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En los últimos 15 años han tenido lugar diferentes situaciones de crisis de repercusión global. Por ejemplo, la crisis económico-financiera de 2008 y, de forma más reciente, la pandemia de la covid-19
Cambio Climático26/10/2021
Dichos escenarios de inestabilidad han representado una importante fuente de amenaza para el correcto funcionamiento de las sociedades afectadas. Pero también para la salud mental de los individuos.
Las investigaciones científicas sugieren que dichos eventos pueden afectar a la salud mental dependiendo, en parte, de la forma en que son percibidos y las experiencias emocionales asociadas.
Así pues, en el caso de la crisis económica en España, nuestros estudios revelaron que una mayor percepción individual de amenaza económica se relacionó con un peor bienestar. Esa amenaza se definió a partir de sentimientos de incertidumbre, riesgo o preocupación.
En el caso de la covid-19, también se ha encontrado que un mayor grado de percepción de amenaza, respecto a la propia situación económica y de salud, puede tener efectos perniciosos en el bienestar.
No obstante, existen otras situaciones de emergencia de carácter global que, también durante los últimos años, han experimentado un acusado agravamiento. Este es el caso del cambio climático, probablemente la principal amenaza global a la salud pública durante el siglo XXI. A este respecto cabría preguntarse si se relaciona también la crisis climática con un empeoramiento de la salud mental.
Tradicionalmente el estudio del impacto psicológico del cambio climático se ha centrado en un determinado aspecto: analizar cómo el hecho de haber experimentado de forma directa algunos de sus efectos se asocia a la salud mental de las personas afectadas. Ejemplos de ello podrían ser los cambios pronunciados en la temperatura o enormes riadas vividas en ciudades o países concretos.
Sin embargo, la experiencia subjetiva de las personas respecto a la emergencia climática también podría proporcionar una gran ayuda para aprehender los efectos psicológicos del cambio climático.
En este marco de análisis, el concepto de ansiedad climática o ecoansiedad ha suscitado un mayor interés científico y mediático. Especialmente durante los últimos años.
La Asociación de Psicología Americana y la organización EcoAmérica lo definen como “el miedo crónico a un colapso medioambiental”. No obstante, conviene señalar que existen trabajos recientes de revisión sistemática que evidencian la necesidad de llevar a cabo más estudios para dar respuesta a la falta de claridad conceptual del término y su posible solapamiento con otros conceptos.
En general, podríamos convenir en que la ecoansiedad comprende sentimientos de preocupación por el cambio climático y respuestas emocionales negativas asociadas a la anticipación de sus efectos nocivos.
Por ejemplo, angustia ante los cambios medioambientales, miedo ante sus consecuencias más dramáticas o desesperanza ante los perjuicios que ocasionará a las generaciones venideras.
Existen algunos estudios que se han propuesto dilucidar la conexión existente entre la ecoansiedad y la salud mental. Recientemente, uno de ellos mostraba que la ansiedad climática se relaciona negativa y significativamente con la salud mental percibida de los participantes.
Esto es, una mayor ecoansiedad se relacionó con peores niveles de salud mental. La investigación se llevó a cabo con participantes procedentes de diferentes contextos culturales –25 países, entre ellos España–.
Además, en dicho trabajo también se reveló que la ecoansiedad se vincula positiva y significativamente con los síntomas de insomnio: una mayor ansiedad climática fue indicativa de una mayor tendencia a presentar problemas de insomnio.
La evidencia científica discutida sugiere que mayores niveles de preocupación y ansiedad relativos a la crisis climática pueden tener un efecto adverso en la salud mental.
No obstante, la investigación está introduciendo otros conceptos de interés para abarcar la amplitud de respuestas emocionales vinculadas a la emergencia climática. Por ejemplo, otros términos que están captando la atención en este ámbito de conocimiento son los de ecodepresión y ecoira.
Un estudio reciente se propuso analizar tres experiencias emocionales distintas relacionadas con el cambio climático: ecoansiedad, ecodepresión y ecoira. Además, estudió también sus posibles efectos diferenciales en la salud mental (entre otras variables).
En dicha investigación, la ecodepresión se entendió como el grado en que el cambio climático hacía que los participantes se sintieran abatidos y deprimidos. En el caso de la ecoira se consideró el nivel de frustración y enfado provocados por la crisis climática.
Dicha investigación reveló que la frecuencia de las expresiones ecoansiedad y ecoira fue similar, mientras que la frecuencia de la ecodepresión fue menor.
Respecto a la salud mental, los resultados indicaron que, consideradas estas tres respuestas simultáneamente, la ecoansiedad y la ecodepresión parecían contribuir a peores niveles de salud mental. Por su parte, la ecoira se reveló como una experiencia emocional más adaptativa: dicha respuesta emocional predijo un mayor bienestar personal.
En síntesis, las investigaciones científicas confirman que la crisis climática puede socavar la salud mental de las personas a través de las emociones negativas que experimentan en respuesta a la misma.
Resulta necesario que futuras investigaciones profundicen en las implicaciones de dichas respuestas (ecoansiedad, ecodepresión y ecoira) a fin de comprender mejor sus características definitorias, potenciales determinantes y consecuencias en la salud mental y el comportamiento humano ante el desafío global representado por el cambio climático.
No es una producción propia, la fuente es The Conversation (.com)

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