
Durante su descomposición en el suelo, además de desaparecer rápidamente, libera nutrientes esenciales como fósforo y nitrógeno, ayudando a enriquecer la tierra en lugar de contaminarla
Estos químicos pueden atravesar la barrera de la piel e ingresar al torrente sanguíneo, potenciando su peligrosidad
Residuos30/04/2024Los microplásticos entran en el cuerpo humano a través de la respiración y también de la ingesta de alimentos. Se estima que los humanos consumen entre 39.000 y 52.000 partículas de microplástico por año, y esta cifra aumenta hasta las 74.000-120.000 al sumar esta sustancia a través de la inhalación. No es posible elegir qué aire respirar, pero sí podemos tomar decisiones sobre nuestra alimentación.
Una investigación difundida por la CNN revela la presencia de microplásticos en nuestra comida. Muestra que desde las carnes que consumimos hasta los vegetales que consideramos más puros, están contaminados con estos diminutos contaminantes. Estos químicos pueden atravesar la barrera de la piel e ingresar al torrente sanguíneo, potenciando su peligrosidad.
Un estudio reciente, publicado en febrero de 2024 en Environmental Research, revela que el 90% de las muestras de proteínas animales y vegetales examinadas en Estados Unidos contienen microplásticos.
Estos fragmentos de plástico, describen en La Gaceta, definidos por su tamaño de menos de 5 milímetros hasta tan solo 1 micrómetro, están presentes en productos tan variados como el pollo, el cerdo, los camarones y alternativas de carne a base de plantas. Según los investigadores, hasta los alimentos menos procesadospodrían estar contaminados, aunque en menor medida.
Más allá de las proteínas, los vegetales y frutas no escapan a esta invasión plástica. La investigación de Environmental Research señala que las raíces de las plantas pueden absorber microplásticos del suelo, que luego migran hacia los tallos, hojas y frutos.
Productos diarios como manzanas y zanahorias han mostrado altos niveles de microplásticos, con más de 100.000 partículas por gramo, destacando una contaminación significativa que alcanza incluso a los vegetales menos afectados, como la lechuga.
La invasión de los microplásticos también se extiende a productos comunes como la sal, el azúcar y las bolsas de té. Por ejemplo, un estudio de 2023 encontró que la sal de Himalaya contiene la mayor cantidad de microplásticos, seguida por la sal negra y la sal marina.
Incluso las bolsitas de té, muchas de las cuales están hechas de plástico, pueden liberar enormes cantidades de plástico. Investigadores de la Universidad McGill de Quebec (Canadá) descubrieron que preparar una sola bolsita de té de plástico liberaba en el agua unos 11.600 millones de microplásticos y 3.100 millones de nanoplásticos.
Entre los diferentes compuestos hallados en los plásticos y, por ende, en los microplásticos, se encuentran los retardantes de llama, sustancias PFAS (sustancias per y polifluoroalquiladas), ftalatos, y BPA (bisfenol A), todos vinculados a efectos adversos en la salud como aumento de la presión arterial, enfermedades cardiovasculares, trastornos endocrinos, entre otros.
Esta variedad de sustancias nocivas, algunas de las cuales ya han sido prohibidas en países como Estados Unidos, continúan presentes en el ambiente debido a su persistencia y la presencia en productos antiguos.
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