
El Observatorio de Acción Climática: El Espejo Crítico de la Agenda Ambiental Argentina
En un contexto de negacionismo creciente y desfinanciamiento estatal, esta herramienta es fundamental para fiscalizar la inacción

Según Bertolino et al. (2015), se refiere a todo resto o material en estado sólido, resultante de un proceso de producción, transformación o utilización que sea abandonado o que su poseedor o productor tenga la obligación o decida desprenderse de él.
De acuerdo a la Agencia de Residuos de Cataluña (2015), se define a los residuos textiles el procedente de la ropa, calzado y otro material textil como ropa del hogar, bolsas, paños, etc., que una vez utilizado durante un período de tiempo determinado se convierte en residuo. Por otra parte, también se incluyen los excedentes de la industria textil o de cualquier industria que utilice tejido textil, hilos, etc., en su proceso productivo. En menor proporción también existe el residuo procedente del pre-consumo, es decir, prendas de ropa que se convierten en residuo sin haber sido utilizadas por los consumidores y se destruyen, con lo cual entran en el circuito del reciclaje.
La misma guía afirma que, el residuo textil procede principalmente de dos fuentes:
• Sector doméstico: ropa de vestir, ropa del hogar, calzado, etc.
• Sector industrial: residuo textil resultante del proceso de fabricación, de transformación, etc., generado por actividades de este sector o de otros sectores que en su producto incorporan tejidos o fibras textiles (por ejemplo, la automoción).
La gestión incorrecta de los residuos sólidos en zonas urbanas genera entre otros, los siguientes problemas (FICYT, 1998):
La presencia de residuos abandonados produce una sensación de suciedad a la vez que deterioran el paisaje.
Los depósitos incontrolados de residuos sólidos urbanos producen, al fermentar, olores muy molestos.
Los residuos fermentables son fácilmente auto-inflamables por lo que pueden provocar incendios que ocasionan una contaminación atmosférica muy desagradable para la vecindad y, en ocasiones, peligrosa para la circulación y para la seguridad de los bosques cercanos.
Un vertido de residuos realizado sin ningún tipo de control, presenta un grave riesgo de contaminación de las aguas tanto superficiales como subterráneas, con el consiguiente peligro para la salud si son utilizadas para el abastecimiento de agua potable a la población.
Los residuos orgánicos favorecen la existencia de gran cantidad de roedores e insectos que son agentes portadores de enfermedades y algunas contaminaciones bacterianas.
En cuanto a la mala o nula gestión de residuos textiles, Timo Rissanen mencionado por Vásquez (2018) comenta que, un tercio de las prendas que se fabrican en el mundo nunca se venden. Algunos desperdicios textiles terminan en el vertedero, otros son incinerados. Y que es necesario diseñar la producción quitando de la ecuación la sobreproducción. Montero, mencionado por Gómez (2012) señala que, en un relleno sanitario, un trozo de tela de algodón puede tardar entre 6 meses a 5 años en descomponerse y si la prenda es de poliéster más de 200 años. Cuando este material empieza a descomponerse, algo similar sucede con sus polímeros y tintes, que contaminan el suelo y las fuentes hídricas. La indumentaria que se entierra en un depósito abarca un gran volumen del mismo.
Primeramente, definiremos lo que es un negocio verde, “Contempla las actividades económicas en las que se ofertan bienes o servicios, que generan impactos ambientales positivos y además incorporan buenas prácticas ambientales, sociales y económicas con enfoque de ciclo de vida, contribuyendo a la conservación del ambiente como capital natural que soporta el desarrollo del territorio” (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible 2015)
Uno de los ejemplos de negocios verdes son las empresas recicladoras, donde básicamente no es más que crear un circuito cerrado de gestión de residuos sólidos, se puede acopiar y clasificar residuos sólidos para venderlo a empresas más grandes (tercerizar el servicio). Ser una empresa recicladora de residuos como plástico, aluminio, papel y cartón, vidrio y también restos de tela o lo proveniente de la industria textil y confección. Se pueden crear productos genuinos a través del reciclaje.
Una empresa española utiliza como materia prima utilizan: PET, redes de pesca, algodón post-industrial, lana, neumáticos usados y posos de café. La mayoría de los tejidos están fabricados a través de procesos mecánicos de reciclaje que disminuyen el impacto.
Una empresa colombiana se dedica a la compra de excedentes textiles y posterior transformación a fibras mediante el proceso de deshilachado. Recupera 6.000 toneladas de 15.000 que desperdicia este país. Sus productos son: fibras recuperadas de relleno, fibras recuperadas para hilatura, no tejidos, acolchados y ropas de hogar (sábanas, cortinados, etc.); estos productos finales van a parar a otras industrias como el automotriz, mueblería, tapizados y colchonería.
Una marca italiana se asoció con una empresa que fabrica jugos de naranja y produce tela con los desechos de la industria de jugos de frutas.
Una empresa chilena, soluciona el problema de la ropa en desuso existente en el país generando un triple impacto: social, económico y medioambiental, incorporando a la comunidad en la creación de nuevos productos a partir de los deshechos textiles y entregar ropa que ya no se utiliza a los más necesitados.
En Paraguay tenemos dos empresas que se dedica a la reutilización textil:
Retex: La empresa realizaba una técnica denominado “tejido-no-tejido”, método que no se utilizaba en el Paraguay, con la visión de elaborar tejidos a partir de materia prima reciclada, donde compran retazos pero que también consiguen de forma gratuita; ya que las empresas dedicadas a la confección tienen mucho residuo y este ocupa mucho espacio. El producto se obtenía a raíz de fibras naturales como algodón y lana. Posteriormente, la técnica se perfeccionó y lograron obtener a partir de telas sintéticas como fibra poliéster y acrílica, ampliando su gama de productos. Entre sus productos se encuentran materiales para la construcción, para colchonería y confección, ropas de invierno y artículos de limpieza
Amaná Py: Nace en el 2016 por Araceli María Allo y Anahí Méndez. Como materia prima utiliza retazos de una industria de confección, donde clasifican lo separan por colores y lo envían a los artesanos de Carapeguá. Empezaron a venderlos por redes sociales, pero con un enfoque comercial diferente, mostrando el colorido del poyví pero como espacios de decoración. Las mesas puestas con los individuales fueron el mayor atractivo al iniciar, pero luego expandieron las propuestas a decoraciones de dormitorios, livings, cocinas y espacios al aire libre con alfombras, almohadones y camineros en poyví. Hoy cuenta con una tienda propia con variedad de opciones para decorar el hogar con tejidos nacionales y con asesoría de profesionales en la decoración.
Fuente: universo mola

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