La última oportunidad para enfrentar el cambio climático

El planeta, América Latina y Colombia piden a gritos un Pacto Verde poscovid-19.

Arbolado21/07/2020
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Herido por las lanzas mortales de la ambición y la codicia humana, el planeta, como Macondo, está cerca de ser “un pavoroso remolino de polvo y escombros”, pero, al contrario de “las estirpes condenadas a cien años de soledad”, podría tener una segunda oportunidad.

Decenas de animales han resurgido en ciudades, ríos y mares del mundo gracias al encierro del hombre y, en las grandes urbes, el aire se ha limpiado a una velocidad mayor que cualquier programa gubernamental.

Alemania, bajo la batuta de Angela Merkel, asumirá el Consejo de la Unión Europea este verano y se espera que se dé un empuje al Pacto Verde Europeo, el primer plan estratégico para erradicar por completo las emisiones de CO2 y lograr que el Viejo Continente sea climáticamente neutro en 2050.

“El covid-19 ha dejado escuchar la voz de la naturaleza y el planeta pide a gritos que aprovechemos esta segunda y, tal vez, la última oportunidad. No podemos abrirle las puertas a una calamidad mayor por las exigencias sociales y económicas que impone el virus actual. Es preciso actuar coordinadamente para frenar otra tragedia peor, la ambiental, que nos pisa los talones”, dice a EL TIEMPO el ambientalista Moisés Márquez.
El pacto verde europeo “es ambicioso e implica la reducción de gases de efecto invernadero para que Europa llegue a ser climáticamente neutra en 2050, y para esto la Comisión Europea plantea una inversión extraordinaria en sectores de energía renovable, reciclaje, biodiversidad, renovación, agricultura, transporte sostenible e investigación y desarrollo, entre otros. Con la llegada del covid varios líderes mundiales están pidiendo que el Pacto Verde sea el centro de la recuperación económica poscovid en Europa”, recuerda a EL TIEMPO María Fernanda Valdés, coordinadora de programas en la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol), miembro del consejo directivo del Foro Nacional Ambiental y Ph. D. en Economía.

 
 
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Por: Gloria Helena Rey
 26 de mayo 2020 , 04:22 p.m.
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El pacto verde europeo “es ambicioso e implica la reducción de gases de efecto invernadero para que Europa llegue a ser climáticamente neutra en 2050, y para esto la Comisión Europea plantea una inversión extraordinaria en sectores de energía renovable, reciclaje, biodiversidad, renovación, agricultura, transporte sostenible e investigación y desarrollo, entre otros. Con la llegada del covid varios líderes mundiales están pidiendo que el Pacto Verde sea el centro de la recuperación económica poscovid en Europa”, recuerda a EL TIEMPO María Fernanda Valdés, coordinadora de programas en la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol), miembro del consejo directivo del Foro Nacional Ambiental y Ph. D. en Economía.

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Y Colombia no puede desaprovechar, tampoco, esta oportunidad. Algunos puntos del Pacto verde Europeo podrían aplicarse en nuestro país, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés).

Aunque el contexto europeo sea diferente al colombiano, “el Pacto Verde Europeo es una iniciativa que pretende responder, desde el ámbito político y económico, a desafíos globales como la pérdida de biodiversidad y la crisis climática, que son iguales para todos los países. Bajo esta perspectiva, Colombia podría aumentar su ambición climática para 2030 y 2050; promover un sistema alimentario justo y respetuoso con el medioambiente, promover paisajes productivos resilientes y biodiversos, así como patrones de consumo más responsables y saludables; restaurar y conservar ecosistemas y acelerar la transición a una movilidad sostenible y con tecnologías eficientes”, sugiere la WWF a este diario.

Pero, aunque el medioambiente debería ser la prioridad poscovid-19, Valdés, la representante de Fescol, reconoce que, infelizmente, esta no es la hora del medioambiente.

“Aunque las emisiones hayan bajado y se vean animales en las calles y peces en los ríos, nadie le está poniendo mucha atención al ambiente en medio de la pandemia. Una muestra de eso es que la deforestación persiste y hay llamados a flexibilizar estándares ambientales. En Alemania, aunque se está apoyando un poscovid verde, muchas de las medidas adoptadas no incluyen esta visión y también hay voces disonantes; por ejemplo, el Partido Liberal y otros lobbies han propuesto revisar y flexibilizar la ley de protección climática”, lamenta.


El Pacto Verde Europeo es una iniciativa que pretende responder, desde el ámbito político y económico, a desafíos globales como la pérdida de biodiversidad y la crisis climática


No obstante, subraya que el tema ambiental tendría que ser la prioridad en estos momentos por tres razones fundamentales: la primera, porque “la pandemia nos muestra lo catastrófico que es tener una emergencia global, y la climática será peor que la del covid”, pues no será temporal.

La segunda, porque hay indicios de que surgirán más pandemias en una emergencia climática y, la tercera, porque “la reacción a la pandemia (del covid-19) nos muestra que es posible resolver la crisis climática: de un momento a otro hay dinero para políticas públicas, los ciudadanos son capaces de aceptar más de lo que creíamos por el bien común, no es el mercado sino la ciencia la que decide las políticas, se acepta un rol más importante del Estado en la economía, entre otros”.

En la región

En América Latina, ambientalistas luchan por detener la deforestación, pero hay mucho terreno por recorrer, pues “no es factible acordar un plan verde para toda la región a similitud del caso Europeo o entre los ocho países Amazónicos”, señala el ambientalista Manuel Rodríguez.

Eso porque “… el presidente (Jair) Bolsonaro (de Brasil) ha establecido políticas absolutamente contrarias a detener la deforestación y a su similitud con (el mandatario norteamericano) Donald Trump, que también, como Bolsonaro, niega el cambio climático”, añade.

Lo dramático es que el problema es tan grave y urgente que la mayor prioridad de América Latina debería ser frenar la deforestación, pues si pasa del 25 por ciento, advierte que “la Amazonia comenzaría a colapsar (a sabanizarse) con consecuencias gravísimas para la protección de la biodiversidad a nivel global, por la profunda desestabilización del ciclo del agua de toda la región”.

Por eso, en su opinión, los cinco puntos cruciales que deberían considerarse en materia ambiental en estos momentos en la región son “la descontaminación del aire en las grandes ciudades, el freno a la deforestación (que ha aumentado con la pandemia) y la restauración de los ecosistemas degradados (principalmente bosques, ríos y humedales). Además, el aumento de las metas de reducción de gases de efecto invernadero en el marco del Acuerdo de París y la reubicación de los cientos de miles de viviendas en zonas ambientalmente vulnerables, cuyos riesgos aumentan considerablemente con el cambio climático”.

En Colombia

Hay señales esperanzadoras, pero las promesas aquí aún no pasan de las buenas intenciones. Desde hace tiempo se pide que se desarrolle localmente un proyecto similar al Pacto Verde Europeo, pero sin los resultados esperados.

“Muchos se entusiasmaron cuando el presidente Duque dijo en la Cumbre del Clima del 2019 que el objetivo de Colombia es ser neutral en carbono para el 2050, lo mismo que propuso Europa con el Pacto Verde, pero la diferencia está en que el plan europeo ya está estructurado”, recuerda Valdés, coordinadora de programas en Fescol.

Explica que “los puntos del Pacto Verde alemán son energía renovable, reciclaje, biodiversidad, renovación, agricultura, transporte sostenible e investigación y desarrollo, entre otros, y Colombia tiene grandes desafíos en todos esos puntos”, aunque, en su opinión, sobresalen tres: la investigación y el desarrollo, la transición energética y la deforestación.

En el primero afirma que la inversión colombiana“es casi nula, el 0,24 por ciento del PIB, lo que significa que podemos dar muy pocas respuestas a nuestros problemas ambientales y terminamos siendo importadores de conocimiento”.


En Colombia hay señales esperanzadoras, pero las promesas aquí aún no pasan de las buenas intenciones


En cuanto a la transición energética sostiene que el covid-19 la está frenando en el mundo y en Colombia. “Los cambios en los precios de los commodities, la nueva demanda de electricidad y las necesidades financieras de los países en otros sectores como salud son un freno importante”.Con respecto a la deforestación, el mayor problema ambiental de Colombia, afirma que “cualquier propuesta de envergadura en el sector debería darle solución a este problema y llegar a un equilibro de cero deforestación”.

“Antes de la pandemia, un amplio grupo de ambientalistas propusimos al presidente (Iván) Duque que se formulara un ambicioso Plan de Boques 2020-30, propuesta que hoy lidera el ministro del Ambiente Ricardo Lozano. Es un plan que adquiere aún mayor importancia en el poscovid”, sostiene Rodríguez.

El presidente colombiano anunció en noviembre de 2019 el compromiso de su gobierno de llevar a cero la deforestación en los parques nacionales en el 2022 en respuesta a una solicitud que le había enviado “Parques Cómo Vamos” en junio y que, según dice Rodríguez, fue “ampliamente analizada en sus implicaciones con Lozano y su equipo”.

Plan poscovid

Hay gran preocupación sobre el medioambiente y la no urgente atención a sus problemas principales. Por eso, ambientalistas como María Fernanda Valdés, de Fescol, consideran que el plan económico poscovid que adopte el gobierno del presidente Duque debe implicar una “transformación social ecológica, es decir, el plan económico debe ser no solo verde sino socialmente justo e implicar una verdadera transformación. Para eso se debe incluir en los paquetes de ayuda algún tipo de condicionamiento de justicia social. Se podría pensar también en condicionamientos ambientales a las ayudas, esto seguramente va a pedir el FMI para librar las suyas”, afirma.

No obstante, admite que es preciso que se piense en algo más ambicioso como un Plan Nacional de Bosques, que debe ser poscovid y en el que ha venido trabajando la Friedrich Ebert Stiftung, junto con el Foro Nacional Ambiental y el Ministerio del Ambiente.

“Creemos que este plan podría ser la respuesta más audaz hacia la reconstrucción del país luego del covid, pues no solo solucionaría el problema ambiental sino que sería una inversión que llegaría particularmente a regiones vulnerables de Colombia y, además, de posconflicto”, sostiene Valdés.

Respalda su argumento en un reciente estudio de los investigadores Hepburn, O’Callaghan, Stern, Stiglitz y Zenghelis, quienes demostraron que “una política de ayuda verde es la más efectiva no solo en el ambiente, sino para solucionar el problema económico”.

Los planes de recuperación que adopte el gobierno del presidente Duque “deben alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las agendas de clima y biodiversidad”, puntualiza WWF.

El Plan de Bosques 2020-2030 al que se refirió antes el doctor Rodríguez sería una fuente de creación de empleo, indispensable para la recuperación de la economía y ayudaría ambientalmente.

“Con la lucha contra la deforestación y la restauración de los ecosistemas degradados (que conlleva una reforestación masiva) se apunta simultáneamente a la reducción de emisiones de GEI, a la protección de las aguas, la biodiversidad y se frena la contaminación del aire”, afirma.

El plan está siendo considerado actualmente por el Gobierno. Rodríguez admite que es probable que “las grandes multinacionales de la minería, el oro, el petróleo etc., utilizarán el empobrecimiento de la región para entrar más agresivamente a explotar los recursos naturales” que poseemos, pero que para países como Colombia, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y La Corporación Financiera Internacional serán los principales salvavidas financieros.

La cuatro instituciones tienen un alto compromiso con la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad y, en ese sentido, estas cuatro instituciones podrían fijar condiciones para que Colombia mejore su desempeño ambiental.

Es decir, que lo que se necesita es persistir y proseguir la lucha ambiental. El futuro es una oportunidad, y el destino nos da la segunda o tal vez la última para evitar la mayor catástrofe ambiental de la historia de la humanidad.

Fuente: El Tiempo (.com)

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