¿Cómo fue el primer auto eléctrico de la historia?

Movilidad y transporte23/12/2024Marcos BachMarcos Bach
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La mejora de las baterías por Edison marcó un antes y un después en la autonomía y eficiencia de los coches eléctricos

MARCOS BACH

Determinar cuál fue exactamente el primer auto eléctrico es complicado y algo injusto, considerando que hubo varios intentos iniciales durante el siglo XIX. Por ejemplo, Ányos Jedlik presentó en 1828 un prototipo que funcionaba gracias a un motor eléctrico.

En 1834, el herrero Thomas Davenport también diseñó un vehículo que se movía con electricidad, aunque estaba limitado a moverse en un circuito con electricidad.

En ese mismo año, el profesor holandés Sibrandus Stratingh junto a Christopher Becker desarrollaron otro modelo que operaba con células eléctricas que no se podían recargar. Si bien existieron muchos pioneros en el desarrollo del automóvil eléctrico, se reconoce comúnmente al escocés Robert Anderson, entre 1832 y 1839, como uno de los precursores.

En Noticias Bariloche lo describen como un prototipo que era esencialmente un carruaje de aquel entonces, impulsado por baterías eléctricas no recargables. Este invento se benefició del conocimiento acumulado por los primeros exploradores en este campo.

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A pesar de los múltiples pioneros, la historia reconoce a Robert Anderson como uno de los primeros innovadores en la creación de vehículos eléctricos. (BBVA)

Más adelante, con los avances en la tecnología de las baterías, el francés Gustave Trouvé presentó un vehículo eléctrico de tres ruedas en la Exposición Internacional de París de 1881, demostrando los progresos alcanzados hasta esa fecha.

Es importante señalar que en 1880, un año antes de la presentación de Trouvé, se inventaron las primeras baterías recargables, un avance que facilitó la creación de autos más eficientes y sostenibles.

Un ejemplo destacado de este progreso fue el coche “La Jamais Contente”, que en 1899 estableció un récord significativo en la historia del automovilismo al alcanzar una velocidad de 105 km/h, una cifra que para la época era inimaginable.

Después de que los primeros modelos experimentales aparecieran en escena, los carros eléctricos comenzaron a ser vistos en las calles, especialmente entre la gente con más recursos, mientras que las personas de menor poder adquisitivo se desplazaban a caballo.

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Batiendo récords en 1899, La Jamais Contente demostró el potencial de velocidad de los vehículos eléctricos. (BBVA)

Con la llegada del siglo XX, Thomas Edison logró mejorar las baterías recargables de níquel-hierro, extendiendo la autonomía de los coches eléctricos, que alcanzaban hasta 130 km/h, considerado una gran velocidad para aquel entonces.

No obstante, con la explosión de la industria del petróleo desde la década de 1920, poseer un carro eléctrico se convirtió en un lujo frente a los vehículos con motor de combustión interna, que ofrecían costos de operación más bajos.

Hoy en día, debido a la preocupación por el cambio climático, ha renacido el interés por los coches eléctricos, los cuales ofrecen, además de un menor impacto ambiental, avances en tecnología y conectividad, representando una alternativa más acorde con la conciencia ecológica actual.

A comienzos del Siglo XX, los vehículos eléctricos ya circulaban por las calles. La facilidad para arrancarlos y el menor nivel de ruido los destacaban sobre los de combustión interna. Sin embargo, su elevado costo y el escaso nivel de autonomía impidieron su expansión.

Henry Ford, al igual que con su innovador concepto de producción en serie, tuvo la visión de que la electrificación sería clave en el futuro de la movilidad. En 1914, once años después de fundar Ford Motor Company, él mismo anunció que estaba trabajando en un vehículo eléctrico de bajo costo.

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Dentro de un año, espero, comenzaremos con la fabricación de un vehículo eléctrico. No me gusta hablar de cosas que tienen un año por delante, pero estoy dispuesto a contarles un poquito de mis planes.

explicó el empresario antes de dar algunos detalles del proyecto.

FORD Y EDISON, AMIGOS Y SOCIOS

El dato más relevante fue su asociación con su amigo Thomas Edison, el Mago de Menlo Park y quien había sido su jefe en Edison Iluminating Company.

Los conocimientos de Edison en el campo de la electricidad lo hicieron el socio ideal. Además, agregan en Automundo, contaba con la experiencia de haber desarrollado baterías de níquel-hierro para diferentes usos, incluidos los automóviles.

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El prototipo en el que trabajan los dos genios estaba basado en un Modelo T al que le habían incorporado baterías debajo del asiento del conductor. Los rumores de la época hablaban de que el modelo comenzaría a venderse en 1915 o 1916 y que podía cubrir entre 80 y 160 kilómetros con una sola carga.

“Está al llegar, simplemente tienen que ser pacientes”, le dijo Ford a un periodista de la revista Automobile Topics en mayo de 1914, solo cuatro meses después de hacer público su intención de producir un vehículo eléctrico.

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El tiempo pasó y el auto de Ford y Edison jamás se presentó, algo que disparó todo tipo de teorías. La primera está relacionada con la eficacia del auto. Supuestamente, las baterías de níquel y hierro de Edison no llegaron a ser tan confiables como se esperaba.

También se rumoreaba que los intereses petroleros, ya institucionalizados en Estados Unidos, convencieron a los dos empresarios de que el proyecto no era tan viable. Por decirlo de otra manera: era más rentable producir motores a combustión que eléctricos.

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