Infraestructuras regenerativas para mitigar los efectos del cambio climático
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Los residuos de ropa generados en el mundo se sitúan entre los 35 y los 95 millones de toneladas anuales y la mayor parte del residuo textil acaba en vertederos o incineradoras. Los científicos catalanes Mónica Ardanuy, Heura Ventura y Josep Claramunt Blanes han desarrollado un proceso para utilizar esos residuos como un nuevo material de construcción
Construcción sustentable02/06/2022Los residuos de ropa generados en el mundo se sitúan entre los 35 y los 95 millones de toneladas anuales. Además de representar una cantidad enorme, existe la dificultad añadida de separar los diferentes elementos cosidos (como botones o cremalleras) y los tipos de fibras según su composición. Por eso la mayor parte del residuo textil acaba en vertederos o incineradoras.
En el grupo de investigación TECTEX de la Universitat Politècnica de Catalunya hemos conseguido un proceso para utilizar esos residuos como un nuevo material de construcción.
Este año se cumple el 35 aniversario de la publicación del informe Our Common Future (Nuestro futuro común), más conocido como Informe Bruntland. Este informe, respaldado por las Naciones Unidas, define el desarrollo sostenible como el que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.
Cabe decir que, bajo esta simple definición, se esconde un concepto difícilmente cuantificable. Aunque se puede comparar si un producto o servicio es más o menos sostenible que otro, resulta difícil determinar el valor absoluto de su sostenibilidad.
En cualquier caso, 35 años de reflexión sobre este tema han servido para concienciar a la sociedad de la importancia de preservar el medio ambiente.
Actualmente todos los sectores económicos están tomando conciencia medioambiental. Entre ellos, uno de los que resulta clave para mejorar la sostenibilidad de forma global es el sector de la construcción.
La construcción es responsable de aproximadamente el 35 % de las emisiones de dióxido de carbono, el 40 % del consumo de energía y el 45 % de los residuos sólidos de la Unión Europea.
En este cálculo se incluye todo el periodo de vida de los edificios, desde su construcción hasta su demolición, además del uso. De hecho, la fase de uso es la que tiene un mayor impacto ambiental.
Gran parte del consumo energético y de las emisiones de dióxido de carbono se producen durante esta fase. Por ello, en los últimos años, la estrategia del sector para mejorar la sostenibilidad se ha centrado en tomar medidas relativas a la fase de uso de las construcciones.
Actualmente las normativas sobre climatización y consumo energético de los edificios son más estrictas. Esto ha llevado a una mejora en los aislamientos térmicos, un mayor uso de energías renovables y una reducción del consumo eléctrico. Gracias a este esfuerzo se ha reducido considerablemente el impacto ambiental en la fase de uso. Sin embargo, es necesario continuar reduciéndolo en todas las fases de la edificación.
Una vía para continuar mejorando la sostenibilidad de los edificios es reducir los impactos de los materiales de construcción.
La estrategia actual está encaminada hacia la reducción de la energía de los procesos productivos y el uso de materiales más sostenibles.
Dichos materiales incluyen materias primas renovables, recicladas o bien procedentes de la revalorización de residuos.
Esta última opción permite reincorporar residuos que dejan de acumularse en vertederos o de dispersarse en el medio ambiente. Esto permite multiplicar los beneficios medioambientales.
Otro de los sectores clave para mejorar la sostenibilidad de forma global es el del textil. De hecho, el sector de la moda está tomando conciencia del problema y está dirigiendo sus pasos hacia la sostenibilidad. Uno de los retos a los que se enfrenta este sector es gestionar la gran cantidad de residuos que genera.
Los residuos de ropa generados en el mundo se sitúan entre los 35 y los 95 millones de toneladas anuales. Además de representar una cantidad enorme de residuos, existe la dificultad añadida de separar los diferentes elementos cosidos (como botones o cremalleras) y los tipos de fibras según su composición. Por eso la mayor parte del residuo textil acaba en vertederos o incineradoras.
En este escenario, el grupo de investigación TECTEX de la Universitat Politècnica de Catalunya propone un nuevo material de construcción que emplea residuos textiles. El material (desarrollado a escala de laboratorio) incluye en su composición, además del residuo textil, aglomerantes y cargas minerales. Sus características y propiedades resultan óptimas para el uso como revestimiento de fachadas ventiladas. También podría ser utilizado como pavimento flotante, falso techo acústico, tabiquería seca y otras aplicaciones similares.
La fachada ventilada es una solución constructiva moderna que deriva del antiguo modo de construcción inglés denominado cavity wall. Para responder a sus necesidades de confort, los edificios británicos evolucionaron hacia soluciones que se han adaptado y consolidado en todo el mundo.
Sus fachadas están formadas por varias capas continuas, como si de una cebolla se tratara. Normalmente tienen una capa interior, un sistema de aislamiento frente a la humedad y temperatura, una cámara de aire ventilada y una capa exterior de protección.
Este último revestimiento atenúa los cambios térmicos y evita la radiación solar. Por su situación, esta capa debe construirse con un material ligero y resistente que permita reducir al mínimo la estructura de soporte necesaria.
En este contexto, el material desarrollado por TECTEX presenta un gran potencial. La solución cumple con estas características ya que combina la ligereza y la resistencia aportada por el refuerzo textil. Dicho refuerzo también mejora la capacidad de aislamiento térmico y la absorción acústica. Este material, además, puede incorporar otras funciones como la autolimpieza o la absorción térmica, que pueden obtenerse añadiendo aditivos especiales.
El material desarrollado parte del residuo de ropa triturado que, tras un procesado mecánico de baja energía y sin adición de productos químicos, acaba formando un fieltro de pequeño espesor. Por otro lado, se elabora una pasta a base de cemento y cargas minerales. Después, las napas de fibras se mezclan con pasta y se apilan por capas, formando laminados con espesores de entre uno y dos centímetros, dependiendo de la aplicación final.
Acto seguido, el laminado se compacta para reducir la porosidad y mejorar la adherencia entre la pasta y el refuerzo textil. Finalmente, el material se introduce en una cámara de curado para endurecer la pasta.
Para las placas de fachada ventilada, el aglomerante ideal es el cemento, ya que resiste mejor la intemperie. Sin embargo, se están estudiando otros tipos de aglomerante más sostenibles como la cal o los polímeros minerales.
El resultado de este proceso es un material muy ligero y con una buena resistencia a la flexión y al impacto. A modo comparativo, resiste bajo flexión lo mismo que la piedra compacta o el ladrillo de mejor calidad. Respecto al impacto, su resistencia es cien veces superior a cualquiera de ellos. Además, una fachada construida con piedra natural pesaría 5 veces más y dos veces más si fuera de cerámica.
Pero lo más importante: un edificio como la Casa Milà (La Pedrera), la última obra civil de Antoni Gaudí, podría vestirse con el residuo equivalente a más de ocho mil camisetas.
No es una produccion propia, la fuente es Billiken (.lat)
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