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Enfermera en el centro de Nigeria, Andat Datau se enfrenta a numerosos desafíos en su aldea. Pero uno de los más difíciles para ella eran los partos a la luz de una simple linterna.
Durante muchos años, la localidad de Sabon Gida dependía de generadores diésel o de lámparas inestables, que a menudo dejaban a oscuras a la población, un problema habitual para millones de africanos.
"Era estresante sujetar las linternas", cuenta Datau a la AFP en su clínica, ubicada en el centro-norte del estado de Nasarawa.
Casi todo cambió hace un año gracias a una iniciativa público-privada del Banco Mundial, el fabricante estadounidense de minirredes Husk Power y la agencia de electrificación rural de Nigeria.
El centro de salud fue conectado a una minirred de energía solar que suministra electricidad casi constante a alrededor de la mitad de hogares de esta comuna agrícola.
Ahora, Sabon Gida tiene a veces más luz que Lagos, la capital económica del país, donde una infraestructura defectuosa obliga a sus habitantes a arreglárselas sin electricidad la mitad del día, a veces más.
Estas minirredes, que consisten en pequeñas centrales eléctricas, no son una novedad. Pero el abaratamiento de la tecnología solar en la última década permitió su expansión y la África rural está convirtiéndose en una de las principales beneficiadas.
La luz "antes estaba reservada a los ricos, que usaban generadores eléctricos en sus casas", declaró Dauda Yakubu, jefe tradicional de la comunidad de Sabon Gida.
Casi 600 millones de africanos no tienen acceso a red eléctrica. Solo en Nigeria, el país más poblado del continente, hay 90 millones, un 40% de sus habitantes.
En la agenda de las negociaciones de la cumbre climática COP28, que empieza a finales de mes en Dubái, figura triplicar las energías renovables.
El Banco Mundial y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) consideran estas minirredes solares como uno de los medios más viables para ofrecer una electricidad limpia a las regiones rurales de África subsahariana.
En un informe este año, el Banco Mundial indica que el uso de minirredes solares pasó de 500 instalaciones en 2010 a más de 3.000 ahora y estima que otras 9.000 se pondrán en servicio en los próximos años.
Pero la expansión de la energía solar en África se enfrenta a numerosos desafíos, como convencer a los inversores recelosos de su viabilidad, conseguir una mejor financiación pública y disponer de políticas claras para promover su uso.
Para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible y aportar electricidad a 380 millones de africanos de ahora a 2030 se necesitan 160.000 minirredes.
El ritmo actual no prevé más que 12.000 nuevas redes hasta 2030, según el programa de ayuda a la gestión del sector energético del Banco Mundial.
El gobierno considera este modelo como el medio más eficaz para incrementar rápidamente el acceso a la electricidad.
indica Abba Aliya, de la agencia de electrificación rural de Nigeria.
Según el Banco Mundial, la estrategia adoptada por Nigeria ha permitido poner en marcha más de 100 proyectos, mientras que Etiopía, Zambia y Kenia han adoptado nuevas normativas para atraer a inversores privados.
Los Estados suelen carecer de fondos para proyectos a gran escala, pero los proyectos de pequeña magnitud a menudo no resultan viables para el sector privado, dice Abel Gaiya, investigador del grupo de reflexión Clean Technology Hub, con sede en Abuya.
"Si quitamos las minirredes de la ecuación, nos quedamos enfrentados al problema de la extensión de las redes nacionales que no están disponibles para un gran número de comunidades. Las minirredes son esenciales", explica.
En Sabon Gida, nadie puede estar más satisfecho de la energía solar que Shagari Abati, propietario de un salón donde los habitantes se reúnen en bancos de hormigón para ver partidos de fútbol o películas.
La mayor parte del tiempo, con mi generador, hay fallos y averías durante los partidos y la gente empieza a gritarme. Pero con la energía solar, es regular y menos caro.
No lejos de allí, a lo largo de una carretera sin asfaltar, el pueblo de Ogbabo se unió a este programa hace dos años. Unas 400 casas y empresas tienen acceso a la central solar de 172 paneles.
Los hogares privados pagan 2.500 nairas (3,17 dólares) al mes por al menos 22 horas de electricidad diarias. Para las empresas y comercios, el costo es de 10.000 nairas mensuales (12,70 dólares).
En su empresa de recarga de teléfonos, John Buhari ha mantenido sus tarifas, pero gana bastante más porque se ahorra el coste del carburante de su generador.
La empresa estadounidense Husk Power gestiona otro proyecto piloto en la región para promover las motos eléctricas, dentro de su estrategia integrada de ofrecer electricidad y equipos a las comunidades rurales.
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