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Hace 56 millones de años nuestro planeta experimentó uno de los mayores calentamientos de su historia, el llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno. Ahora sedimentos extraídos a más de 8 kilómetros de profundidad ayudan a los científicos entender el cambio climático actual
Cambio Climático 21/02/2023 Marcos BachHace 56 millones de años, la Tierra experimentó uno de los eventos de calentamiento climático más extensos y rápidos de su historia: el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM por sus siglas en inglés), el cual guarda grandes similitudes con el calentamiento actual y futuro.
Excepcional tanto por su amplitud, en la que las temperaturas aumentaron entre 5ºC y 8°C, como por su brusquedad, ya que se produjo en un lapso de tiempo de 5.000 años, un periodo muy corto a escala geológica, este episodio estuvo marcado por un calentamiento de las temperaturas a escala global. Duró unos 200.000 años y provocó numerosas extinciones marinas y terrestres.
Sin embargo, como comparte NatGeo, el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno también estuvo marcado por el abrupto aumento en la estacionalidad de las lluvias, lo que provocó el movimiento de grandes cantidades de arcilla hacia el océano, haciéndolo inhabitable para ciertas especies vivas.
Este escenario podría repetirse hoy, y así lo ha revelado un equipo investigadores de la Universidad de Ginebra -UNIGE- gracias al análisis de los sedimentos extraídos de las aguas profundas del Golfo de México. Sus resultados se detallan en un artículo que bajo el título Carbon isotope and biostratigraphic evidence for an expanded Paleocene–Eocene Thermal Maximum sedimentary record in the deep Gulf of Mexico se publica recientemente en la revista Geology.
Del mismo modo que sucede en la actualidad, el PETM habría sido provocado por una alta concentración de dióxido de carbono y metano en la atmósfera, dos potentes gases de efecto invernadero. De manera similar a como ocurre hoy en día, estos gases pudieron haber sido liberados por la combinación de varios fenómenos, entre ellos la liberación de hidratos de metano atrapados en el lecho marino, el derretimiento repentino y significativo del permafrost y la inyección de magma en los sedimentos orgánicos del borde occidental de Noruega.
Debido a las muchas similitudes entre el PETM y el calentamiento actual, el equipo de la UNIGE dirigido por Lucas Vimpere, autor principal del estudio, está estudiando detalladamente los restos geológicos de este período. ''El objetivo de nuestro estudio fue investigar la influencia de estos cambios climáticos en los sistemas sedimentarios, es decir, en los procesos de formación y depósito de sedimentos, y comprender cómo estos cambios podrían haberse transmitido desde la atmósfera hasta las profundidades del océano", explica el investigador.
Para ello analizaron los sedimentos extraídos a más de 8 kilómetros de profundidad en el Golfo de México. Esta cuenca actúa como un sumidero gigante en el que se descarga el material erosionado y transportado desde el continente norteamericano durante millones de años. ''Por razones de coste e infraestructura, los sedimentos que se utilizan para estudiar el PETM generalmente se toman de ambientes marinos o continentales poco profundos. Sin embargo, gracias a la colaboración de una empresa petrolera pudimos obtener una muestra de una calidad sin precedentes sin ninguna alteración”, continúa Vimpere. Así, el núcleo extraído, de 543 metros de largo, contiene un registro sedimentario del Máximo Térmico del Paleoceno Eoceno de 180 metros de espesor, lo que lo convierte en el archivo geológico más completo de este período en todo el mundo.
Una de las primeras cosas que llamaron la atención de los científicos de la Universidad de Ginebra es que el testigo extraído estaba compuesto por una gran capa de arcilla seguida de otra de arena, un resultado contrario a la intuición. “En el momento del PETM, pensábamos que había habido más precipitaciones y, por lo tanto, más erosión, y que grandes cantidades de arena habían sido transportadas primero por los sistemas fluviales hacia los océanos. Sin embargo, gracias a esta muestra pudimos determinar que fueron las arcillas y no las arenas las que se transportaron en primera instancia”, explica el coautor del estudio, Sébastien Castelltort, profesor en el departamento de Ciencias Ambientales y de la Tierra de la Facultad de Ciencias de la UNIGE.
El PETM es un análogo potencial del calentamiento global actual.
Este hecho parece indicar que el período no estuvo marcado por un aumento en la tasa anual de precipitación, si no por un aumento en su estacionalidad e intensidad, lo que resultó en una mayor erosión de los canales de los ríos y sus áreas más profundas, lo que provocó el transporte de grandes cantidades de arcillas fluviales que quedaron depositadas en las llanuras aluviales adyacentes a las profundidades del océano.
Ahora podemos considerar la presencia de arcilla en cuencas profundas como un indicador de una mayor estacionalidad de las lluvias. Un fenómeno que incide en el aumento de la turbidez del océano, lo que a su vez es perjudicial para la vida marina, especialmente para los corales.
detalla Lucas Vimpere.
“El PETM es un análogo potencial del calentamiento global contemporáneo. Como muestran los informes recientes del IPCC, en la actualidad también estamos observando un aumento en la estacionalidad y la intensidad de las lluvias. Como muestra nuestro estudio, es probable que esto desestabilice los sistemas sedimentarios de la misma manera que durante el PETM y con las mismas consecuencias para los océanos y las especies vivas”, concluye Vimpere, quien espera que estos nuevos datos puedan integrarse en modelos destinados a predecir la evolución y las consecuencias del calentamiento global actual.
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