Bosques sostenibles contra el cambio climático

Ya no es necesario talar árboles para producir más alimentos

Arbolado22/05/2023Marcos BachMarcos Bach
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Un bosque cerca de Gatsuk (Bielorrusia). ©FAO (SERGEI GAPON)

Es justo afirmar que la mayoría de las personas son conscientes de que la tala de los bosques es un factor importante en el cambio climático. Y también de que la conservación y el uso sostenible de los bosques del mundo contribuirán significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Acuerdo de París, adoptado por 195 partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático a finales del año pasado, fue un punto de partida importante al reconocer que los bosques son fundamentales en la lucha contra el cambio climático.

Esto es así, como informa el diario español El País, porque actúan como sumidero de carbono, almacenando los gases de efecto invernadero en su biomasa, la hojarasca y los suelos. Pero también se debe a que la deforestación y la degradación de los bosques son responsables de entre el 10% y el 12% de todas esas emisiones. Es decir, junto con la agricultura, son la segunda causa principal del calentamiento del planeta.

Las reacciones de algunos países han sido alentadoras. Por ejemplo, Congo, Gabón, Indonesia, Kenia, Malasia, México y Corea del Sur se han comprometido a reducir las emisiones más de un 25% de los niveles habituales de las actividades. En algunos casos incluso están dispuestos a asumir un mayor porcentaje si se les ofrece apoyo en forma de transferencias de tecnología y otros recursos. Es revelador que más del 70% de las promesas voluntarias realizadas hasta la fecha para apoyar el Acuerdo de París incluyan acciones relacionadas con los bosques.

Los científicos reconocen que una gestión racional de los bosques y de la cubierta forestal contribuiría a combatir el cambio climático. Para dar una idea, 123 plantones de árboles cultivados durante 10 años pueden secuestrar el carbono emitido por un año de conducción de un coche.

La adopción de estrategias forestales sostenibles es especialmente importante para los países en desarrollo, dado que los mayores volúmenes de emisiones de carbono de los bosques se producen en el hemisferio Sur. Esto se debe principalmente a la tala de los bosques tropicales para dar espacio a la agricultura y obtener ingresos procedentes de la explotación forestal.


Una opción interesante es la utilización de la dendroenergía y de los productos madereros para reemplazar a diversos productos fósiles


Ejemplo de ello es mi propio país, Costa Rica: aspira a lograr una tasa de emisiones per cápita cero en 2021. Es una ambición extraordinaria si se considera que no hace tanto Costa Rica cortaba tantos árboles que en pocos decenios pasó de tener 75% del territorio cubierto por bosques a solo el 21%. Con un cambio radical, se tomaron medidas enérgicas contra la explotación ilegal de madera y se introdujeron la ordenación forestal sostenible, el turismo ecológico en los bosques naturales, la restauración de los grandes bosques naturales y las plantaciones de nuevos árboles para madera.

Ejecutadas de forma sostenible, todas ellas —la plantación o la restauración de los bosques naturales, la reducción de la deforestación y otras acciones— tienen un buen potencial para reducir el ritmo del cambio climático.

Sin embargo, otra opción interesante, de la que se habla menos, es la utilización de la dendroenergía y de los productos madereros para reemplazar a diversos productos fósiles. Como señala una nueva publicación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los avances en la tecnología —que han producido métodos más limpios y más ecológicos de elaboración y uso de los productos forestales— están haciendo este enfoque cada vez más válido.

Un ejemplo de ello es el uso de madera como combustible. Cerca de un tercio de las familias de todo el mundo la utilizan para cocinar alimentos, mientras otros 764 millones de personas la usan para hervir y limpiar el agua.

Alrededor de un 75% de los 2.400 millones de toneladas de dióxido de carbono liberado a la atmósfera por la madera cada año proviene de la cocción de alimentos. Pero las cocinas mejoradas, que queman menos madera y emiten menores volúmenes de gases de efecto invernadero, pueden contribuir notablemente la reducción de las emisiones, especialmente en África y en las zonas rurales de América Latina. A un nivel más sofisticado, las tecnologías modernas han abierto el camino a la generación de electricidad y a la producción de etanol a partir de la biomasa leñosa. Es evidente que la cuestión clave es la sostenibilidad, pero la dendroenergía puede acercarse una tasa neutral de carbono si la biomasa se obtiene de bosques manejados de forma sostenible.


La deforestación y la degradación de los bosques son responsables de entre el 10% y el 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero


Los productos madereros se pueden utilizar también como materiales de construcción ecológicos —a la vez eficaces y respetuosos del medio ambiente— puesto que conservan el carbono almacenado en su interior. Hay pruebas documentadas de que estos materiales dejan una huella de carbono menor que opciones como el hormigón, el metal, el plástico o los ladrillos, si se tiene en cuenta el ciclo de vida completo del producto. A la vez, las nuevas normas para el almacenamiento de carbono permiten a los países realizar un seguimiento de los productos madereros desde el principio hasta el final, y los utilizan como parte de su contribución a los objetivos de reducción de emisiones.

La metodología precisa para evaluar y realizar los pagos por carbono aún no se ha perfeccionado, pero la base está firmemente establecida para elaborar mecanismos de financiación del carbono en las prácticas basadas en los bosques que contribuyen a reducir el cambio climático. Es probable que esto sea de vital importancia al impulsar la transición hacia una economía de baja emisión de carbono por unidad producida.

Fundamentalmente, el mundo está llegando a un punto de inflexión en las estrategias de desarrollo: ya no es necesario talar los bosques para producir más alimentos. Según otro estudio de la FAO publicado a principios de esta semana, más de 20 países han demostrado de manera convincente que el aumento de la producción agrícola y la seguridad alimentaria no es en absoluto incompatible con la protección de los bosques. Si más países siguen este ejemplo mediante la elaboración de sistemas integrados y equilibrados del uso de la tierra, será una de las acciones importantes que podemos realizar en pro de la mitigación del cambio climático y de la sostenibilidad del planeta.

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