El agro y los mercados de carbono

Es el mecanismo para financiar la producción de alimentos con modalidades que sanan el daño al ambiente. Muchas empresas evalúan iniciativas vinculadas a créditos

Alimentos y Tóxicos 28/08/2023 Marcos Bach Marcos Bach
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Frente al desafio del cambio climático, la producción agropecuaria puede protagonizar la recuperación del ambiente. INTA

MARCOS BACH

Cada vez más son más frecuentes los proyectos que ponen de manifiesto que es posible producir alimentos mejorando el ambiente, contribuyendo a sanar el daño que hemos ocasionado a nuestro planeta. Si bien la evidencia científica los avala, cómo financiarlos es la pregunta obligada. Pues bien, existen mecanismos concretos para ello: los mercados de carbono.

Los mismos son sistemas en donde gobiernos, empresas, organizaciones e individuos pueden comprar y vender unidades (créditos), para compensar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Precisamente, su intención es generar incentivos para los proyectos de captación o secuestro de emisiones, haciéndolos económicamente viables. Existen dos tipos de mercados:

  • Regulados: funcionan a partir de obligaciones o tratados para la reducción de emisiones, generalmente regulados por gobiernos u organismos multilaterales; establecen topes de emisiones para los sectores o empresas. Los mercados regulados funcionan a partir de las exigencias que estableció el Protocolo de Kioto en 1997. En estos mercados ya se han negociado créditos por 2293 megatoneladas CO2e (unidad que se usa para medir las emisiones de GEI). Ello equivale a más de 12 veces las emisiones de Argentina en el 2021 (189 megatoneladas de CO2e).
  • Mercados Voluntario de Carbono (MVC): funcionan por fuera de los mercados oficiales y permiten a las empresas, u otras entidades, comprar créditos de carbono para compensar voluntariamente sus emisiones. No están regulados por los gobiernos y operan sin un tope de emisiones. Estos créditos no cuentan con una instancia regulatoria centralizada, sino que su control pasa por agencias privadas.

Si bien, como explica el diario argentino Clarín, existen alrededor de 170 tecnologías capaces de generar créditos de carbono, hasta hace poco tiempo, el MVC estaba concentrado en proyectos provenientes de las energías renovables, la producción industrial y la gestión de residuos.

Las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) son un conjunto de estrategias para la gestión sostenible de los ecosistemas: los proyectos forestales, la agricultura y la ganadería regenerativa, agrupados como proyectos AFOLU (por agriculture, forestry and other land use), son algunas de las tecnologías que están impulsando el valor del MVC. Estos proyectos representaron el 46% del volumen de las transacciones y contribuyeron a que su valor se multiplicara por 4, alcanzando los 2 mil millones de dólares en el año 2021.

Hasta el año 2020, los proyectos agrícolas-ganaderos estaban incluidos dentro del sector AFOLU. Sin embargo, gracias al espectacular crecimiento que tuvieron en el año 2021, en los últimos reportes ya son considerados como una categoría en sí misma. Ello se debe a la creciente implementación de programas de Carbon Farming en todo el mundo.

Como CEO de Índigo Argentina tuve la oportunidad de ser parte del lanzamiento de la primera iniciativa de este tipo -identificada como Terraton- en junio de 2019 en la ciudad de Memphis en los EE.UU., junto a un grupo de productores argentinos y -debo admitirlo- quedé perplejo por el cambio de paradigma que esta oportunidad significa. Tres años después, los primeros 175 productores que aplicaron prácticas de agricultura regenerativa en 40.000 hectáreas fueron remunerados gracias a la emisión de 20.000 créditos de carbono que Índigo negoció como compensación de emisiones a grandes empresas. Siguiendo la iniciativa de Índigo, prácticamente todas las grandes empresas del sector han puesto en marcha proyectos similares. Los buenos ejemplos siempre se imitan.

La Argentina ha estado prácticamente afuera del MVC hasta ahora, con apenas 61 proyectos registrados y sólo 2 del sector AFOLU (y ninguno agrícola-ganadero). Una clara evidencia de que el marco político no ha promovido ni incentivado estos proyectos. Afortunadamente, en los últimos años esta tendencia ha comenzado a cambiar, y aparecen indicadores que nos permiten ser cautelosamente optimistas.

Como caso de éxito y modelo a seguir, merece destacarse la creación de la Mesa de Carbono Forestal Nacional (MCFN). Está integrada por la Asociación Forestal Argentina y por más de 30 empresas que están desarrollando, implementando y comercializando proyectos de captura de carbono, tanto en bosques nativos como en plantaciones. La Sociedad Rural Argentina se incorporó recientemente. Hoy, de la mano de distintos miembros de la MCFN, existen proyectos por una superficie de más de 70.000 hectáreas, lo cual equivale a más de tres veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.

La firma del acuerdo entre Plataforma Puma y la exportadora de granos Viterra en Expoagro fue uno de los hitos de este año. Gracias al mismo, esta última pagará a aquellos productores que midan la huella de carbono de su soja un premio del 2% por sobre el precio de mercado. Si bien técnicamente no se trata de un mercado de carbono, es una iniciativa tangible para compensar a los productores por el esfuerzo de medir su huella ambiental. Un pequeño premio para los agricultores, pero un paso enorme para el ambiente.

Este año también se presentaron los primeros programas de captura de carbono para productores ganaderos impulsadas por Ruuts. Uno está focalizado en la Pampa Húmeda con el objetivo de alcanzar medio millón de hectáreas de ganadería regenerativa y se espera que los primeros pagos se concreten a finales de 2024. El segundo está pensado para los ganaderos patagónicos con la intención de alcanzar 3 millones de hectáreas. Son los primeros programas de compensación de carbono para el sector ganadero de Latinoamérica certificados internacionalmente.

Para poder cumplir con las metas acordadas en el Acuerdo de París, y no exceder la meta de un incremento de la temperatura global del 1,5 °C, los expertos aseguran que el MVC deberá crecer 15 veces, mientras que los precios deberán ubicarse entre los 50 a 100 dólares/tCO2e para 2030.

Una encuesta realizada a más de 400 productores en el año 2022 por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, puso de manifiesto que hay un largo camino por recorrer: la mitad de los productores ni siquiera sabe lo que es el mercado voluntario de carbono y sólo el 32% de los encuestados manifestó su interés por participar del mismo.

El sector agropecuario argentino tiene el potencial de convertirse en un jugador importante de esta enorme oportunidad que -seguramente- explotará en los próximos años. No hay empresa del sector agropecuario que no esté evaluando iniciativas vinculadas a proyectos de créditos de carbono. Personalmente no tengo dudas de que el sector agropecuario argentino se convertirá en los próximos años en líder en el desarrollo del MVC de la región.

Gracias a la tecnología, cincuenta años atrás, los agricultores fuimos capaces de dar una respuesta al problema del hambre desterrando las pesimistas proyecciones malthusianas. Hoy, cincuenta años después, la humanidad enfrenta un dilema mucho más desafiante aún: el cambio climático. Estoy convencido de que los agricultores podemos convertirnos en los protagonistas de la recuperación del medio ambiente que la humanidad necesita con urgencia.

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