Tres preguntas para repensar nuestra relación con los plásticos.

Agustina Besada trabajó siempre sobre la gestión de residuos. Dirigió un centro de reciclaje en Estados Unidos y en 2018 se embarcó a cruzar el Atlántico en un velero para generar conciencia, a través de la investigación, el mapeo y las entrevistas con expertos, sobre el mal uso del plástico.

Residuos02/06/2020
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Agustina Besada en su travesía por el Océano Atlántico

Cofundó Unplastify, una empresa social que se propone cambiar la relación humana con el plástico. Más allá de todo esto, “Tati” es mi amiga y una de las personas más apasionadas por desplastificar el mundo. Así que salió esta conversación en cuarentena que quiero compartir con ustedes.

  • Tapabocas, guantes, bolsas, plástico… Lo descartable pareció volver a ser protagonista y muchos analizan un posible “resurgir del plástico” post-pandemia. ¿Qué pensás? 
    Sin dudas, en estos tiempos de pandemia, de miedo, de falta de información o de desinformación, se está volviendo un montón a lo descartable. Es importante diferenciar lo que son descartables en el uso médico que están totalmente justificados y no se pueden cuestionar. Incluso allí, están empezando a usar elementos de protección reutilizables. Y, por otro lado, el ciudadano común, en el que se percibe una tendencia a usar más descartables. Creo que eso se relaciona con una sensación de seguridad que da el plástico. Hay un retroceso hacia lo descartable por falta de información. Sería una pena que, por este contexto tan difícil, tengamos que dejar de lado otras cuestiones que también son complejas, como la contaminación plástica.
  • Saliéndonos un poco de la pandemia, en Unplastify no se presentan como enemigos del plástico, sino que invitan a repensar nuestro vínculo con él. ¿Cuál es el principal problema en esa relación? 
    Es una combinación de problemas. Es cómodo, liviano, barato. Y eso está ligado con el exceso. La comodidad en sí no es un problema, pero cuando, al ser cómodo, lo empezamos a usar en absolutamente todo lo que nos rodea, hay un exceso con impacto negativo. Eso sumado a la manera descartable en la que lo empleamos: elegir un material que dura 400-500 años en degradarse para algo que lo vamos a usar minutos, no tiene sentido. El problema no es el material en sí, el problema es su uso y abuso. 
  • A dos años de tu travesía por el Atlántico, ¿cuál fue el mayor aprendizaje de esa experiencia? 
    Por un lado, un aprendizaje sigue siendo el mismo: el plástico no desaparece. Cuando tiramos ese material tan resistente y duradero y, por alguna razón, termina en el océano, sigue ahí y contamina los lugares más remotos. Por otro lado, con el tiempo, empecé a reflexionar sobre el diseño de los sistemas. En la vida a bordo pasábamos tantos días sin ingresar nuevos recursos al barco, que teníamos que ser muy conscientes de los recursos que teníamos y cómo los íbamos a usar. Me dio una idea de finitud de los recursos y cómo uno los administra. A la escala del planeta, es lo mismo.

Fuente: Tais Gadea Lara

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