Los países europeos recortan sus ayudas: ¿Qué significa esto para los fondos climáticos?

Los cambios políticos, el aumento de los gastos de Defensa y el desplazamiento de la atención hacia las prioridades nacionales han hecho que muchos presupuestos europeos de ayuda a la financiación climática se hayan recortado recientemente

Politicas Ambientales08/04/2025Marcos BachMarcos Bach
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MARCOS BACH

Varios países clave de Europa Occidental, como el Reino Unido, Suiza, Alemania, Francia y los Países Bajos, han recortado considerablemente sus presupuestos de ayuda en los últimos meses. Esta tendencia se produce en medio de una escalada de las tensiones geopolíticas y la incertidumbre económica mundial, ya que los países optan por centrarse más en sus propias necesidades, como el aumento del gasto en Defensa y las medidas de estímulo de los gobiernos nacionales.

La ayuda exterior se mide principalmente a través de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que las naciones más ricas ofrecen a los países en desarrollo. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos recomienda que los países donantes intenten destinar al menos el 0,7% de su Renta Nacional Bruta (RNB) a la ayuda exterior. Bélgica ha revelado que recortará su ayuda en un 25% a lo largo de cinco años, mientras que Países Bajos la ha reducido en un 30% y Francia en un 37%.

Estos recortes presupuestarios podrían tener consecuencias devastadoras para países vulnerables que dependen en gran medida de la ayuda financiera exterior, como Tanzania, Bangladés y Zambia. Los recortes en la ayuda también podrían hacer descarrilar los objetivos de financiación climática que los países desarrollados se comprometieron a cumplir en la COP29 en noviembre de 2024.

¿Por qué tantos países europeos están recortando sus presupuestos de ayuda?

Los cambios políticos, como la llegada al poder de partidos de extrema derecha en Finlandia y Suecia, han influido mucho en los recortes de la ayuda. Los conflictos europeos, como la guerra entre Rusia y Ucrania, y la amenaza de una escalada de la guerra comercial con Estados Unidos también han llevado a los países a priorizar el gasto en defensa sobre el dinero destinado a la ayuda.

El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, anunció en febrero que los niveles de ayuda se reducirían drásticamente desde el actual 0,5% de la RNB hasta el históricamente bajo 0,3% de la RNB en 2027. El país ha venido reduciendo sistemáticamente la financiación de la ayuda en los últimos años, debido al ralentización de la economía tras el Brexit y al impacto económico de la pandemia. El gasto en defensa aumentará hasta el 2,5% del PIB a partir de abril de 2027.

Del mismo modo, Francia ha recortado la financiación de la ayuda al tiempo que se enfrentaba a un déficit récord y a la agitación política actual. El Gobierno también ha tenido que hacer frente a las acusaciones de la extrema derecha de que la ayuda al desarrollo es un despilfarro del dinero de los contribuyentes.

Los Países Bajos también han recortado la ayuda para centrarse más en los intereses nacionales, e integrarán más estrechamente la ayuda al desarrollo con las políticas neerlandesas de comercio, economía y migración. Esto significa que el país destinará su ayuda únicamente a las actividades que más le beneficien, como la seguridad alimentaria, la gestión del agua y la atención sanitaria infantil y maternal.

Finlandia ha adoptado una postura similar y sólo presta ayuda a las causas que más benefician a los intereses finlandeses, mientras que Suecia se centra más en Defensa, Policía y servicios sociales. Pero los expertos han señalado los peligros de perder de vista la naturaleza sistémica y global del cambio climático, en favor de cuestiones domésticas. "Las catástrofes provocadas por el clima no respetan fronteras", afirma Carsten Brinkschulte, director general y fundador de Dryad Networks, una empresa tecnológica que lucha contra los incendios forestales.

Recortar la ayuda, en particular la financiación que apoya la adaptación al clima y la resiliencia, no sólo es corto de miras, sino también económicamente inviable. La inversión preventiva en regiones vulnerables es mucho más barata que la gestión de las consecuencias de un riesgo climático no gestionado.

¿Qué significa esto para los objetivos de financiación climática fijados en la COP29?

En la COP29, los países desarrollados acordaron proporcionar al menos 300.000 millones de dólares (277.800 millones de euros) anuales en financiación climática a los países en desarrollo para 2035. Esta cifra triplica el objetivo anterior de 100.000 millones de dólares (92.600 millones de euros), con un objetivo global de al menos 1,3 billones de dólares (1,2 billones de euros) recaudados para 2035.

Sin embargo, los recientes recortes de la ayuda europea podrían dificultar mucho el cumplimiento de este ambicioso objetivo por parte de los países de Europa Occidental y Septentrional. En teoría, los países desarrollados deben mantener presupuestos separados para la ayuda al desarrollo y la financiación de la lucha contra el cambio climático. Esto significa que la financiación de la lucha contra el cambio climático debe añadirse a la ayuda normal al desarrollo, y no sustituirla.

La dificultad de mantener presupuestos separados se debe, entre otras cosas, al solapamiento de objetivos, por ejemplo, cuando varios proyectos de desarrollo también tienen beneficios para el clima. Agregan en Euro News, los recursos limitados y la falta de definiciones también contribuyen a este problema. Algunos países que utilizan un fondo para ambas cosas tienden a destinar dinero a proyectos climáticos y a objetivos de desarrollo más amplios, para crear cierta distinción.

Muchos países también cumplen sus objetivos de financiación climática reetiquetando la ayuda al desarrollo existente como financiación climática, en lugar de proporcionar nuevos fondos como deberían. En 2022, 27.000 millones de dólares (25.100 millones de euros) del aumento anual de 94.200 millones de dólares (87.400 millones de euros) en fondos públicos para el clima se obtuvieron de la ayuda al desarrollo existente. Nueva Zelanda y Luxemburgo son de los pocos países desarrollados que separan claramente la financiación climática de la ayuda al desarrollo.

Reino Unido y Suecia siguen comprometidos con sus objetivos de financiación climática

"Los objetivos de financiación climática de la COP se verán afectados, pero aún no está claro en qué medida. El Reino Unido y Suecia han dicho que siguen comprometidos con sus objetivos de financiación climática". Sarah Hearn OBE, ex funcionaria de ayuda del Reino Unido, dice a 'Euronews Green'.

Los Países Bajos anunciaron que reducirán la financiación de la lucha contra el cambio climático en 2025 como parte de su enfoque "Países Bajos primero" de la ayuda, y Suiza ya ha recortado parte de la financiación de la lucha contra el cambio climático. Francia está revisando su ayuda y dónde deberían hacerse los recortes. Así que el panorama es sombrío para los defensores de la COP.

Alemania había recortado su financiación para el clima a 5.700 millones de euros en 2023. Sin embargo, se comprometió a ser el mayor donante de financiación climática en la COP29, aportando 60 millones de euros al Fondo de Adaptación.

Thanos Verousis, profesor de finanzas sostenibles en la Escuela de Negocios Vlerick, se mostró más optimista sobre los objetivos de financiación climática de la UE.

En los países donde el cambio climático sigue siendo secundario respecto a las prioridades políticas, podríamos ver desviaciones significativas respecto a los compromisos de la COP. Por el contrario, en regiones como la UE, donde el cambio climático sigue siendo una prioridad absoluta, es probable que los compromisos de financiación de la lucha contra el cambio climático sigan ocupando un lugar destacado en la agenda.

¿Cómo podría afectar a los países vulnerables la reducción de los presupuestos europeos de ayuda?

La ayuda europea al desarrollo ayuda a numerosas regiones y países vulnerables de todo el mundo. Estos fondos se destinan a la estabilización económica, proyectos de desarrollo, programas sanitarios, ayuda económica y contra la pobreza, cambio climático y causas humanitarias, entre otros.

"Muchos países del Sur Global se enfrentan al doble reto de la pobreza y la vulnerabilidad climática. Para ellos, la financiación climática es crucial no sólo para la mitigación, sino también para la adaptación", afirma Verousis.

Sin las protecciones adecuadas, los recortes a la ayuda exterior socavarán los esfuerzos para aumentar la resiliencia climática, como la preparación ante desastres, las reformas agrícolas y las iniciativas de energía renovable. Estas reducciones dejarán a estos países aún más expuestos a las crisis económicas y medioambientales, amplificando los riesgos tanto del cambio climático como del subdesarrollo.

Niki Ignatiou, responsable de Mujeres, Paz y Seguridad de ActionAid UK, señaló que recortar los presupuestos de ayuda contribuiría a agravar las crisis de derechos humanos en algunos países.

La prevención es la única estrategia sostenible

"Desviar la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de las comunidades afectadas por crisis para financiar nuevos conflictos no sólo es moralmente incorrecto, sino que también socava la estabilidad mundial y los compromisos del Reino Unido con los derechos humanos y la justicia de género", afirma.

El ministro británico de Asuntos Exteriores ha reconocido que la crisis climática está alimentando los conflictos y los desplazamientos, pero recortar la AOD a las comunidades más afectadas por el cambio climático no hará sino agravar las injusticias que más sufren las mujeres y las niñas. Esta decisión debe revertirse antes de que cause daños irreparables.

La reducción de la ayuda también significa que los países vulnerables pierden un acceso significativo a herramientas clave de tecnología climática, a menudo vitales para que puedan luchar contra las catástrofes naturales.

"Estas regiones suelen verse muy afectadas por los fenómenos climáticos, con incendios forestales, inundaciones, sequías y deforestación. Reducir la ayuda elimina el acceso a innovaciones y servicios tecnológicos esenciales que pueden reforzar la resiliencia climática local", comenta Brinkschulte.

Se corre el riesgo de crear un bucle peligroso: más crisis climáticas, más desplazamientos, más inestabilidad económica y mayores necesidades de ayuda a largo plazo. La prevención es la única estrategia sostenible.

¿Cómo podrían evitar los países el recorte de la ayuda?

En lugar de recortar la ayuda exterior, varios expertos abogan por que las naciones europeas redirijan la ayuda a las áreas donde más se necesita, o la traten como una inversión en los países vulnerables y en los esfuerzos contra el cambio climático.

Según Verousis, "en lugar de recortar la ayuda, una solución más flexible podría consistir en establecer nuevas prioridades en la asignación de la ayuda exterior. Los gobiernos de diferentes países podrían centrarse en aumentar la eficiencia, orientar la ayuda de forma más eficaz y aprovechar el apoyo de las organizaciones internacionales y los bancos de desarrollo.

"Este enfoque permitiría un uso más estratégico de unos recursos limitados, sin dejar de atender las necesidades mundiales". Considerar la ayuda como inversión, en lugar de como donaciones, también podría ayudar a replantear las perspectivas europeas respecto a la financiación de la lucha contra el cambio climático.

Reformular la ayuda como inversión es una opción. Un euro gastado ahora en resiliencia climática ahorra varios euros en respuestas de emergencia, pagos de seguros y costes de migración más adelante. Además, reorientar las subvenciones a los combustibles fósiles -que siguen siendo enormes en muchos países- podría generar fondos sin aumentar la presión presupuestaria.

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