
El Observatorio de Acción Climática: El Espejo Crítico de la Agenda Ambiental Argentina
En un contexto de negacionismo creciente y desfinanciamiento estatal, esta herramienta es fundamental para fiscalizar la inacción
A pesar de las pruebas abrumadoras, algunos insisten en rechazar o minimizar el fenómeno
Cambio Climático01/09/2023
Marcos Bach

Donald Trump no se lo cree. A Jair Bolsonaro no le importa. Para Javier Milei es una mentira del socialismo. El negacionismo del cambio climático es un fenómeno casi tan preocupante como la propia aceleración del calentamiento: el rechazo a una verdad de la que dependen las próximas generaciones.
Aunque lleva 150 años dando probadas muestras de solidez, distintos grupos de presión -en particular las cinco compañías petroleras y de gas más grandes del mundo- siguen sembrando la duda, gracias a los lobbies que obstaculizan las políticas centradas en bajar las emisiones de gases de efecto invernadero ¿Cuáles son sus argumentos? Acá el diario Perfil de Argentina te menciona 5 de ellos.
Aunque es cierto que el clima nunca dejó de cambiar, las alteraciones que se vienen dando desde la Revolución Industrial son lo suficientemente excepcionales -y generalizadas- como para rechazar esa idea. El calentamiento previsto para el futuro cercano no tiene precedentes en los últimos cinco millones de años.
Uno de los puntos favoritos de Trump, que cae en ridículo al indagar sobre el funcionamiento del jet polar, una corriente de aire ubicada al nivel de crucero de los aviones, que separa el aire frío del cálido. Cuando sufre ondulaciones, alcanza a latitudes medias, y como las temperaturas cálidas la debilitan, esas irrupciones de aire frío pueden viajar hacia los trópicos. Por otra parte, desde 1950 los días calurosos se volvieron más comunes; y los fríos, menos.
Aun los pequeños cambios en las temperaturas medias tienen consecuencias perturbadoras. Si la suba llegara a dos grados, se perderían el 25% de las 80 mil especies de plantas y animales en 35 de las áreas más ricas en biodiversidad del mundo. Si fuera de 4,5 °C, el porcentaje llegaría a la mitad. Y la Tierra ya se calentó 0,8 ºC desde 1880, con consecuencias evidentes: sequías, olas de calor y lluvias más intensas, inundaciones, huracanes y glaciares derretidos.
Si bien es cierto que algunas plantas responden bien a niveles más altos de dióxido de carbono (CO2) y que el calentamiento global puede habilitar nuevas zonas de cultivo, los mecanismos que controlan el clima son demasiado complejos como para conformarnos con esa idea. A medida que aumenta el CO2, no solo se elevan las temperaturas; también se alteran los patrones de lluvias y se magnifican los fenómenos meteorológicos extremos, factores que pueden poner en riesgo a cualquier cosecha.
Para que una conspiración de estas dimensiones fuera posible, sería necesario que se pusieran de acuerdo miles de investigadores de casi 200 países. “Los científicos corrigen y validan continuamente la información recabada”, incluyendo la corrección de registros históricos, ya que los sistemas de medición variaron a lo largo del tiempo, recuerda el sitio The Conversation. Pero eso vuelve a sus proyecciones más -y no menos- confiables.
Si todas esos argumentos no fueran suficientes, quedan recursos más simples: salir a la calle o mirar el pronóstico extendido. Entonces se reforzará lo evidente: el cambio climático ya se vive en primera persona.

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