¿Vamos a plantar agua? El agua se siembra con agrosilvicultura

Durante los períodos de sequía, calor y clima poco saludable debido a la baja humedad del aire y el humo de los incendios, que causan un desastre ambiental para Brasil y el mundo, debemos recordar las lecciones de Ernst Götsch sobre los sistemas agroforestales y la agrosilvicultura

Agua y Glaciares29/12/2020
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Ernst Götsch es de origen suizo y adoptó Brasil como país para vivir. Difunde una nueva forma de producir alimentos en los bosques -la agrosilviculltura- y nos muestra que los sistemas agroforestales son agroecosistemas similares a los sistemas naturales: «la vida no conoce el tiempo, conoce el flujo». Observar esta premisa del ecosistema recupera suelos degradados sin aportes del exterior, a diferencia de la «revolución verde» y el modelo de agronegocios insostenible.

La agrosilvicultura evita los ciclos antiecológicos de la agricultura industrial. El planeta Tierra es un biocondensador porque captura el 1% de la energía solar y almacena hidrocarburos, por lo que la quema es un suicidio.

Ernst Götsch nos cuenta que compró una granja con el singular nombre «Fugidos da Terra Seca» (Fugados de la tierra seca), en Tabuleiro de Valença, Bahía que había sido abandonada luego de ser degradada por extracción intensiva de madera. Allí implementó el sistema agroforestal.

En un año, plantó 500 hectáreas de bosque intercaladas con cacao, banana, hortalizas. Una década más tarde lo que se veía desde una toma aérea, era un denso bosque que ocultaba una zona agrícola altamente productiva.

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El sistema adoptado por Ernst, la agrosilvicultura, después llamado agricultura sintrópica, regeneró la fertilidad del suelo, reavivó las nacientes que habían desaparecido y trajo la lluvia de vuelta, generando un ciclo continuo de renovación. ¿Cómo lo hizo? «Trabajando junto con la naturaleza y no contra ella» responde Ernst. «Con estrategias que se asemejan al modo de funcionamiento de los ecosistemas naturales«.


Nosotros, seres humanos, somos parte de ese sistema. En vez de explotadores, podemos ser creadores de recursos


«Cada planta necesita no solo del suelo, nutrientes y agua, sino también de condiciones microclimáticas para desarrollarse«, explica Ernest. «Cuando entienden eso, los agricultores crean ecosistemas biodiversos que proporcionan a cada planta una burbuja de vida, eliminando el uso de veneno y fertilizante«.

En la agrosilvicultura, la siembra de cultivos agrícolas sucede junto con la de las plántulas y las semillas de árboles. Van creciendo, creando sombras y ayudando en la restauración de la fertilidad de la tierra. En un máximo de dos meses luego de la implantación, el agricultor ya comienza a cosechar legumbres y, más adelante, otros productos como piña, maíz, mandioca, verduras y legumbres, generando ingresos para invertir en la recuperación de la zona y en el desarrollo de nuevos cultivos.

Algunas de las plantas que utiliza Ernest: Ipe guapuruvus púrpura, pitanga e ingá, por ejemplo. Sisal, verdolaga, escobas, marcela, mandacaru (cactus), guandu, frijoles, anacardos, papaya… Luego implanta especies secundarias como plátano enano, guayaba, jurubeba, tomate de árbol y de ciclo largo con pitanga, guayaba, aguacate, araticum, ingá-lipo, espinillos, etc.

También Ernest utiliza dispersores de semillas naturales: aves, incluso exóticas como las alondras, y otras que hasta entonces se consideraban extintos.


Todas las especies tienen una función, crean un paraíso en la tierra en comunicación.


Los colonizadores (bacterias), acumuladores en los ciclos respiratorios y regenerativos, sumados a la acción de polinizadores como hormigas, insectos, más la dispersión de semillas, brindan biodiversidad en abundancia.

Pero llevará de 250 a 300 años alcanzar el clímax con las características de la autorreproducción forestal (un ciclo completo de respiración forestal).

Hoy día han rebrotado 14 nacientes en esas tierras gracias a las manos de este agricultor e investigador que cambió el nombre del establecimiento por «Olhos D´Água» (Ojos de agua).

En tiempos de sequía, principalmente éticos e intelectuales por parte de políticos brasileños, proponiendo una revisión desastrosa del Código Forestal de Brasil, recordemos a Benjamin Franklin: no sobrevivirán ”.

Agrego: sin el bosque, el campo perecerá quemado y desierto, como podemos ver hoy en el Cerrado y el Amazonas.

Fuente: Portal-Ambiental (.com)

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