que, luego de la parálisis económica, los grandes núcleos industriales tiren por la borda los compromisos de disminuir la huella de carbono por el objetivo de recuperar rápidamente las pérdidas.
Fuente: Diario La Gaceta (Tucuman, Argentina)
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