“Prohibir la pesca de arrastre aumentaría los impactos ambientales globales”

En el otro extremo de las organizaciones ambientalistas que demonizan la pesca de arrastre se encuentran el consagrado científico Ray Hilborn y un grupo de destacados investigadores de todo el mundo que estudiaron su impacto y la compararon con otras actividades productivas

Agua y Glaciares 25/07/2024 Marcos Bach Marcos Bach
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MARCOS BACH

Uno de los grandes problemas que afronta la industria pesquera hoy es la embestida de las organizaciones ambientalistas que demonizan la actividad, con gran habilidad para comunicar, pero sin base científica robusta y sin ninguna responsabilidad sobre el efecto que puede tener tanto en el suministro de alimentos como en la generación de empleos. Un estudio realizado durante varios años por el reconocido científico Ray Hilborn en colaboración con destacados investigadores de todo el mundo, entre los que se cuenta a los argentinos Ana Parma y Ricardo Amoroso, libera a la pesca de arrastre de las críticas infundadas sobre base científica y revela cómo su reemplazo por otras actividades productivas terminaría generando, además, un mayor impacto sobre el medio ambiente.

El ICES Journal of Marine Science es una revista científica revisada por pares que recientemente ha publicado un artículo de Max Mossler, editor de sustainablefisheries-uw.org de la Universidad de Washington, que arrojó luz sobre los impactos de la pesca de arrastre. Con el objetivo de proporcionar una contribución al conocimiento, presentamos un resumen destacando los aspectos más relevantes del artículo.

El escrito resume el conocimiento actual sobre la sostenibilidad y el medio ambiente; analizando los impactos de la pesca de arrastre en el fondo, comparándolos con otras formas de producción de alimentos. También identifica lagunas importantes en la información y sugiere las mejores maneras de minimizar los impactos ambientales de la pesca de arrastre.

Como describen en Revista Puerto, la producción de alimentos tiene impactos ambientales multidimensionales, que incluyen el uso de combustibles, la huella de carbono, el uso de agua, la liberación de nutrientes en el agua, el suelo y la atmósfera, la liberación de compuestos acidificantes, el uso de antibióticos, el uso de productos químicos tóxicos, incluidos pesticidas y herbicidas, la erosión del suelo y la introducción de especies exóticas y enfermedades en la acuicultura, la cría de animales y el control de plagas.

La pesca de arrastre como cualquier método de producción genera impactos. Sin embargo, “están por debajo de la mayoría de los alimentos de origen animal provenientes de ganado o acuicultura alimentada en muchas categorías de impacto, como el uso de agua, el uso de antibióticos y la liberación de nutrientes”, se indica en el documento, agregando que “si bien la prohibición de la pesca de arrastre disminuiría los impactos marinos, en realidad aumentaría los impactos ambientales globales negativos, ya que los alimentos capturados con redes de arrastre serían reemplazados por aquellos de origen ganadero o especies de acuicultura alimentadas en gran medida con cultivos de mayor impacto”.

Para arribar a estas conclusiones comparativas, los autores realizaron estudios sobre parámetros clave como la sostenibilidad de las especies objetivo y el impacto indirecto en la productividad de otras especies; el impacto en los ecosistemas bentónicos, es decir sobre los fondos marinos; la captura incidental y el descarte; la huella de carbono en el uso de combustible; la captura de carbono y la hipoxia o liberación de oxígeno en el ambiente.

Para medir el impacto de los ecosistemas bentónicos o agotamiento de los fondos como suele llamarse, se utilizó un modelo que incluyó 24 regiones en todo el mundo y utilizó datos detallados sobre la frecuencia de la pesca de arrastre y las tasas de recuperación de la biota estimadas a partir de un metaanálisis. Los resultados arrojaron que los impactos generales son bajos en la mayoría de las regiones examinadas, y gran parte del lecho marino no ha sido sometido a la pesca de arrastre en muchas regiones. En todas las regiones, el 66% del área del lecho marino no fue sometido a la pesca de arrastre, el 1.5% estaba agotado (estado = 0) y el 93% tenía un estado ligeramente por debajo al no sometido a explotación (estado = > 0.8).

En el caso de hábitats sensibles, como arrecifes de ostras y ecosistemas marinos vulnerables, el impacto es importante, y si bien no suelen ser objeto de la pesca de arrastre recomiendan su cierre y se destacó la importancia de mejorar el grado de información existente.

La sostenibilidad de las especies objetivos es otro de los puntos clave, dado que han señalado los autores que el impacto en los ambientes no está determinado por el arte de pesca sino por la gestión de las pesquerías. En ese sentido, las conclusiones son positivas dado que, a nivel global, las poblaciones de peces de fondo, evaluadas científicamente, están aumentando y superan los niveles sostenibles. Han señalado que, aunque existen poblaciones sobreexplotadas, esto se atribuye más a la gestión deficiente que al método de pesca, ya que las pesquerías de arrastre bien reguladas han demostrado evitar la sobreexplotación.

Respecto del impacto indirecto como el bycatch y el descarte, han presentado cifras que van en contra de lo que comúnmente se piensa. Las estimaciones de la FAO muestran una tendencia a la baja desde la década de 1980, habiéndose reducido a la mitad, pasando de 19 millones en 1989 a 10 millones en 2014. Por supuesto, esto también depende de la gestión y se indica que existen muchas herramientas, como artes selectivas o la utilización total de las capturas para seguir en ese camino. Argentina es citada por ejemplo por tener un problema a solucionar con las aves marinas.

En cuanto a la captura de carbono, se indica que de 49 estudios que examinaron el impacto de la pesca de arrastre en el carbono del lecho marino y los flujos asociados, el 61% no mostró un efecto significativo, el 29% indicó una disminución en el carbono orgánico, y el 10% reportó un aumento. En cuanto a la mineralización del carbono y la absorción de oxígeno, cinco estudios realizaron estimaciones, y la mayoría registró una disminución en la producción de CO2 con la pesca de arrastre.

La huella de carbono en la pesca de captura, en su mayoría derivada del consumo de combustible, y la variabilidad en los datos muestra que no hay un método de pesca consistentemente superior en términos de eficiencia de carbono. Las redes de arrastre de fondo, aunque eficaces, se encuentran entre los aparejos menos eficientes en consumo de combustible, pero la eficiencia puede mejorar con la gestión adecuada y barcos más nuevos y eficientes.

Ahora, comparando la huella de carbono de la pesca de arrastre con otras actividades en el proceso de producción, se observa que, en promedio, la pesca de arrastre tiene una huella de carbono elevada en comparación con productos procesados de cultivos y ganado, a excepción de la carne de res. Sin embargo, en pesquerías bien gestionadas, con poblaciones saludables y manejo eficiente, la huella de carbono puede ser inferior a la de pollo y cerdo. Y, aunque supera a los cultivos, un análisis más completo, incluyendo la biodiversidad podría arrojar resultados menos concluyentes.

En uno de los pocos estudios existentes que compara la biodiversidad entre la agricultura a pequeña escala y el hábitat no perturbado, se encontró una reducción significativa de los productores primarios, pastos, arbustos y árboles en las tierras de cultivo, alcanzando un 80-90%. Además, se observó una disminución del 80% en mamíferos, aves y depredadores dependientes de los productores primarios, mientras que los roedores eran los únicos que habían aumentado su presencia.

En contraposición, en un estudio que resume datos de 26 modelos de ecosistemas marinos utilizados para comparar las condiciones de pesca actuales con las condiciones no pescadas, no se encontraron cambios significativos en los niveles tróficos 1, 2 y 3 debido a la pesca (algas, herbívoros y predadores), y solo una reducción del 10% en la abundancia del nivel trófico 4 (carnívoros) y una reducción del 30% en el nivel trófico 5 (grandes predadores).

“Aunque la abundancia total de un nivel trófico puede no ser la medida más relevante del impacto de la pesca, ilustra la realidad. Los niveles tróficos más bajos en los ecosistemas marinos se ven en gran medida sin afectar por la pesca, aunque algunas especies individuales pueden estar afectadas. En contraste, la agricultura elimina intencionalmente los niveles tróficos más bajos”, señalan los autores.

Para mayor claridad, señalan que quizás la diferencia más clara entre los impactos en el ecosistema de las pesquerías marinas de captura y el impacto de la agricultura en los sistemas terrestres se encapsula en el Principio 2 del MSC, que establece: «Las operaciones de pesca deben permitir el mantenimiento de la estructura, productividad, función y diversidad del ecosistema en el que depende la pesquería. El ecosistema incluye hábitat y especies dependientes relacionadas ecológicamente».  Indicando que muchas pesquerías de arrastre han cumplido con este estándar, “pero ninguna forma de producción agrícola a gran escala podría hacerlo, ya sea para consumo humano directo o como alimento para ganado o acuicultura”.

Un dato no menor que rescata el documento es que en la actualidad, 83 pesquerías de arrastre en el fondo que representan 252 combinaciones de especies/pesquerías capturadas por arrastre en el fondo han sido certificadas como sostenibles por el Marine Stewardship Council y muchas de ellas son recomendadas por el programa Seafood Watch del Monterey Bay Aquarium.

Como conclusión los investigadores han señalado que, aunque la pesca de arrastre tiene impactos ambientales, estos están por debajo de muchos sistemas productivos, por lo que prohibir la pesca de arrastre podría aumentar los impactos ambientales globales al ser reemplazada por alimentos provenientes del ganado o acuicultura. Celebran el hecho de que se ha reducido el impacto ambiental negativo de la pesca de arrastre mediante la gestión de poblaciones, límites de captura incidental, modificaciones en las artes, entre las que incluyen la reducción de los subsidios. Finalmente, aunque destacan la certificación de las pesquerías de arrastre por el MSC como una muestra de progreso, sostienen que la sostenibilidad global requiere mejoras aún en muchas pesquerías.

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