Mercado Central: un cambio (agroeco)lógico

El Mercado Central decidió promover el cambio hacia la agroecología de los productores que lo abastecen de frutas y verduras

Alimentos y Tóxicos 01/09/2020
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Dará talleres sobre cómo producir sin venenos y hará seguimientos técnicos de calidad. Una vez en las verdulerías, los productos saludables estarán diferenciados del resto. "Tenemos la oportunidad de discutir qué comemos", explicó su presidente, Nahuel Levaggi, sobre uno de los debates que llegó para quedarse con la pandemia y la crisis económica.

Hay cambios que sólo pueden medirse en perspectiva. Durante la crisis del 2001, miles de personas saquearon supermercados, otros miles amenazaron con saquearlos para conseguir mercadería, los clubes de trueque por comida se multiplicaron como conejos. Chiche Duhalde hizo política con la supersopa, la propuesta de cocinar los “excedentes” del Mercado Central, que en lugar de ser llevados al Ceamse se convertirían en la solución para el hambre. El menú se completaba con milanesas de soja, por donación de solidarios productores agropecuarios. En esta crisis de 2020, el problema del acceso a la comida vuelve a ser clave. Muchas diferencias están a la vista. Y el Mercado Central, desde su dirección, decidió promover el cambio a la agroecología de los productores que lo abastecen de frutas y verduras. 

“Siempre se habla del alimento cuando falta. Si no hay escasez, no se problematiza la alimentación: no importa si la maneja Monsanto o si son ultraprocesados—, apunta Nahuel Levaggi, director del principal mercado concentrador del país y coordinador nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) —Ahora tenemos la oportunidad de ponerlo en debate. Discutamos qué comemos. Qué necesitamos, con qué nutrientes, cómo lo producimos”.

Esta política, impensada en el país de hace apenas cinco meses atrás, se pondrá en marcha con un primer grupo de productores, puesteros con producción propia que aceptaron subirse a la propuesta de cultivar sin agroquímicos.

Una de las puertas al cambio es que el Mercado tiene un laboratorio propio. En él, todos los días se hacen muestreos de las verduras y frutas de las naves que van a abastecer a las trece millones de personas que habitamos la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Las muestras pasan por análisis de calidad, de microbiología y presencia de plaguicidas. O mejor dicho: muchas no pasan.

A cargo del área que sigue tan delicada cuestión está Marisol Troya. “En muchos alimentos detectamos la presencia de plaguicidas”, revela. Y explica que “no sólo de uno o dos plaguicidas, sino de combinaciones de cuatro o cinco compuestos”. Gerenta de Calidad y Transparencia del Mercado Central, al igual que Levaggi proviene de una organización de la agricultura familiar, el Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra (Vía Campesina).

En 2018, el Senasa dio a conocer que más de la mitad de las verduras controladas entre 2011 y 2013 contenían restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles no permitidos. Como ejemplo, en las muestras de acelga se encontraron residuos de  28 agroquímicos como ddt, endosulfán y deltametrina. La información llegó a conocimiento público porque la ONG Naturaleza y Derechos lo obtuvo mediante un recurso de amparo. Los datos que el organismo dio a conocer a partir de entonces mostraron resultados mucho mejores. Su última publicación informa que solo en 5,58% de las muestras de las producciones de origen vegetal analizadas en sus laboratorios encontraron residuos de fitosanitarios por encima de los permitidos. En seis de cada diez de esos casos, el problema fue de “desvíos de uso”, un término que alude a que una hortaliza es tratada con venenos no autorizados para su especie. Se supone que porque el agricultor le echa algún plaguicida que le quedó o tiene a mano.

Otro riesgo frecuente es que los productores no esperen los días requeridos para que los agroquímicos pierdan potencia y se vuelvan “inocuos” antes de sacar la producción a la venta. Por eso, en las primeras frutas y verduras de cada estación es más frecuente encontrarlos.

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EN CAMINO

Levaggi explica que el camino que propone el Mercado Central para el cambio a la agroecología son los mismos que sigue la UTT: ofrecer a los productores capacitación técnica en un esquema de talleres, y después una propuesta de seguimiento técnico. Cuando esta producción llegue al Mercado, además, van a diferenciarla, de manera que en la verdulería de barrio lo agroecológico sea identificable.

“El arranque es dar talleres de suelos, de preparados, de control de plagas y de diseño de la quinta;  después se trata de la práctica, del trabajo con seguimiento de un técnico que va a las quintas y las acompaña en la transición”, explica. Otro aspecto a tener en cuenta que se puede empezar con una parcela, e ir extendiendo la superficie agroecológica a medida que se ven los resultados.

—¿El productor necesita invertir?

—Necesita invertir en capacitación y conocimiento, que a eso lo ponemos nosotros. Después tiene que probar: descolonizar su mente del agronegocio, de las multinacionales y la industria del agroquímico, que trabajan muy fuertemente todo el tiempo en instalar que no se puede producir sin químicos. O que es la única manera de producir masivamente.

—Entonces lo que necesita es perder el miedo a ganar menos.

—De hecho va a ganar más, porque la producción agroecológica tiene costos menores que la producción con agroquímicos. Esto es así porque los agroquímicos son importados, a precio dólar. En cambio, la propuesta de producción agroecológica es en pesos, con bioinsumos que la mayoría podemos elaborar en el propio campo.

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CERTIFICACIÓN AGROECOLÓGICA

Políticas de este tipo son uno de los aspectos a valorar de la presencia de las organizaciones sociales en el Gobierno, donde están ocupando cargos de gestión que, aún desde lugares subalternos -en el sentido de que no inciden en el rumbo económico o en la matriz productiva- conviene tener presente—. Porque dejan una marca en la cultura. Tan imborrable como el recuerdo de la supersopa.

En el caso de la UTT, es una organización que no había participado, como otros movimientos sociales ligados a la economía popular, de la campaña electoral del Frente de Todos. Con la inesperada convocatoria a hacerse cargo del Mercado, el Gobierno les pidió dos cosas: garantizar el abastecimiento de alimentos, a precios baratos.

Eran días de colas en los supermercados y compras compulsivas de alimentos. En góndolas y verdulerías se disparaban los precios. El kilo de lechuga podía valer 35 pesos en el Mercado Central, pero en los comercios de proximidad llegaba a 90; en algunos lugares incluso a 130. Entre esos aumentos desbocados  y la recomendación de quedarse en casa, muchas personas se volcaron a los bolsones agroecológicos, ofrecidos por comercializadoras alternativas que rápidamente extendieron las entregas a domicilio.

Levaggi asumió en su cargo el 24 de marzo. Su primera propuesta fue armar un acuerdo de precios con los grandes productores, aplicado a una canasta de frutas y verduras: el Compromiso Social de Abastecimiento. Todos los jueves, los puesteros consensúan precios mayoristas de verduras y frutas, con el compromiso de mantenerlos durante la semana. En base a ellos el Mercado sugiere precios a los minoristas. La lista puede consultarse en internet, junto con un mapa de las verdulerías adheridas.

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Con esta página y las verdulerías que se van sumando al Compromiso Social de Abastecimiento, el Mercado va a promover los productos que hagan el cambio a los agroecológicos, cerrando el círculo.

El esquema es, entonces, valorizar la producción sin agroquímicos. “La certificación agroecológica es una de las prioridades de nuestra gestión. Para eso estamos construyendo criterios de qué parámetros usar, e iniciando mesas institucionales con algunos organismos como el Senasa”, dice Marisol Troya. Si bien en el país ya existen organizaciones que vienen impulsando un sistema de certificación agroecológica participativo, realizado entre la sociedad civil y productores, desde el Mercado Central -con el peso que esto significa- este objetivo no había sido hasta ahora abordado.

Fuente: El Grito del Sur (.com.ar)


 


 


 

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