El fuego en la Amazonia quema la reputación de Bolsonaro en el extranjero, pero no en Brasil

Sube la popularidad del mandatario debido a su nacionalismo basado en la amenaza de perder el control de la selva ante los extranjeros

Arbolado 30/08/2019 Autor: Anthony Boadle (Agencia Reuters)
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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha recibido duras críticas de líderes europeos y de grupos ambientalistas por su manejo de los incendios forestales en el Amazonas, pero en su país no son tantos los que están molestos por su tibia respuesta.

 
Muchos brasileños comparten su aversión a lo que consideran como una intromisión extranjera sobre cómo lograr un equilibrio entre proteger y a la vez desarrollar la selva amazónica. La vasta región es vista en el país como un activo clave, pero a nivel global se la considera un bastión contra el cambio climático.

Sin embargo, las opiniones en Brasil pueden cambiar si las sanciones comerciales o los boicots comienzan a afectar a una economía que ya está débil, dijeron políticos y analistas.

Dichos y entredichos

Un aumento en el número de incendios en la Amazonia ha provocado este año indignación internacional y protestas frente a las embajadas brasileñas.

Los ambientalistas afirman que la mayoría de los incendios fueron provocados ilegalmente por especuladores de tierras y ganaderos que buscan expandir sus praderas en la Amazonia, los cuales se sentirían envalentonados por las críticas de Bolsonaro a las excesivas protecciones ambientales.

Bolsonaro ha negado que la irrupción de las llamas haya sido deliberada y repetidamente ha dicho, en particular a los países europeos, que no interfieran. También amenazó con rechazar la ayuda internacional, pese a que Brasil necesita los fondos y los equipos para combatir los incendios, y se enfrentó con el presidente francés Emmanuel Macron.

Encuesta favorable

Una encuesta de opinión divulgada esta semana mostró que el 60% de los brasileños consideran que el gobierno de Bolsonaro ha hecho un trabajo muy bueno, bueno o normal, lo que indica que aún están dispuestos a darle al presidente el beneficio de la duda, dijo Leonardo Barreto, director de la consultora Capital Politico.

“Irónicamente, esta crisis puede haber aumentado la popularidad de Bolsonaro debido a su nacionalismo basado en la amenaza de perder el control de la Amazonia ante los extranjeros”, dijo Welber Barral, un lobista y exsecretario de Comercio Exterior de Brasil.

Muchos brasileños, de todo el espectro político, creen que el Amazonas contiene riquezas incalculables en minerales que otros países codician, desde oro hasta niobio, un metal estratégico que se usa en los satélites.

La creencia, por mucho tiempo una doctrina central de las fuerzas armadas de Brasil, alimenta la sospecha ante cualquier rol extranjero en la Amazonia, incluso de ONG que trabajan para proteger el ambiente y las tribus indígenas.

Sin embargo, Bolsonaro, un capitán en retiro del Ejército, fue criticado por congresistas locales, incluso por algunos aliados, por tardar mucho tiempo en combatir los incendios y perder tiempo en la disputa con Macron, quien lo acusó de mentir sobre la tasa de deforestación en el Amazonas.

“El gobierno ha retrasado la toma de decisiones importantes”, denuncia Helder Barbalho, gobernador del estado de Pará, epicentro de los incendios más intensos y miembro del centrista Movimiento Democrático Brasileño.

Temor económico

El mayor problema que ha enfrentado Bolsonaro, quien tomó las riendas del país en enero, ha sido no lograr una recuperación sólida de la economía de Brasil, dijo Barbalho. Ahora, la crisis amazónica ha dañado la imagen de Brasil en el extranjero y eso podría rebotar en la economía, advirtió.

“Si los mercados internacionales se cierran para los productos agrícolas brasileños, estaremos en un escenario económico aún más serio”, sostuvo.

Algunos países ya han amenazado con sanciones a raíz de las políticas ambientales de Bolsonaro y los consumidores podrían boicotear la carne de res brasileña.

“Eso afectaría directamente a una de las principales bases electorales de Bolsonaro, si no la principal: la industria de los agronegocios, que lo ha respaldado desde el principio”, explicó Barreto.

La protesta mundial por los incendios en el Amazonas y las políticas ambientales de Bolsonaro también podrían comenzar a influir en los inversores.

En la primera fuerte reacción comercial, la empresa estadounidense matriz de las marcas de ropa y calzado Timberland, Vans y North Face anticipó el jueves que ya no comprará cuero de Brasil debido a las preocupaciones medioambientales.

Las empresas en Europa y también podrían ser presionadas por sus accionistas para que dejen de invertir en regiones ambientalmente sensibles de Brasil y en sectores como la minería, según Barral.

Esto no ayudaría a las perspectivas de crecimiento de Brasil, que los economistas han reducido a solo 0,8% para este año.

Competidores al acecho

Katia Abreu, ex ministra de Agricultura del gobierno de Dilma Rousseff, ve el peligro de que países competidores en el sector agrícola se confabulen en contra de Brasil, utilizando la cuestión ambiental como pretexto. Eso volvería a más brasileños contra Bolsonaro, analiza Abreu.

“Pero Bolsonaro no acepta consejos de nadie sobre cómo evitar las crisis”, según la ex ministra. “No escucha. Es impredecible”.

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