¿Por qué la transición energética es clave para el futuro?

Energía renovable20/05/2025Marcos BachMarcos Bach
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Foto: MSU Green Energy

MARCOS BACH

El año 2024 rompió todos los récords: fue el más caluroso desde que se tienen registros. Olas de calor extremas, sequías prolongadas, incendios forestales y fenómenos climáticos cada vez más violentos son solo algunas de las consecuencias visibles de la crisis climática. Frente a este escenario, la pregunta ya no es “¿debemos hacer algo?”, sino “¿cómo lo hacemos y con qué urgencia?”.

Desde el Acuerdo de París (2015), los países se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1.5°C para evitar consecuencias catastróficas. Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), esto exige reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 43% para 2030 y alcanzar cero emisiones netas para 2050.

Pero ¿cómo lograrlo? Una de las respuestas más contundentes es la transición energética: el paso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) a energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica). Este cambio no solo es ambientalmente necesario, sino también económicamente estratégico.

“Se las suele llamar energías alternativas pero, en 2024, el 81,9% de toda la nueva energía que se generó en el mundo fue energía renovable. Por lo tanto no son energías alternativas, sino que representan la mejor alternativa, la forma más económica y la mejor forma de reducir emisiones que tenemos hoy”, explicó Martín Dapelo, Vocal Titular de la Comisión Directiva y Coordinador del Comité de Financiamiento de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) y Socio fundador en ON-Networking Business.

En línea con Dapelo, el último informe sobre perspectivas energéticas mundiales de la Agencia Internacional de Energía (AIE), analizó: La energía limpia está entrando en el sistema energético a un ritmo sin precedentes, incluyendo más de 560 gigavatios (GW) de nueva capacidad de energías renovables añadida en 2023”.

“Los flujos de inversión en proyectos de energía limpia se acercan a los 2 billones de dólares anuales, casi el doble de la cantidad combinada gastada en nuevo suministro de petróleo, gas y carbón, y los costes de la mayoría de las tecnologías limpias están retomando una tendencia a la baja tras el aumento tras la pandemia de la COVID-19. Esto contribuye a que la capacidad de generación de energía renovable aumente de los 4250 GW actuales a casi 10 000 GW en 2030”, detalló el documento de la AIE.

Claves para entender el rol del sector energético en el mundo

El sector energético es el mayor contribuyente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Según datos recientes de la AIE y el IPCC, genera el 60%, el cual se desprende mayoritariamente de la generación de electricidad y del transporte. 

Señalan en EcoNews, la AIE advierte que la demanda de electricidad de los centros de datos optimizados por IA se cuadruplicará para 2030 lo que significa un desafío mayor para la industria.

En ese contexto, el rol del sector en los próximos años pasará por encontrar el equilibrio entre el crecimiento de la demanda energética, el crecimiento de las emisiones y el papel reductor y estratégico de las energías renovables. 

El nuevo protagonista: la energía solar

En este boom de las energías renovables y su rol estratégico en el mundo emergente, la energía solar fotovoltaica (FV) y eólica siguen siendo las de mayor expansión, representando conjuntamente el 96,6% de las adiciones netas totales de capacidad renovable en 2024. 

“Más de tres cuartas partes de la expansión de la capacidad correspondieron a la energía solar, que se incrementó en un 32,2% hasta alcanzar los 1.865 GW, seguida de la energía eólica, que creció un 11,1%”, informó la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA).

En Argentina, la tendencia es la misma: la generación de energía renovable cerró el 2024 con la mayor producción de energía limpia de su historia, impulsada principalmente por los proyectos eólicos y solares.

En el caso de la energía solar, su principio es muy simple: aprovechar la luz del sol para generar electricidad. A través de paneles solares, que convierten los rayos solares en energía, se pueden alimentar hogares, escuelas, fábricas e incluso ciudades enteras. Además, las ventajas son superlativas: es inagotable, global, silenciosa, de bajo mantenimiento y con costos cada vez más baratos. 

Esta fuente está permitiendo que incluso personas en zonas rurales o aisladas tengan acceso a electricidad por primera vez.

El rol del sector privado: Unilever como agente de cambio

En esta transición, las empresas tienen una responsabilidad clave. Por su escala, capacidad de inversión y alcance global, pueden acelerar la adopción de energías renovables e inspirar a otros actores a sumarse.

Unilever, como compañía de consumo masivo, lo sabe. Por eso, en Argentina, todas sus fábricas ya funcionan con electricidad 100% renovable, gracias a un acuerdo con MSU Green Energy y la energía generada en el Parque Solar Pampa del Infierno, en Chaco.

“A partir de un acuerdo con MSU Green Energy nos comprometemos a comprar energía solar. De ahí se transforma en energía eléctrica que es inyectada a la red y esta misma cantidad de energía es la que se utiliza acá en las plantas de Argentina para generar un producto”, explica Agustina Abril, ingeniera ambiental.

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Panel solar en Parque Soler Pampa del Infierno. (Foto: gentileza MSU Green Energy)

Este paso no es un gesto aislado: es parte de un compromiso histórico. Desde hace años, la compañía trabaja en reducir su huella de carbono con medidas como:

  • Optimización de procesos para disminuir el consumo de agua y energía.
  • Uso de materiales reciclados en sus empaques.
  • Programas de agricultura regenerativa en su cadena de suministro.

Pero ahora, con este acuerdo, da un salto aún mayor: la energía eléctrica que alimenta sus plantas industriales y oficina administrativa proviene directamente del sol, sin emisiones contaminantes.

El 100% de la energía eléctrica que usamos en nuestras fábricas es la misma cantidad de energía solar que inyectamos a la red.

Es que, en definitiva, cuando el consumidor final elige un producto, no solo adquiere un jabón, un shampoo o una sopa: está apoyando (y expandiendo) una cadena de producción sostenible.

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