
Tres dimensiones posibles del debate sobre el futuro del cambio climático
Negocios inmobiliarios, la extensión de la frontera agropecuaria, el desmonte, los incendios, el dengue y, por supuesto, el cambio climático como la base
Está haciendo pensar a cientos de millones de personas que tal vez no vivían tan bien como creían; porque ahora disfrutan de aire limpio y del silencio como nunca y de ciudades por las que pueden caminar y correr sin coches.
Pero es que, tras la pandemia, podríamos tener ciudades igual de limpias si llegamos a un pacto que respete el hecho de que somos la naturaleza; somos el planeta, y no es una mina que explotar hasta agotarlo para ser ricos.
¿Lo ve? Y ahora hablan de volver a la normalidad: ¿la normalidad es la contaminación y el ruido de antes otra vez para todos? ¿Tener piscina para usted solito? ¿Un chalet y dos 4x4 para esquiar?
Claro que me molesta; porque su mal gusto, prepotencia y egoísmo están poniendo en peligro el futuro de mis hijos y mi bienestar y el de todos; y el suyo y de sus hijos.
Usted puede permitírselo...
Pero el planeta no puede. Y el planeta es de todos: no sólo suyo. No quiera una piscina.
Estamos haciendo algo mejor: estamos cambiando las mentalidades hasta que los dueños de las piscinas privada se avergüencen de la horterada insolidaria que son.
Es sentido común. No pedimos a la gente que renuncie a nada, sino que disfrute de todo y más; pero de forma más educada y generosa.
¿Se imagina una gran piscina pública compartida con amigos y familias bien educadas y generosas en un ambiente sano y alegre?
Yo no lo creo. Y somos muchos como yo los que preferimos trabajar para compartir el planeta y no para privatizarlo. Ahora imagínese Barcelona con su piscina privada...
¿De verdad? Y al lado de la suya, la otra y otra y otra... Hasta cubrir de piscinas Barcelona y Catalunya... ¿Tiene agua para tantas? ¿Quiere que suceda con las piscinas como con los parkings que ocupan media ciudad para que en ellos envejezcan miles de coches sin usar?
Compartir piscinas públicas y, si quiere, de lujo: con prestaciones que una privada nunca tendrá: saunas, chorros, juegos... Y con personas, amigos, familias que enriquecerán su experiencia. Y lo mismo con todas esas ambiciones que el sistema actual nos presenta falsamente como aspiracionales... ¡Compartirlas!
Pero nos engañan con películas de que eso es lo que debemos desear. Créame, no lo necesitamos, y si renunciamos a esas tonterías, podemos frenar la degradación de nuestra verdadera piscina, que son los mares y nuestros ríos y lagos.
Adelante: tenga una vida maravillosa y descubra el planeta volando y conduciendo menos; pero usando tren eléctrico, por ejemplo, Podemos hacer que el transporte compartido sea lujoso y mucho más agradable que ahora.
La pregunta es por qué no estamos interesados todos. Yo tengo la suerte de que fui bendecido con una niñez en la campiña inglesa que ha dado sentido a mi vida. A los 24 años me fui a Indonesia a frenar la invasión de Papúa y la destrucción de los indígenas y sus hábitats.
Nos perdimos en la selva y nos detuvieron tropas indonesias y sí, logramos que el genocidio fuera noticia en la BBC. Después he vivido seis años en África oriental y la Amazonia para preservar el bosque húmedo.
Porque hemos destruido tanto el planeta que ya no es suficiente con frenar su degradación: hay que restaurarlo o pereceremos. Por eso, ahora regenerar los corales y la selva húmeda es la mejor manera de volver a fijar el carbono que calienta el clima en el suelo.
Estamos ya dos grados por encima de la temperatura que nos lleva a la catástrofe: ¿alguien se creía que un virus podía detener toda la economía mundial? Pues pasará lo mismo con el cambio climático si no actuamos ya.
Somos conscientes de que no basta con hacer propaganda: hay que hacer política hasta cambiar las relaciones de producción y de poder en nuestras sociedades. Y eso supone lograr que las mayorías voten por programas de commons , que logren el control social de los recursos cruciales y los centros de decisión.
Es sentido común. Lo absurdo es la actual promesa del sistema de hacernos a todos ricos para tener mansiones con piscinas, coches y aviones privados que destruyan el planeta hasta dejarnos sin nada.
Fuente: La Vanguardia
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