Qué es el Ultra Fast Fashion y por qué es importante para la sostenibilidad
Descubre cómo el Ultra Fast Fashion está revolucionando la industria y contribuyendo a la sostenibilidad del medio ambiente
En el marco del próximo Día de la Tierra, National Geographic reunió a diseñadores, productores y especialistas en moda sustentable para consultarles cuáles son sus consejos para ciudar al planeta, sin perder el estilo
Moda Sustentable e Industria de la Moda04/08/2022Ante la urgente necesidad de cambiar la forma en que las sociedades producen y consumen sus bienes, la moda sostenible, que busca ser responsable y respetuosa con la Tierra se presenta como un modelo superador, positivo y posible. Su propuesta se contrapone al fenómeno llamado fast fashion y a la lógica de consumo basada en el “compro-uso-descarto” que éste implica.
La pregunta, entonces, es: ¿Se puede estar a la moda y ser un consumidor consciente? En las puertas de la semana en la que se celebra el Día de la Tierra, National Geographic consultó a expertos en moda sostenible cuáles son sus sugerencias para empezar a adoptar pequeños nuevos hábitos y hacer una diferencia en pos del planeta.
Un grupo de modelos lucen las prendas de la diseñadora brasileña Flávia Aranha en la pasarela de la São Paulo Fashion Week (semana de la moda) del año 2021. La moda sustentable está ganando cada vez más visibilidad en América Latina y el Caribe. FOTOGRAFÍA DE ZÉ TAKAHASHI
Tal como desarrolla en su libro Armario Sostenible: Aprende a comprar de manera consciente e inteligente (Zenith Green, 2020), la comunicadora, experta en moda y publicista española Laura Opazo, la industria textil pasó de ser una necesidad de reposición a ser una tendencia que cada dos semanas se renueva e incita a comprar y renovar el armario.
De acuerdo con la autora, el llamado fast fashion, es ese modelo de producción que prioriza la inmediatez del consumo por sobre el bienestar del planeta y de las personas y que ha contribuido a que la naturaleza no llegue, por ejemplo, a regenerar los recursos demandados por la humanidad en el período de un año, lo que se conoce como sobregiro ecológico de la Tierra.
De acuerdo con cifras de la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible y la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) recogidas en una publicación en 2021, el impacto negativo de la industria textil representa:
No estamos inventando nada si decimos que la industria de la moda/textil es una de las más contaminantes y consumidora de recursos del mundo.
comentó Máximo Mazzocco. activista argentino y fundador de EcoHouse.
La Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible también señala que el modelo laboral de dicha industria resulta insostenible: “Dado su tamaño y alcance global, las prácticas no sostenibles dentro del sector de la moda tienen impactos importantes en los indicadores de desarrollo social y ambiental. Sin cambios importantes en los procesos de producción y patrones de consumo en la moda , los costos sociales y ambientales del sector seguirán aumentando”, advierte en su sitio web.
En ese sentido, Mazzocco le da un rol central a esta industria en la búsqueda de la sostenibilidad, del equilibrio y de la armonía entre el ambiente, la sociedad y la economía, no sólo por su contribución a la contaminación, sino también por la capacidad que tiene de influir en los comportamientos de los seres humanos.
El modelo de consumo es el problema y la industria de la moda es una de las estrellas promotoras de ese modelo insostenible.
agregó.
Una modelo luce una prenda elaborada de manera sustentable diseñada en el marco del evento La Costa Fashion Experience (Argentina, 2021). FOTOGRAFÍA DE @DCAGLIARDI @ALEXIATOUMIKIAN @HECTORVIDALRIVAS
La contracara a la fast fashion es la moda sostenible. Así lo define la periodista e investigadora especializada en consumo, sostenibilidad y cultura, Brenda Chávez. En su libro Tu consumo puede cambiar el mundo: El poder de tus elecciones responsables, conscientes y críticas (Planeta, 2015), la autora define a la moda sostenible como sentido común, como un signo de humanidad e, incluso, como una forma de pensar el futuro. En sintonía con esta visión positiva, Laura Opazo define a la moda sostenible como “una forma de encontrar equilibrio”.
En América Latina y el Caribe, la moda sostenible está encontrando cada vez más espacios y atrayendo a un número mayor tanto de consumidores, como de productores.
Jean Verdier, fundador de la plataforma mexicana Fashion Green, refiere que la moda sostenible “tiene en cuenta tres pilares fundamentales en la construcción del diseño: lo social, lo ambiental y lo económico”.
Para el especialista, el pilar económico es fundamental, porque atañe directamente al modelo de producción, distribución y consumo actual. Si uno se centra en el último eslabón de la cadena, es decir, en el consumo, se encuentra con una dimensión que tiene que ver con los hábitos y prácticas que, como consumidores, se pueden modificar.
A través de pequeñas acciones se puede contribuir al efecto global de hacer que las cosas cambien.
Los diseños sustentables acapararon la atención del público en la edición 2021 de La Costa Fashion Experience, en Argentina. FOTOGRAFÍA DE @DCAGLIARDI @ALEXIATOUMIKIAN @HECTORVIDALRIVAS
En base a las publicaciones de las autoras aquí citadas y a los especialistas consultados, es posible esbozar una sencilla guía para comenzar a dar los primeros pasos hacia el consumo de moda sustentable.
1. Analizar el armario
Como todo cambio de hábito, estar a la moda de forma consciente requiere, en primer lugar, una mirada introspectiva. Para la autora de Armario Sostenible, “el ejercicio de analizar tu ropero es similar a mirarte a un espejo y ver qué te gusta y qué no”.
Durante este ejercicio, es importante preguntarse: de todas las prendas que tienes, ¿cuáles son las que más usas? ¿Cuáles son las que menos? ¿Cuántas son similares? ¿Cuáles definen tu personalidad?
Otro aspecto fundamental es trabajar la creatividad. “Cuanto más creativo eres, más juegas con tu armario y menos necesitas. Si vas a comprar algo, asegúrate de que tu prenda, al menos, tenga cinco combinaciones posibles”, aconseja Opazo.
Consultada por National Geographic, Alejandra Gougy, diseñadora argentina de moda sostenible, reforzó la idea de Opazo al argumentar que mirar el placar con atención determina el resto de las acciones que se pueden realizar: “Una vez que sabes lo que tienes, lo que usas, lo que no usas, puedes dar los siguientes pasos, como reciclar, donar o incluso vender la prenda en tiendas de segunda mano”.
Consejo extra: ¡Reconocer tu propio estilo! Tal como dice Opazo, es importante ser realista con la forma de vida que se tiene y, en consecuencia, utilizar el tipo de prendas que más se ajustan a ella.
2. Reorganizar el armario
Con la observación profunda de lo que tenemos, es posible dar lugar al segundo consejo que recomiendan los expertos: reorganizar tu ropero, por lo menos, cada dos semanas.
Los consumidores suelen moverse como autómatas, reflexiona Opazo, es decir, haciendo los mismos recorridos cada vez que necesitan algo. Ese mecanicismo les impide, en muchas ocasiones, tener una visión más amplia de lo que hay en el propio guardarropas.
En lo personal, recomiendo hacerlo cada dos semanas. Esto implica cambiar las prendas de lugar, las que están hacia atrás pasarlas adelante, modificar los criterios de ubicación.
La especialista enfatizó la importancia de renovar el armario.
Al fin y al cabo, todo cambio (por más pequeño que sea) abre nuevas posibilidades.
3. Aplicar las 3R: Reutilizar, Reciclar y Reducir
La economía circular propone un modelo que pondera las llamadas 3R: reducir, reutilizar y reciclar. En este sentido, tanto reutilizar como reciclar constituyen el arte de dar segundas oportunidades a las prendas.
Según analiza el informe Una nueva economía textil: rediseñando el futuro de la moda, presentado por la Fundación Ellen MacArthur, el sistema actual de producción, distribución y uso de la ropa funciona de forma lineal.
Esto quiere decir que se extraen grandes cantidades de recursos no renovables para producir ropa que a menudo se utiliza sólo durante un corto período y que, como consecuencia, acaban mayoritariamente en vertederos o en procesos de incineración.
Además, la Fundación Ellen MacArthur estima que, en todo el mundo, los clientes pierden 460.000 millones de dólares al año por desechar ropa que podrían seguir utilizando.
La diseñadora brasileña Flávia Aranha trabajando en su atelier. FOTOGRAFÍA DE DANI MALVA
Según señala la Fundación MacArthur, la reutilización permite volver a utilizar el atuendo, ya sea para el mismo fin que tenía en su origen, o bien para uno nuevo.
Por otro lado, el reciclaje requiere que la materia prima o prenda original pase por un proceso o tratamiento para ser transformada en una nueva materia prima.
Podemos reutilizar prendas de diferentes formas. Se puede apelar a la propia creatividad, dándole otro uso a la prenda original. Otra opción es vender la prenda en tiendas de segunda mano o incluso intercambiarla por otra con algún amigo.
aconsejó Gougy.
Consumir conscientemente implica, también, usar con consciencia. Otro consejo, compartido por la autora de Armario sostenible, implica “responsabilizarse por las prendas que tenemos e incluso por las que ya dejaron de gustarnos”.
En el caso de Opazo, ésto requirió juntar la ropa que ya no usaba y darle una segunda oportunidad con la ayuda de la costurera de su barrio.
“No soy una virtuosa de la costurería, pero decidí buscar a alguien que me ayude a adaptar esas prendas a mi estilo real”, comentó la comunicadora española.
La moda sustentable se está expandiendo en América Latina y el Caribe. En la imagen, una modelo desfila en el marco de la Fashion Green México 2021. FOTOGRAFÍA DE FASHION GREEN MÉXICO
Cuando las prendas escapan de la posibilidad de ser reutilizadas, el paso siguiente es el reciclaje.
Al respecto, el informe de la Fundación MacArthur desnuda una realidad llamativa: menos del 1% del material utilizado mundialmente para producir ropa se recicla en prendas nuevas. Este nivel de desperdicio implica una pérdida anual de materiales por valor de más de 100.000 millones de dólares.
Reciclar también conlleva, muchas veces, encontrar nuevos usos. Alrededor del mundo, marcas como la que lidera Alejandra Gougy recurren a la transformación de prendas y materiales originales para constituir nuevas confecciones a partir de materiales descartados.
Incluso aquellos materiales que ya no pueden ser transformados pueden todavía ser reutilizados. Gougy confirmó que está trabajando en un proyecto de fibra textil a partir de residuos del proceso de fabricación.
Más allá de la reutilización y el reciclaje, el debate de fondo se centra en el cuánto y el para qué del consumo. Existe una realidad innegable: se fabrica más de lo que se necesita. Al respecto, Chávez destacó que el negocio mundial de la moda produce 150.000 millones de prendas cada año, muy por encima de las necesidades de una población mundial de 7.900 millones de habitantes.
Mazzocco, por ejemplo, es especialista en reducir el consumo de prendas de vestir en su día a día. Es decir, no sólo es un consejo que comparte con los demás, sino que lo aplica en su cotidianidad. “Reducir el consumo innecesario de nuevas prendas, solo limitarse a lo estrictamente necesario con los gustos, es lo que aconsejo desde mi experiencia personal”, sugiere.
Durante la reorganización de su armario, Opazo advirtió que, en muchos casos, tenía prendas similares o repetidas, como camisas de un mismo color o de tonos prácticamente iguales. Entonces, la pregunta antes de comprar es: ¿Es necesario? ¿Realmente hace falta?
Izquierda: Un diseño de la colección "Sopro" (soplo) de la brasileña Flávia Aranha.
Derecha: Una modelo argentina desfila en la pasarela de La Costa Fashion Experience 2021. Los productores y consumidores de moda sostenible están ganando cada vez más espacios de convergencia. FOTOGRAFÍAS DE @DCAGLIARDI @ALEXIATOUMIKIAN @HECTORVIDALRIVAS
Ser un consumidor consciente implica tener un comportamiento activo de forma permanente. Los expertos y las fuentes consultadas por National Geographic coinciden en que la información es clave.
1. Leer la etiqueta
Para Opazo, revisar la etiqueta que se encuentra generalmente dentro de la prenda es un buen ejercicio como consumidor consciente. Allí se puede encontrar la composición de la prenda, es decir, de qué materiales está hecha. Esto permite dimensionar su impacto en el medio ambiente.
Pese a que las etiquetas de las prendas no siempre son “totalmente transparentes”, Opazo recomienda mirarlas, porque además de la composición, ellas revelan su origen y las instrucciones de cuidado.
Muchas veces arruinamos una prenda, porque no sabemos honrarla o cuidarla. El tipo de lavado y de planchado a la hora de su uso resultan pasos claves para el mantenimiento de la ropa.
agregó la especialista.
Además, el origen que detalla la etiqueta es un dato indispensable para aproximarse a la cadena productiva de la prenda de vestir. “No es lo mismo que venga de Bangladesh, India o Pakistán. Si el precio de venta es muy bajo, seguramente no provenga de un sitio donde los trabajadores estén bien pagos”, explicó la comunicadora.
Cuando compras una prenda por tres dólares estás contribuyendo a un desarrollo insostenible. Nadie puede pensar que detrás de ese precio está contemplada dignamente la cadena productiva que implica hacer una prenda de vestir.
Reforzó, por su parte, Gougy.
2. Priorizar las marcas locales
La fabricación textil conlleva un largo proceso que genera una determinada huella de carbono. Las distancias, por ejemplo, impactan en la emisión de gases de efecto invernadero. No genera el mismo daño ambiental el traslado de una prenda desde Asia hasta algún país latinoamericano, por ejemplo, que el de una prenda que se fabrica y distribuye dentro de la misma región, país o ciudad.
Para Verdier, mientras más lejos de uno esté la etiqueta, más insostenible es el atuendo. De hecho, el especialista mexicano destacó que la COVID-19 (y su consecuente paralización o al menos reducción considerable del comercio global) implicó una oportunidad para conocer propuestas locales únicas.
Esto es porque el cierre temporal de algunas industrias durante el confinamiento, como la textil, habilitó a que emprendedores locales ofrecieran sus productos y llamaran la atención de sus clientes más cercanos.
Siempre, lo que esté más cerca de ti será lo más responsable, ya que conoces quiénes hacen la ropa, sabes cómo la confeccionan y puedes rastrear fácilmente su distribución.
detalló Verdier.
Las iniciativas de moda sostenible con foco local se están expandiendo por toda América Latina y Brasil no es la excepción.
La diseñadora brasileña Flávia Aranha, en diálogo con National Geographic, narró cómo la marca que lleva su nombre recurre a una gran variedad de fibras ecológicas, incluyendo fibras a base de tallos de plátano. Otras opciones ecológicas implican el uso de algodón orgánico producido por cooperativas y pequeños agricultores locales.
Consejo extra: En el mundo de la moda, el comercio electrónico es ya una práctica cotidiana. No obstante, la autora de Armario Sostenible recomienda tener cuidado con este tipo de compras, en referencia especialmente al recorrido que hace la prenda. En muchas ocasiones, los precios de envío son aparentemente gratis. “Con tal excusa, compramos dos tallas o varias prendas para probarnos en casa. No obstante, no tenemos en cuenta que ese proceso conlleva un recorrido, un trayecto que hace la prenda y que genera una importante huella de carbono cuyos costes termina pagando la Madre Tierra”, alertó Opazo.
3. Involucrarse
Hagas lo que hagas, para los expertos hay un consejo que marca la diferencia: ¡involucrarse con el cambio!
En una videollamada con National Geographic, Fernanda Simon, directora para Brasil de la organización activista internacional Fashion Revolution, resaltó que resulta fundamental que exista un compromiso mayor, tanto de los consumidores como de las empresas y de las autoridades públicas, para pensar soluciones sistémicas que estén conectadas con una verdadera cultura de la moda que reconozca y valore el conocimiento de los pueblos originarios y los saberes tradicionales.
Detalle de tejidos sotenibles en el taller de Flávia Aranha. La innovación y la creatividad son partes indispensables del proceso productivo de la diseñadora brasileña. FOTOGRAFÍA DE DANI MALVA
La Semana de la Revolución de la Moda (Fashion Revolution Week, que este año se celebra entre del 18 al 24 de abril) es una de esas iniciativas que llaman a la participación de todos los actores involucrados, incluyendo a los consumidores. Para Simon, el evento impulsado por el movimiento Fashion Revolution busca convocar a las personas, amplificar las voces no escuchadas o marginadas y trabajar de forma cooperativa para encontrar soluciones eficaces.
Para tal propósito, desde la organización brasileña se intenta fomentar la concientización y la educación para una mayor comprensión del verdadero coste de la ropa, así como su valor social, cultural y medioambiental.
Para la especialista, los consumidores tienen la oportunidad única, a través de sus compras, de impulsar a las marcas para que adopten un mayor compromiso con modelos de negocio más circulares y regenerativos, es decir, que contemplen un proceso productivo que integre los conceptos de reducir, reutilizar y reciclar.
Lo más importante es empezar por uno mismo, porque antes que los grandes desafíos que deben asumir urgentemente las empresas y gobiernos, está el compromiso individual.
Sintetizó Mazzocco.
¿Se puede, entonces, estar a la moda y ser un consumidor consciente? Sí, sólo es cuestión de asumir una actitud responsable y asumir hábitos sostenibles a la hora de elegir y gestionar la propia indumentaria.
No es una produccion propia, la fuente es Nat Geo (.com)
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