
Enfrentando cifras alarmantes de desperdicio alimentario, donde un tercio de los alimentos producidos se desecha, el sector gastronómico se posiciona como un actor clave para la transformación urgente de la gestión alimentaria global.
Hasta el momento 1090 científicos de todo el mundo firmaron la “Declaración de Dublin”, un documento que, sin dejar de reconocer los desafíos que tiene la ganadería, sostiene que esa actividad resulta esencial para la civilización humana.
El documento, creado a fines del año pasado por dos científicos europeos –el belga Frédéric Leroy y el suizo Peer Ederer–, se hizo con el propósito de mostrar una voz autorizada en la materia ante los sistemáticos ataques que viene registrando la ganadería por parte de instituciones y organizaciones a escala regional, nacional e incluso global.
En el ámbito del Mercosur son 104 los científicos firmantes del documento, entre los que se incluyen André Pedroso (Embrapa), Angelica Pereira (Universidade de São Paulo), Sergio Pflanzer (Unicamp), Ricardo Brumatti (Universidade Federal de Mato Grosso do Sul), Claudia Elena González (Universidad Nacional de Itapúa), Laura Astigarraga (Facultad de Agronomía de la Universidad de la República), Rafael Carriquiry (Udelar), Enrique Fernández (INIA), Rodolfo Cantet (Fauba-Conicet), Darío Colombatto (Fauba-Conicet), José Jáuregui (Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral), María Elena Otegui (Fauba-Conicet) y Jorge Martínez Ferrer (INTA), entre muchos otros.
En Bicho de Campo desglosan y explican la “Declaración de Dublin”, la cual, además de ser sintética y clara, está tan bien redactada que no admite resumen alguno.
Los sistemas ganaderos deben avanzar apoyándose en criterios científicos de la más alta calidad. Dichos sistemas son demasiado valiosos para la sociedad como para ser objeto de la simplificación, reduccionismo o el fanatismo. Estos sistemas deben continuar siendo parte de nuestra sociedad, de la que cuentan con un amplio apoyo. Por ello, se ha pedido a la comunidad científica que faciliten pruebas fiables de su beneficio en la nutrición y en la salud, de su sostenibilidad, y de su relevancia sociocultural y económica; así como de ofrecer soluciones para las numerosas mejoras que se necesitan.
Esta declaración tiene como objetivo dar voz a los muchos científicos, a nivel global, que generan conocimiento de una manera exitosa, diligente y honesta en diversas disciplinas, con la finalidad de ofrecer una visión objetiva del futuro de la ganadería.
Los sistemas actuales de producción alimentaria están encarando un doble desafío sin precedentes. Por un lado, existe una necesidad de incrementar la disponibilidad de alimentos derivados de la producción animal (carne, lácteos, huevos) para satisfacer los requerimientos nutricionales de unos tres mil millones de personas, para quienes las deficiencias nutricionales generan retraso en el crecimiento, anemia, emaciación y otras variedades de desnutrición. Al mismo tiempo, algunos métodos y la intensidad de la producción animal presentan desafíos relacionados con la biodiversidad, el cambio climático y el flujo de nutrientes; así como para la salud y el bienestar animal, dentro del amplio espectro incluido en el concepto de “una salud integral”.
Con un elevado crecimiento demográfico, concentrado principalmente en poblaciones urbanas y socioeconómicamente vulnerables, y en donde gran parte de la población depende en un estilo de vida ganadero, encontrar soluciones basadas en la evidencia se vuelve aún más urgente, ya que los problemas de sostenibilidad y abastecimiento crecen de forma exponencial.
Los alimentos derivados de animales de abasto suministran una gran variedad de nutrientes esenciales, así como de otros compuestos beneficiosos para la salud, los cuales escasean en la mayoría de las dietas a nivel mundial, incluso entre poblaciones con un alto nivel de ingresos. Personas con un elevado nivel económico pueden procurarse dietas equilibradas, aunque disminuyan notablemente el consumo de carne, lácteos o huevos.
Sin embrago, este planteamiento podría no ser aconsejable para la población en general, especialmente para secciones de la población con altos requerimientos como la infancia, adolescentes, mujeres en gestación o lactantes, mujeres en edad reproductiva, la tercera edad, o aquellos con enfermedades crónicas. Evidencias científicas, del más alto nivel, en bio-evolución, antropología, fisiología o epidemiología recalcan que el consumo regular de carne, lácteos y huevos, como parte de una dieta equilibrada, es beneficioso para el ser humano.
Los animales de granja y de pastoreo son irreemplazables para mantener un flujo circular de materiales en la agricultura, ya que son capaces de reciclar, de diversos modos, la gran cantidad de biomasa no comestible que se genera como un subproducto durante la producción de alimentos que el hombre necesita para su dieta. Los animales de abasto están en una situación óptima para reincorporar estos materiales a su ciclo natural, a la vez que producen un alimento de alta calidad. Los rumiantes, en particular, son capaces de agregar valor a suelos que nos son adecuados para lo producción directa de alimentos. Es más, cuando los sistemas ganaderos se gestionan siguiendo los principios agro-ecológicos, se pueden producir muchos otros beneficios incluyendo captura de carbono, una mejora en la calidad del suelo y en la biodiversidad, protección de los recursos hídricos y la provisión de servicios de ecosistemas de relevancia.
Mientras que el sector ganadero se enfrenta a desafíos tales como la explotación de los recursos naturales y el cambio climático, que son de importancia y que requieren una respuesta, una vía de acción única como la drástica reducción del número de cabezas podría incurrir en problemas medioambientales a gran escala.
Durante milenios la cría de ganado ha provisto a la humanidad de comida, ropa, energía, estiércol, trabajo, ingresos, así como de activos, seguridad, aval y posición social. Los alimentos de origen animal son la fuente de proteínas de alta calidad con la mayor accesibilidad, así como de otros nutrientes, para la población mundial. Además, la posesión de ganado es la forma de propiedad privada de activos más común y establece las bases del capital rural financiero comunitario.
En ciertas comunidades, el ganado es uno de las pocas propiedades que las mujeres pueden poseer, y es un punto de inicio para la igualdad de género. Los avances en ciencia animal y las tecnologías asociadas están, actualmente, mejorando el rendimiento del ganado abarcando todos los aspectos ya mencionados de salud, medio ambiente y socio-económicos, a un ritmo más acelerado que en ninguna otra época de la historia,
La civilización humana se ha edificado sobre la ganadería desde los inicios de la edad del bronce, hace ya más de 5000 años, siendo el pilar de la seguridad alimentaria de las sociedades modernas. La ganadería ha demostrado ser, durante milenios, un método eficaz para crear dietas saludables y asegurar un estilo de vida, basada en una sabiduría que está profundamente arraigada en los valores culturales en todos los rincones del planeta.
La ganadería sostenible también proporcionará soluciones para los nuevos desafíos del momento: mantenernos dentro de los límites seguros de producción del planeta Tierra; la única Tierra que tenemos.
Enfrentando cifras alarmantes de desperdicio alimentario, donde un tercio de los alimentos producidos se desecha, el sector gastronómico se posiciona como un actor clave para la transformación urgente de la gestión alimentaria global.
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