Quema de caña: perjuicios para la población, ganancias para los empresarios

Legitimar la quema de cañas es una práctica muy conveniente para los empresarios y el gobierno provincial. Esto no se produce de manera accidental. La verdad detrás de esta práctica, las ganancias millonarias y los perjuicios para la población.

Contaminaciones21/08/2020
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Según el Informe GEO de San Miguel de Tucumán a fines de los 90 y la primera década del 2000, el 50% de la contaminación del aire se debía a la quema de cañaverales; un 35% al parque automotor y el resto entre quema de basurales y pastizales.

Si bien el problema de la contaminación en nuestra provincia tiene larga data, fue durante los últimos 10 años que recibe especial atención de los medios de comunicación, la comunidad científica y del gobierno de la provincia. Sobre todo por el impacto de esta actividad en la salud e infraestructuras locales.

Sin embargo, en los numerosos reportes periodísticos y científicos se ve una tendencia en los últimos años a intentar instalar la idea de que “todos somos responsables de la contaminación”, desde la señora que limpia la vereda de su casa y quema unas pocas hojas que caen de un árbol, el vecino de la costanera norte que no tiene recolección de residuos regular y se ve obligado a quemar la basura a la vera del río, hasta una persona que decide hacer fuego porque tiene cocina a leña.

Según ellos, “hay una identificación cultural de la quema como sinónimo de limpieza”. Ahora bien, en este discurso, no se menciona a los ingenios, se conoce que ellos no reciben caña quemada, porque está prohibido por ley, mientras que los productores cañeros exponen que la quema representa pérdidas económicas por una disminución del rendimiento de la tierra, los cultivos y perdida de nutrientes del suelo, entre otros problemas. No se explican entonces las 50.000 has que fueron quemadas en 2019, según el reporte agroindustrial de la Estación Experimental Obispo Colombres, es decir 6 veces la superficie de la ciudad de San Miguel de Tucumán y el 18% de la superficie cultivada en Tucumán.

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El relato de los medios de comunicación, el gobierno provincial e instituciones científicas no toma en cuenta una realidad que involucra por un lado distintos intereses económicos de sectores empresariales de los ingenios, grandes y pequeños cañeros y por otro, la población trabajadora.

No podemos hablar de la industria de la caña como un sector homogéneo. Según la dirección de agricultura del Gobierno de Tucumán, en 2016, de un total de 7018 productores cañeros, 4408 tienen entre 0 y 10 has y el 8 % de la tierra, 1763 tienen entre 10 y 50 has con el 16% de la tierra, 386 tienen entre 50 y 100 has con el 11% de la tierra y 461 productores tienen de 100 has o más y el 76% de la tierra.

Dentro de estos últimos están incluidos los ingenios que poseen el 20% del área total cultivada, pero que la arriendan en condiciones desventajosas para los productores. Si observamos estas cifras vemos que hay un proceso de concentración de la tierra, en el que el pequeño cañero no tiene acceso al crédito, generalmente forman parte de un sector de la clase trabajadora que vive en condiciones precarias, que produce caña de menor rendimiento –50 ton/ha en comparación a los grandes empresas cañeras que producen 80 ton/ha - y se encuentran en condiciones de gran desventaja a la hora de negociar con los ingenios.

Un trabajador de ingenio, con familia productora de caña, nos graficó bien la situación de los miles de pequeños productores de caña:

“Mi tío y mi primo tienen 2 has de caña. El ingenio le maneja las 2 has a mi tío y a él no le queda otra que aceptar ese arreglo, porque si el tuviese que sembrar, abonar la tierra, pagar la mano de obra para cosechar, es una tarea imposible con lo que le pagan. Entonces el ingenio le maneja y le da un monto de dinero a cambio. Él y mi primo trabajan todo el año las tierras y el ingenio viene y le prende fuego. El ingenio no trae gente, cargadoras o maquinas, el ingenio le prende fuego y después hacen la cosecha mi primo y mi tío. Además el ingenio paga por tonelada, pero recién pagan al año siguiente, así se aseguran que no le venda la caña a otro. Por más que esta caña tenga bajo rendimiento en azúcar, se utiliza para hacer alcohol”.

La verdad detrás de la quema de cañaverales

Es un secreto a voces que los ingenios ingresan caña quemada, pero lo hacen a la noche ya que por ley está prohibido ingresar este tipo de caña al ingenio. Esta materia prima de bajo rendimiento para el azúcar es utilizada para la elaboración de alcohol, negocio más rentable que el azúcar, que sufre crisis cíclicas de sobre producción. Como la que atraviesa ahora mismo desde hace 8 años por el aumento de los costos de producción y los bajos precios. El etanol producido en los ingenios es utilizado en el corte de las naftas que alcanza el 12 % y aspira a llegar a un 25% en la mezcla de bioetanol, con lo cual la producción de azúcar quedaría en un segundo plano en un futuro no muy lejano.

Otro dato que debemos tener en cuenta, es que el cultivo de caña produce mayor energía por unidad de superficie, siendo 10 veces superior al maíz por ejemplo. Aspecto económico importante si hablamos de las ventajas de quemar la caña, como lo expresa por ejemplo en su tesis doctoral la ingeniera agrónoma María Cristina Biaggi, ya que disminuye la cantidad de trash (basura en la que se incluye la tierra, hojas y las puntas de la plata de caña), que en la “cosecha en verde” manual implica una disminución de un 4% a un 2%, mientras que en la cosechadora integral disminuye de un 12% a un 8%.

En este sentido, implica un aumento del rendimiento de la cosecha de entre 2 y 4 toneladas por hombre si hablamos de la cosecha manual; mientras que la caña quemada permite recolectar entre 5 y 7 ton/día por hombre. Una cosechadora integral, si tuviese que recolectar la caña en verde, recolecta alrededor de 30 ton/hora, mientras que la caña quemada permite recolectar 45 ton/hora y disminuye los costos de producción de la cosecha que sino equivaldría entre un 25 y 35% del total de costos productivos.

La quema de caña también disminuye los gastos en combustibles porque los camiones pueden cargar más caña, con menos trash y reduciendo el movimiento de los mismos. En este mismo sentido, se usa el fuego para deshacerse de la malhoja, es decir los restos de caña que quedan desperdigados por los campos, ya que entorpece el uso de fertilizantes, pesticidas y entorpece la entrada de luz para el crecimiento de los retoños de caña que deberán estar listos para la zafra del año siguiente.

¿Dónde están las estadísticas públicas del gobierno respecto a esta problemática?

Entonces podemos observar que la quema de caña ofrece grandes ventajas económicas a la hora de la cosecha y que compensa las perdidas productivas, que ésta pueda tener. Pero ante esto, el panorama es grave, estamos viendo el aumento de los incendios. Según un informe de La Gaceta Play, el director de Defensa Civil Fernando Torres recibió más de 1.100 denuncias realizadas hasta el 6 de agosto en la provincia.

Este fuego se vuelve difícil de controlar por las bajas temperaturas y la sequía que afecta a Tucumán en este invierno. Es necesario destacar que la Ley 6.253 para la defensa, conservación y mejoramiento ambiental que prohíbe la quema de caña y pastizales, estipula el monitoreo mensual del aire, el control de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) y cómo estas afectan a la salud de la población.

Tanto el gobierno de la provincia en general y el SIPROSA en particular no han realizado ningún estudio oficial, ni han realizado estadísticas claras sobre la situación. Sólo existen estimaciones realizadas por equipos científicos. Tampoco existen cifras oficiales sobre las emisiones de micropartículas (2,5 micras y 100 veces más delgadas que un cabello humano) de los ingenios, que a pesar de que el gobierno dice que los ingenios poseen los filtros húmedos en las chimeneas, las protestas en la localidad de Monteros desmienten esta afirmación.

En la actuación preliminar Nº 61 realizada por la Fiscalía General en el año 2007, frente a las denuncias de la asociación ambientalista “Pacto Verde”, por emisiones de humo del Ingenio Ñuñorco, consta que de 150 ug/m3 de emisiones de micropartículas consideradas como tolerables para el ambiente, el ingenio superaba en 3,52 veces las emisiones de partículas contaminantes en los espacios públicos de la ciudad de Monteros. A pesar de que este informe no es actual, nos muestra las implicancias de que un ingenio genere emisiones de hollín y que no haya un monitoreo del gobierno con respecto al estado de estas emisiones, ya que una de los elementos químicos que producen y liberan los ingenios y la quema de cañaverales es el N2O (óxido nitroso), que absorbe 310 veces más radiación que el CO2 (dióxido de carbono) y puede permanecer en la atmosfera más de 100 años.

La realidad derriba de un cachetazo la idea de que “los tucumanos tenemos una cultura del uso del fuego para la limpieza, que abarca a toda la sociedad” o “que la quema de caña se produce de manera accidental” o argumentos absurdos e insostenibles como que es “por culpa de niños que juegan en los cañaverales”.

No sólo en los medios de comunicación, sino también en el ámbito científico agronómico, se minimiza o directamente nada se menciona de los engranajes económicos de alta rentabilidad que implica la quema de caña. Esto desnuda la verdadera intención del gobierno, de las instituciones científicas y medios de comunicación de proteger la ganancia de los grandes cañeros e ingenios. En Tucumán los verdaderos responsables de estos desastres ambientales tienen nombre y apelllido, empresarios millonarios como Jorge Rocchia Ferro, Emilio Luque, por nombrar a dos de los principales de la provincia.

"Para que nuestro futuro no se vuelva humo"

Las grandes patronales valoran más la producción alcoholera y sus ganancias millonarias, que la situación que viven los trabajadores rurales y obreros. En estos últimos años, han sido numerosas las protestas de los obreros de los ingenios por el adeudamiento de salarios o el pésimo estado de algunas unidades de producción.

Hace años que numerosos pueblos y ciudades del interior donde están instalados los ingenios y cercanos a cañaverales que son prendidos fuego, protestan en el interior de la provincia, año a año, ante la preocupación por la contaminación y el riesgo para la salud de los habitantes. Sin ir más lejos, en la ciudad de Monteros marcharon recientemente bajo el lema "Para que nuestro futuro no se vuelva humo", exigiendo al municipio y al gobierno provincial que hagan efectivo el cumplimiento de las leyes vigentes por parte de los empresarios. Los dueños de los ingenios amasan fortunas a costa de la salud de toda una población.

Legitimar la quema de caña, termina siendo una práctica muy conveniente para los empresarios. El gobierno de Manzur en alianza con estos y algunos medios de comunicación, pregonan un discurso responsabilizando a "la sociedad en general", porque claro, si es responsabilidad de todos, no hay ningún responsable político, ni económico concreto. Y son estos mismos quienes durante la cuarentena han seguido agrandando sus fortunas. De estas grandes ganancias que acumulan en este caso los empresarios azucareros, debe salir el dinero para resarcir el daño ambiental y para enfrentar la crisis sanitaria, por medio de un impuesto a las grandes fortunas.

Fuente: La Izquierda Diario (Argentina)


 

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