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Expertos sugieren replantear aspectos de la comunicación sobre los riesgos climáticos, para evitar el fatalismo y favorecer la toma de acción
Cambio Climático05/12/2024Un grupo de investigadores pone en jaque el uso de la metáfora “punto de inflexión” para describir los riesgos del cambio climático. Según afirman, la expresión, que fue útil hace algunos años para referir a los grandes cambios en el sistema climático, hoy produce un efecto inverso e indeseado: genera confusión, pesimismo y atenta contra de la toma de acción.
Los investigadores, pertenecientes a las universidades de Princeton, de Carleton y de Rutgers-New Brunswick, analizaron la literatura sobre los “puntos de inflexión”, incluidos los aspectos sociales y de gobernanza, para comprender mejor sus implicancias. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista Nature Climate Change.
Según sostienen, hablar de puntos de inflexión puede generar expectativas equivocadas sobre el futuro del planeta.
Como explican en Meteored, la metáfora del “punto de inflexión” no está bien definida y a menudo se usa de manera inadecuada tanto para los fenómenos físicos como para los aspectos sociales relacionados con el cambio climático. El problema es que su tono apocalíptico no parece estar motivando las acciones necesarias para mitigar los efectos del calentamiento global.
En la comunicación del riesgo, la pregunta por qué tipos de mensajes desencadenan la acción preocupa tanto a científicos del clima como de las ciencias sociales. La respuesta ante el riesgo percibido se construye a partir de factores tan diversos como el entorno social, la subjetividad, la autopercepción y la percepción de la amenaza. Todos estos, a su vez, están atravesados por la comunicación.
El término "punto de inflexión" se refiere a un umbral crítico donde un pequeño cambio puede provocar una transformación significativa e irreversible de todo el sistema. En el contexto climático, se utiliza para describir eventos como el colapso de la circulación oceánica o el deshielo irreversible de glaciares.
Sin embargo, los autores advierten que este concepto puede dar una falsa sensación de precisión científica. La percepción errónea de que existen umbrales exactos para el desastre podría generar un efecto de "falsa alarma" si los resultados catastróficos no ocurren inmediatamente después de cruzar esos umbrales, lo que puede dañar la credibilidad de futuros mensajes.
El profesor Robert Kopp, uno de los autores del estudio, señaló que cada fracción de grado de calentamiento cuenta. Esto implica que, si bien alcanzar 1,5 °C de aumento en la temperatura global es un punto crítico importante, incluso si se cruza este umbral, es crucial seguir reduciendo las emisiones. Es decir, la lucha no debe terminar al cruzar un "punto de inflexión", sino que debe intensificarse.
Los autores proponen centrarse en los efectos evidentes y continuos del cambio climático, como la pérdida de vidas y los daños a la propiedad.
Los autores enfatizan que el público tiende a responder mejor a amenazas inmediatas y tangibles, como incendios forestales, olas de calor extremas o inundaciones, en lugar de conceptos abstractos como los puntos de inflexión.
"Es más probable que las democracias actúen después del reconocimiento colectivo de un evento focal identificable, como un incendio forestal o una escasez disruptiva de combustible energético, que brinde oportunidades políticas para que las comunidades de políticas existentes promuevan remedios reconocidos", dijo Rachael Shwom, coautora del estudio.
Los científicos también destacan que es fundamental separar los objetivos de política climática, como el límite de 1,5 °C de calentamiento, de los puntos de inflexión. Elisabeth Gilmore, coautora del trabajo, subraya que seguir reduciendo las emisiones es esencial, incluso si se sobrepasa ese límite simbólico.
Sin embargo, muchos en los medios de comunicación y el público parecen pensar que 1,50 °C tiene una importancia física especial o un umbral a partir del cual no vale la pena emprender acciones de mitigación del cambio climático. Lo que ocurre es todo lo contrario: cuanto más se calienta la Tierra, mayor es la necesidad de reducir rápidamente las emisiones y ampliar los esfuerzos para generar resiliencia y adaptarse a un planeta más cálido.
Los investigadores sugieren que los mensajes con que se comunican los riesgos climáticos deben ser precisos y motivadores, no alarmistas, y que la acción global debería enfocarse en mitigar los daños que ya están ocurriendo, sin caer en el fatalismo ni en la desesperanza que invoca hablar de puntos de no inflexión.
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