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El experto, que dirige uno de los cien puntos de la Organización Meteorológica Mundial para la medición de CO2, avanza que “las consecuencias ya están, con sequías, inundaciones y olas de frío y calor”
Cambio Climático01/04/2022Emilio Cuevas (Santa Cruz de Tenerife, 1961), director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña (Tenerife), de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), del que depende una estación de Vigilancia Atmosférica Global (VAG) de la Organización Meteorológica Mundial, observa con alarma la rápida acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera como consecuencia de la actuación del hombre. Cree que “nosotros ya no veremos una marcha atrás”.
Porque para encontrar concentraciones similares a las actuales hay que remontarse hacia atrás dos o tres millones de años en la historia de la Tierra. Además, los cambios naturales de la composición atmosférica y del clima siempre han tenido lugar a lo largo de miles de años. Los cambios de ahora en las concentraciones de estos gases se están produciendo en décadas. Por lo tanto, no solo es importante el incremento experimentado en la concentración de los gases de efecto invernadero, sino también el cortísimo tiempo en que estos enormes cambios se están produciendo. Desde 1990 la capacidad de calentamiento de la atmósfera ocasionada por los gases de efecto invernadero se ha elevado en un 43%.
El dióxido de carbono (CO2) es el gas que más nos está impactando. El 80% del calentamiento global está ocasionado por él y se debe a su alta concentración en la atmósfera, actualmente por encima de 400 ppm (partes por millón). El metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) tienen una capacidad superior para calentar la atmósfera, pero afortunadamente sus concentraciones son mucho más bajas (1,8 ppm la del CH4, y 0,3 ppm la de N2O). Por otro lado, el CO2 no reacciona con otros gases, como sí lo hacen el metano y el óxido nitroso, no pudiendo ser parcialmente neutralizado y, por ello, mostrando una larga permanencia en la atmósfera.
El dióxido de carbono es el que más nos está impactando. El 80% del calentamiento global lo está ocasionando el CO2
Las razones son sus emisiones debido a actividades humanas. Si nos centramos en el más importante, el CO2, las emisiones producidas por la quema de combustibles fósiles (derivados del petróleo y el gas natural) para la producción de energía, en la industria, y la locomoción (vehículos, aviones y barcos) constituyen las principales fuentes de su incremento. Si tenemos en cuenta que de cada tonelada de CO2 que emitimos, media se queda en la atmósfera y solo la otra mitad es absorbida por los océanos (una cuarta parte) y los bosques y selvas (la otra), podemos llegar a entender fácilmente que una estabilización en la concentración de CO2 en la atmósfera solo es posible con emisiones cero a nivel global.
Esto es algo que aún se está investigando. Aunque la concentración de metano en la atmósfera también depende de emisiones industriales, las fuentes más importantes son biogénicas, como, por ejemplo, los campos de cultivo de arroz, los humedales en general, la ganadería, las termitas y los incendios. El cambio de uso de suelos a nivel global, que se ha intensificado notablemente en los últimos años, parece que está modulando este reciente incremento de metano. Por otro lado, la variabilidad en la concentración de este gas en la atmósfera es mucho mayor que la que experimenta el CO2, ya que, a diferencia de este, el metano reacciona con otros gases (sobre todo el radical OH [hidróxido]).
Está en nuestras manos que los efectos en las próximas décadas puedan afectarnos poco, mucho o muchísimo
En el caso del CO2, si las emisiones de este gas no se eliminan por completo, la mitad de lo que emitamos se queda en la atmósfera, lo que explica su acumulación. La razón para registrar una aceleración en la concentración de este gas en la atmósfera es que las emisiones del mismo, lejos de disminuir, han aumentado en los últimos años.
Un incremento en la temperatura media de la atmósfera terrestre, ocasionando múltiples cambios en el clima a escala global y regional, incrementándose el número y la intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, vientos muy intensos, olas de frío y de calor. Asimismo, ocasiona un calentamiento del océano y, con ello, su expansión térmica, elevando el nivel del mar, que es reforzado por la fusión del hielo en zonas continentales (Antártida) y glaciares.
Las consecuencias del cambio climático ya están con nosotros, y de manera claramente perceptible para la población desde principios de esta década de 2010. El cambio climático está teniendo lugar en estos momentos y cada vez se mostrará con mayor intensidad.
Si no se actúa pronto, sus efectos serán más intensos
Desde un punto de vista físico, solo se pueden frenar y estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera con emisiones cero. Con una reducción importante de emisiones, seguiríamos viendo un incremento en la concentración de estos gases, pero a un menor ritmo, lo que retrasaría el alcanzar los límites críticos de incremento de la temperatura media global en 1,5 °C o 2 °C, respecto a la época preindustrial. Superar esos límites nos situaría en escenarios climáticos muy peligrosos.
El cambio climático ya se está produciendo, es imparable e irreversible. Nosotros ya no veremos una marcha atrás, pero está aún en nuestras manos que las consecuencias en las próximas décadas puedan afectarnos, un poco, mucho o muchísimo, dependiendo de los recortes en emisiones que seamos capaces de hacer a partir de ahora a nivel global. Por otro lado, y de forma simultánea, y ya a una escala nacional, regional y local, hay que trabajar de forma inteligente y rápida en políticas de adaptación a los futuros escenarios climáticos regionales que ya podemos estimar a diferentes escalas temporales. Muchas actividades económicas, y la sociedad en general, deberán ser guiadas a una necesaria adaptación a estos nuevos escenarios con el fin de minimizar su impacto.
No es una produccion propia, la fuente es Cinco Días (España)
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